Hay noches que tienen magia, la magia del verano. Noches de frescor suave y un leitmotiv de Debussy que suena a agua. De nostalgia de los 80, de confidencias, de hechos espontáneos, de compartir mundos, visiones y actos sagrados. De polaridades reconciliadas. De diosas que te hacen un guiño al iluminarse del color de tu vestido. Noches que te hacen dar gracias a la vida y a los dioses. Noches que te dejan soñando. Noches que te hacen querer más.
Y sí, el comienzo fue una película. "Jungla de Cristal", con Bruce Willis y el gran Alan Rickman haciendo de terrorista alemán. A las puertas de la caída del muro, los malos eran los rusos y los alemanes, ahora lo son los radicales islámicos. Cómo han cambiado las cosas.
La película no ha envejecido mal, ya que carece de contexto histórico que enmarque la misma. Lo único que delata sus años es la cinta de cassette de una limusina, y un sistema de seguridad con pantallas de tubo y sistemas operativos del pleistoceno. Bueno, puede que la estética de la indumentaria y algunas melenas también incidan en ello. Lo demás podría suceder ahora mismo: unos ladrones disfrazados de terroristas secuestran a unos rehenes como distracción mientras intentan acceder a la cámara acorazada de un edificio donde se almacenan millones en bonos al portador. Lo que no contaban era con la presencia de Bruce Willis, convertido en un policía que se encuentra metido en el ajo por casualidad y por amor.
Que la película sea en versión original permite percibir los cambios de idiomas y acentos. Eso sí, no está muy bien resuelto el tema de que los alemanes muchas veces hablen en inglés entre ellos para que el espectador sepa qué quieren decir. Porque claro, podría ser inconcebible que el terrorista fuera interno. Hay como un tufillo antieuropeo en la película, principalmente porque los villanos son alemanes, pero también por el uso que se hace de la novena sinfonía de Beethoven. Entonces no sabían que se convertiría en el himno de Europa, pero sí que es una clara referencia.
Por lo demás, la película tiene cosas tan absurdas que me hacen gracia.
Desconocía completamente este cine de verano. Poder entrar en el ayuntamiento de Madrid es un lujo. Subir al mirador no (lo tengo pendiente), pero el espacio interior es muy agradable. Han montado un cine en el patio, acompañado de varios puestos de comidas y bebidas, más una especie de zona de estar. Todo decorado con imágenes de películas antiguas de la Fox, que es a quien se le rinde homenaje realmente. El sonido bien porque se hace a través de unos cascos inalámbricos que te aislan completamente del entorno. Ayuda a meterse mucho en la película, pero no te permite comentarla. Jajaja, sé de alguna que lo pasaría fatal.