lunes, 30 de septiembre de 2019

Hija de Iberia

Todo rito iniciático tiene algo de muerte para renacer convertido en algo nuevo. Aparentemente nada ha cambiado, pero en el interior todo es diferente. Es una nueva versión de ti mismo que no terminas de reconocer y a la que te tienes que adaptar gradualmente, porque sigues recordando lo que eras y la forma en que te comportabas. Quizás te aferras a lo anterior por miedo a lo nuevo, aunque en el fondo sabes que jamás volverás a ser lo que fuiste porque has cambiado para siempre. Algo así le debe parecer a la mariposa cuando sale de la crisálida. Un camino nuevo se abre: soy ya una hija de Iberia.

No puedo contar demasiado sobre el rito de dedicación porque la escuela de Iberia es una escuela de misterios y por tanto exige secreto. No porque lo que se haga allí no se pueda contar, pero porque no se quiere robar la experiencia a nadie que quiera pasar por ello. Yo creo que aun contándolo jamás la imaginación igualará la vivencia, pero se me pide silencio y lo guardaré. Sin embargo contaré lo relacionado conmigo intentando no desvelar el secreto.

La iniciación no es simplemente un rito de un día en la que te otorgan un título, es más bien un proceso que dura todo el año y que incluye una formación y un trabajo personal con las energías de la Diosa. La iniciación es la culminación a todo ese proceso, que en realidad abre la puerta a otro proceso diferente, y a la vez es el mismo. Por eso se llama "espiral". Este fin de semana tocaba cerrar con la tierra, con Ama Lur, aunque creo que yo terminaré de trabajar con la diosa osa "Adartia". La tierra es mi segundo elemento favorito después del agua. La tierra es estructura y materia, es anclaje al mundo y a la vida. Sin la tierra, nada material existiría, todo sería una entelequia. Con la dedicación es lo mismo: con el paso de la rueda se ha ido volviendo más y más denso, ha ido materializando poco a poco para hacerse real.

Me gustó mucho que el último encuentro fuera al aire libre en vez de en una habitación. Hizo un día estupendo para pasarlo en el campo y poder trabajar con la tierra. Y de ahí a la iniciación. Puedo decir que la misma tuvo lugar en el bosque y por la noche. Empezamos en grupo hasta que me tocó pasar por mi rito sola. La parte grupal fue bastante festiva y creo que nunca hemos tenido una unión tan fuerte hasta ese momento. La parte solitaria fue bastante más penosa. Fue una noche oscura del alma.

Yo no sentía miedo ni duda. Sabía dónde estaba, el porqué, y, aunque desconocía el reto, no me causaba miedo ni dudas. Estaba tranquila y serena. En este año he tenido que cruzar diferentes ritos de paso, por ello sabía que no había peligro y más o menos intuía lo que podía esperar. Me presenté la primera del grupo, en un acto contrafóbico de esos míos, y eso me hizo tener una espera larga y tediosa. Durante un tiempo que se me hizo interminable, estuve a oscuras y sola, y durante ese periodo pasé por diferentes estados de ánimos: desde la espera, al hastío, pasando por el cabreo. Lo peor fue un momento en el que me sentí tremendamente sola, desamparada y vulnerable. Salvando las distancias, me sentí como pueden sentirse quizás los inmigrantes que cruzan el mar para llegar a tierras más afortunadas que las suyas: sola, a oscuras, incómoda, cansada, y en ese momento yo no tenía nada y no era nadie. Pensé en que estaba muy lejos de casa y que mi vida normal había desaparecido, como si no fuese a volver a ella. Pensé en todo lo que más he querido en el mundo y que no he conseguido tener (ni creo que lo vaya a tener), y la frustración que eso me causaba. Y pensé en que estaba en una situación de mierda pero era lo único que tenía en ese momento, que la vida continuaba sin ser todo lo maravillosa que podría ser en mi mente, y que tenía que hacer todo lo que pudiera con ella a mi pesar.

En un momento sentaron a Nuhmen a mi lado, ya que había elegido ir después de mí, y le busqué la mano para confortarlo. Él estrechó la mía fuertemente. Durante esos segundos supimos que, a pesar de todo, estábamos ahí el uno para el otro, y fue un momento íntimo, cálido y bonito, aunque efímero.

Cuando reunieron a todo el grupo, después de lo que a mí me pareció una eternidad, pasamos por fin al encuentro con la Diosa. Uno a uno fuimos haciendo nuestros votos y recibiendo su mensaje. Fui la primera en pasar. La Diosa me habló con compasión, como si fuese un animalillo herido. Me dijo que yo había caminado sobre zarzas para llegar a ella y que me había vaciado de sueños; yo me había convertido en un vacío para estar con ella. A través de mis grietas ella iba a entrar en mí y me iba a llenar de flores, aunque yo iba a florecer no de la manera que esperaba. Me dijo que iba a dar fuerza a mis manos para proteger a otros que eran como pequeñas flores que no tenían voz, pero que su voz era la suya y yo tenía que buscarla. Y que yo acunaría a muchos porque solamente yo tenía el espacio para hacerlo.

No tengo ni idea de qué significa, pero salí llorando del encuentro. No me importó llorar delante de todos, porque no podía controlar el llanto y necesitaba vaciarme de esa emoción. Nuhmen vino de su encuentro a consolarme y supe que necesitaba ese abrazo. Supe que necesito un abrazo más de lo que quiero admitir, porque generalmente nadie consuela a los que somos fuertes, como si no fuéramos humanos o tuviésemos sentimientos. Al menos la Diosa no me cambió los votos, ni me dio votos nuevos explícitos. Y acabo de caer en la cuenta de que acabo de aceptar custodiar la llama de Iberia, que no es sino otra tarea que se da en la sombra, y por tanto, apenas tiene reconocimiento.

Desde el final de la dedicación me siento como si me hubiese pasado una apisonadora por encima. Me duele muchísimo la cabeza y sospecho que tiene que ver con la reconexión neuronal debida al cambio producido por esa noche, el cambio que necesito para mi nueva versión. Necesito dormir mucho para recuperar horas de sueño y para que mi subconsciente empiece a colocar las cosas en su sitio. Y necesito tocar tierra para asentarme.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Deslealtad

Hace unos días pedí una lectura de registros akáshikos y me hablaron de una vida pasada como bruja donde mi pareja no solamente me fue infiel múltiples veces, sino que además se dedicó a denostarme como persona y profesional. De esa manera, había acabado viviendo marginada a las afueras de una ciudad grande, sola, vieja y sin medios. Sin duda, esto explicaría muy bien mi gran recelo hacia las personas en esta vida. Los registros dicen que esto es algo que debo sanar en esta vida, pero por mi experiencia, cuando me abro para confiar, me dan la puñalada.

La última llegó ayer en el ámbito laboral, y de la persona que menos esperaba. Son dos personas en realidad, pero a una de ellas la consideraba muy próxima, casi una amiga. Posiblemente se ha dejado influenciar por la otra, que es más trepa y tiene más claro lo que quiere conseguir, y además tiene mucha más labia para vender las cosas como le convienen. Aun así, no es una excusa, porque también ha participado. Y sí, en cierta forma han conseguido sus objetivos, pero me han perdido a mí, que hasta ahora intentaba ser una aliada para ellos.

¿Puedo trascender la situación? Ahora mismo me siento incapaz porque el dolor de la traición es reciente y grande. Quizás estoy sacando las cosas de madre, pero es que la lealtad es un valor fundamental para mí. De momento estoy distante y fría, porque lo que necesito es lamerme las heridas, y esto es algo que necesito hacer en soledad. Sin embargo, no creo que las cosas vuelvan a ser iguales, porque yo no voy a poder volver a confiar en estas personas. Mi trato posiblemente sea cordial, pero se acabaron las confidencias, los apoyos, y esfuerzos personales.

Y ayer terminé haciendo una cosa muy pasivo-agresiva, colocándome en una actividad del departamento que me va a llevar a cruzarme con estas dos personas justo en algo que converge con sus intereses. Fui consciente más tarde de la jugada y no sé por qué me sorprende tanto. Una parte de mí, le encantaría la venganza, aunque quizás no tenga tanto poder para llevarla a cabo. Puede que con ser una presencia incómoda sea suficiente. Lo que está claro es que está en mi sombra y debo integrarla. Se acerca la diosa oscura.


miércoles, 25 de septiembre de 2019

El cuervo y el tambor

Nuhmen se ha comprado un tambor sintético de 22 pulgadas y ha decidido regalarme su viejo tambor de piel de cabra de diámetro desconocido. La verdad que me hace muchísima ilusión y me siento halagada porque haya pensado en mí. Es una suerte que el veganismo de algunas personas les impida recibirlo, pero yo lo acojo con amor. Desconozco el origen del tambor y me pregunto qué historias habrá vivido y qué energía portará. Procediendo de Nuhmen no me da mala espina. Las únicas pegas que puedo encontrar es que no tengo demasiada idea de tocar el tambor (y si encima tengo que cantar, olvídate), y que al ser de piel de cabra su sonido varia con las condiciones térmicas y de humedad, que es el motivo principal por el que Nuhmen ha escogido una versión sintética para su nueva adquisición.

Un tambor y un nombre nada más llegar la Segunda Cosecha. Me siento bendecida.

Por mi parte, he decidido regalar uno de mis colgantes a Cuervo. Es un pentáculo de plata que tiene un cuervo encima. Yo apenas me lo he puesto y creo que ella le puede sacar más partido. Además, va más con su nombre de sacerdotisa. Este colgante lo compré en uno de mis Wackens, lo que significa que tiene ya unos cuantos años. Recuerdo perfectamente el momento en que lo compré en el mercadillo, aunque no sé precisar el año.
Es un colgante bonito, pero por lo que sea, apenas lo he llevado, y me pregunto ahora si realmente fue mío alguna vez. Quizás ese colgante estaba destinado a Cuervo desde un primer momento y yo solamente he sido el medio por el cual la Diosa se lo ha hecho llegar. Ha necesitado varios años,  muchos caminos, y muchas circunstancias para llegar a ella, pero al final la ha encontrado. Como debía de ser. Me encanta esta idea.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Nombres


El nombre es uno de los primeros regalos que te dan tus padres al nacer. Es nuestra primera seña de identidad, lo que permite distinguirnos de otros en un grupo. Cada nombre tiene una energía determinada, ademas de un significado que le atribuye unas características que van a acompañarnos durante toda la vida y que se va a expresar con nosotros. El nombre tiene poder, de ahí su importancia.

Llega mi iniciación como Hija de Iberia y no tenía muy claro con qué nombre dedicarme. Mi nombre real o mi nombre "mágico", por llamarlo de alguna manera. Ninguno de los dos me cuadraba para ello. No tiene ninguna lógica, simplemente que no me cuadraba. Mucho más cuando vi el vídeo de Jana sobre la Segunda Espiral de la Rueda de Iberia donde explicaba la diferencia entre la bruja y la sacerdotisa, que reside fundamentalmente en el servicio a la comunidad. Tenía que buscar algo nuevo, pero no conseguía encontrarlo. Ayer llegó, ¡justo en la semana de la iniciación!. In extremis.

Mi nombre como sacerdotisa será "Dunum", de origen celta, que significa "Fortaleza". No tiene tanto que ver con la capacidad humana, sino con la construcción, aunque ambas puedan tener un enlace. Muchas ciudades tienen la terminación "-dunum" en sus nombres, como "Berdún" que deriva de Viro (aldea) y Dunum (fortaleza), o Lyon, que procede de Lugh (el dios solar) y dunum. Me siento muy identificada con el nombre, y de hecho, muchas veces he dicho que si yo fuera una figura de ajedrez sería la torre. La fortaleza es fuerza, vigor, firmeza, solidez, resistencia, y su servicio es el de la defensa y la protección, algo que curiosamente tiene mucho que ver con el voto que voy a hacer a Iberia el próximo fin de semana (sin entrar en detalles), el cual fue una revelación de la diosa Noctiluca.

El nombre llega para la segunda cosecha, como un don, un regalo de la Diosa para mí. Curiosamente  viene con la entrada de la diosa Ama Lur, la Madre Tierra, que es roca y estructura, y con la que siempre he tenido mucha sintonía desde que empecé la Espiral. Es también un nombre anticipado por la diosa Ataecina en el embodiment del principio de la Espiral, hace ya muchos meses, cuando me dijo, entre otras cosas que indicaban mi capacidad de resistencia, que yo era la roca que no se desmoronaba. Ataecina y Ama Lur son el principio y el final de la rueda, así que es como cerrar un ciclo y empezar una nueva fase.

Aún no soy sacerdotisa, pero estoy en el camino. Quizás llegue, quizás no. Será lo que la Diosa decida. Sin embargo, el tener un nombre hace que se haya reforzado mi intención y la energía parece mucho más enfocada. ¿Significa que renuncio a la bruja? No. Quizás si lo hiciera enfocaría mucho más la energía hacia mi objetivo, pero me gusta tener una vía de escape al grupo. Aún no me siento totalmente parte de él, y tardaré en conseguirlo, porque mi individualidad y mi espíritu crítico están muy presentes. También porque me sigo identificando con la idea de la bruja solitaria y ecléctica, por lo que puedo formar parte del grupo, pero no sé si puedo diluirme en él.

A ratos me llega la voz de Paz diciendo que no es correcto tener diferentes facetas sin integrar, porque el subconsciente se vuelve loco, pero mi esencia sí es una. Es algo que tengo que madurar.

Dunum de Iberia, la fortaleza de Iberia. A mí me gusta.
Por cierto, he sacado la numerología y tiene vibración 1, justo como mi nombre de pila y mi nombre "mágico". Curioso.

Boda cristiana


Después de varias ceremonias paganas, asistir a una boda católica ha sido un gran contraste. Bodas paganas no he tenido la ocasión de vivirlas, pero puedo hacerme una idea, y creo que la diferencia fundamental es que mientras que en la ceremonia pagana prácticamente todo estaría enfocado al ritual del matrimonio, en la cristina el matrimonio representa una parte más y limitada de lo que es el formato de la misa. Mi cuñado diría que la ceremonia pagana es muy "mamarracha" y hasta cierto punto podría darle la razón si lo comparamos con el formato rígido de la cristiana. No es que la ceremonia pagana no tenga estructura, sino que cada ceremonia puede ser diferente en función de lo que el sacerdote/sacerdotisa haya ideado para la misma. Son ceremonias mucho más participativas y, por lo tanto, más largas, aunque todo depende del tipo de actividad que se realice y el número de participantes que asistan. Una meditación, por ejemplo, permite que todos los asistentes hagan algo al mismo tiempo, pero un embodiment puede ser un cuello de botella. Jo, qué triste que esté pensando en cómo optimizar algo así.

Como pagana he entrado muchas veces en una iglesia y me sigue admirando el arte sacro, mucho más la arquitectura de muchos templos. Me encanta la iconografía cristiana y siempre intento aprender los símbolos para poder identificarlos después. Pero por primera vez me sentí ajena a la ceremonia, como si aquello no tuviese que ver conmigo. Me da pena, porque yo no sentía la división interna entre lo pagano y lo judeo-cristiano. Son dos espiritualidades que podía integrar en mí, a pesar de lo muy diferentes que son. Esta vez no fue así. Yo me he decantado por el camino pagano, y quizás es normal dejar marchar el otro, más aún si voy a dedicarme, pero me da pena. Supongo que se me da mal cerrar ciclos.

Desde esa perspectiva distante, la ceremonia, ya digo, me pareció aburrida. No sé si es debido en parte a la energía de los asistentes. Hubo un coro que puso música a ciertas partes del ritual y eso suele ser bonito, pero a mí no me gustó. La homilía del cura estuvo bien, salvo que iba un poco de sobrado. Su sermón versó sobre que Dios había pensado en cada uno de ellos cuando decidió traerlos al mundo, como si se tratase de un destino, y entonces, miras a todos los que estamos solteros y piensas: ¿y con nosotros qué pasa, Señor? Pero bueno, al menos no lloré, porque se me habría corrido el maquillaje y habría parecido un mapache black-metal.

Boda aburridilla y medio pasada por agua, aunque no llegamos a mojarnos. Dicen que la lluvia trae buena suerte. El arroz es un símbolo de abundancia y fertilidad, pero no quisieron que lo lanzáramos porque "hace daño a los padrinos". Ok, es su deseo, pero ¿qué les cuesta a los padrinos quedarse dentro mientras se lanza? Tiramos pétalos de rosas, que es como más delicado, pero que no tienen recorrido. Además manchan y resbalan. De lanzar caramelos tampoco dijeron nada, aunque no llegamos a ejecutar nuestro plan pasivo-agresivo. Y mejor, porque la novia no tiene sentido del humor.

La conocí por la mañana durante el desayuno, ya que ambas nos alojábamos allí. Me la presentó José, que sí la había visto antes un par de veces. Yo la vi e iba a hacerle el comentario de que seguro que iba a la boda porque tenía pinta de monja, cuando en ese momento la reconoce y va a saludarla. Me quedé loca. A ver, es que la chica tiene muchas cosas destacables: es fea, tiene pinta de monja, es rancia, es muy seca, carece de sentido del humor y de la espontaneidad, es extremadamente rígida. En el fondo es una persona que vive encorsetada en un mundo de exigencias y normas. Puede jurarme lo que quiera, pero dudo que sea feliz. Afortunadamente para ella vive entre algodones y seguramente se contente con la idea de que seguir las normas divinas y humanas es bueno, por mucho que le esté jodiendo la vida. Lo que no sé es si después desplaza todo ese malestar que no ve a los demás, porque pinta tiene. Lo siento por el novio. Yo no sé si volveré a ver a ninguno de los dos, porque creo que le caigo mal, o quizás sea por José que le caigo mal, porque puedo entender que a veces tensa demasiado la cuerda y no ve hasta dónde llegar. Si además se entera de que soy pagana, quizás pida que me quemen en la hoguera. No es que tenga especial interés en conocerla.

La hermana es otra cosa, aunque procediendo de la misma familia, tienen que tener cosas en común, aunque solamente sea por la educación recibida. Me pareció una niña más dulce y más simpática, a pesar de que tuvo que soportar el interrogatorio de José. Se había empeñado en liarla con Darío, lo cual, no iba a suceder jamás. Pero quería hacer el intento de presentársela. Hasta que llegó Rubi y lo jodió todo entrando como un elefante en una cacharrería en una conversación donde nadie le había presentado ni dado espacio. La espantó, normal. Mejor para ella, creo yo.

Otro detalle que no me gustó de la boda fue que no nos dieron un regalo, como se hace en otras bodas. Es verdad que muchas veces estos recordatorios son horribles y son para tirar a la basura directamente, pero en este caso lo que hicieron fue darnos un marca páginas cutre donde decían que el dinero de los regalos lo habían donado a una ONG católica. Parece un bonito gesto y tal vez lo sea, pero me jode enormemente que decidan por mí. Podrían haberme pedido que mi regalo para los novios fuera a una ONG, en vez de quitarme ellos mi regalo de invitada, y lo habría hecho con más gusto. Y mira, ya que nos podemos, ya que todavía no les he enviado el dinero, quizás haga un donativo a una ONG en su nombre. Supongo que lo verán "muy bien". A fin de cuentas, dinero no les hace falta, sobre todo a ella.

La comida estuvo correcta, destacando principalmente el lechazo. También me gustó el carro de los donuts para la pista de baile, aunque después de una cena copiosa ¿quién tiene hambre? Y eso que el baile cerró a las cuatro de la mañana. No llegué tan lejos porque terminé antes hastiada de un DJ malísimo que no dejaba de cortar las canciones y mezclarlas mal. El novio me había pedido bailar una salsa antes de la cena, pero cuando llegó el momento, decidió bailar una bachata con su esposa, argumentando que a su mujer también le gusta bailar. Una mentira como la copa de un pino, cuando él me ha dicho repetidas veces que es uno de los fallos que tiene ella. Él no se acordará, pero yo sí, porque para eso tengo buena memoria.  Y así pasó, que el baile fue un desastre. Porque una persona tan rígida no se sabe dejar llevar, y él tampoco es tan buen bailarín. No creo que lo disfrutaran y tampoco se lucieron. Yo me fui a hablar con Alberto de temas trascendentales. Creo que no era el momento, pero así se dio.

De todas formas, yo me lo he pasado bien en esta boda, más por lo que ha rodeado a la boda que a la boda en sí. No sé si tendré muchas más en el futuro, porque la mayoría de mis conocidos ya están casados. Alguno queda, es verdad, pero no tienen pinta de dar el paso. Lo que sí me gustaría es participar en una boda pagana. No tanto oficiarla o formar parte del cuerpo ceremonial como estar en una y vivirla (como invitada, porque como contrayente lo veo extremadamente improbable). Nuhmen ha mandado algunas fotos de la suya y me ha parecido muy bonita, muy simbólica, que es lo que más me gusta a mí en realidad.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Mal de amores

Nuhmen va a oficiar una boda pagana y va a encontrarse a su ex novio en la misma acompañado de su actual pareja, que es la persona con quien le fue infiel mientras estaban juntos. Yo quería ayudarle con mi propio ejemplo, para que conociera una situación que fue surrealista pero que desde fuera y racionalizada puede resultar hasta cómica. De ahí salió una conversación sobre las infidelidades donde terminé verbalizando algo en voz alta que me dejó muy tocada: mi falta de autoestima.

Nuhmen y Cuervo no llegan a comprender que yo pueda tener una relación cordial con mi ex, dado que ellos sienten mucho rencor. Les argumenté que efectivamente las infidelidades duelen, en mi opinión por dos temas:

1) la pérdida de una zona de confort. La pareja suele ser una zona cómoda donde sabes manejarte, aun cuando te esté hundiendo en la mierda. A mucha gente le da miedo renunciar a esa seguridad. Además, junto a las dudas, hay gente que no sabe cómo manejar la situación. Son torpes porque no tienen recursos emocionales ni madurez para hacerlo mejor. No es fácil, ciertamente, porque todos somos torpes en cuestión de emociones y sentimientos.También es cierto que hay gente que simplemente no quiere salir de ahí y que utiliza al amante como un capricho para satisfacer ciertas necesidades que no cubre con su pareja, pero no renuncia a su relación porque le aporta otras cosas que le viene bien, desde esa comodidad hasta un estatus, una imagen, etc. 

2) el ego. Que te sean infiel mucha gente lo vive como una traición o como un fracaso. Es de repente sentir que no eres suficiente o correcto, y eso hace que el ego se revuelva, generando sentimientos de odio e ira, al tiempo que eres consciente de tu vulnerabilidad y eso es algo que cuesta mucho mirar y aceptar.

En mi caso, en vez de sentir odio, racionalicé el asunto, y quizás fue un error. Desplacé mi rabia hacia mi interior y le quité responsabilidad a él. A la chica, desde luego, se la quité toda, ya que ella no tenía que ver conmigo, pero a él le descargué del peso y asumí parte de la carga. Sigo pensando que en parte fui responsable, pero tendría que haber exteriorizado más mi dolor. Y aquí viene la trampa: si no lo hice, fue porque en el fondo me creí merecedora del acto. Era lógico que me engañara, era lógico que me sustituyera, porque yo no era (no soy) suficientemente buena o adecuada. El decir esto en voz alta, me ha dejado mal. 

A esto se suma una conversación con unas amigas deseosas de verme con pareja que prácticamente me han transmitido el mensaje de "si no estás con pareja, estás desperdiciando tu vida". Sé que lo hacen por mi bien, pero no lo han expresado bien. Eso también me ha dejado mal. Primero porque censuran mi actual situación como si no fuera correcta. Segundo porque no conocen mis circunstancias ni mi forma de sentir. Me animan a registrarme en redes sociales de pareja, pero es un formato que me horripila, porque me remueve mucho por dentro. Acaso crean que quiero quedarme sola. No es cierto. Me encantaría compartir mi vida con alguien. No se trata de sexo, sino de una conexión total. 

Una de las cosas que más echo de menos de mi ex era su amistad. No solamente era mi mejor amigo, sino la persona que mejor me conocía y me entendía.  Alguien con quien poder abrirte totalmente, con quien poder expresarte libremente sin miedo. Desde entonces no he tenido a nadie que cubra ese rol. 

Al final creo que me quedaré sola en la vida. No es lo que yo desearía, pero es lo que tengo que aceptar. En el fondo, sigo pensando que sigo pensando igual que cuando mi ex me fue infiel: me lo merezco porque no soy adecuada, o soy defectuosa, o soy insuficiente. Por eso, tiendo a comprender que nadie me elija, ni me dé importancia, ni me dé prioridad.

domingo, 15 de septiembre de 2019

La leona


Todo es agua hoy: la luna en Piscis, la tormenta en el exterior, la lluvia en mi corazón. Estoy emocional, aunque no sé por qué. Quizás por todo, todo lo que no es. No me apetece nada, salvo alejarme del mundo y refugiarme en mí.

Pero Ama Lur me llama, así que asistiré a la ceremonia en su honor, y de paso doy apoyo a los deberes de segunda Espiral de Gema. Me sorprende verla tan chamánica, tan metida en su papel. Su voz, sus palabras, sus gestos... Todo resulta tan medido, tan armónico, tan perfecto. Y todo es tan sumamente de tierra que me ancla inmediatamente al suelo, dándome la estabilidad que busco.

Me toca invocar a Metragirta. Las diosas del oeste se me dan bien. Además, parece que son las que menos quiere la gente. Pero Metragirta desapareció en las vacaciones, barrida por Ama Lur. Su reinado parece acabado antes de tiempo y me sabe mal por ella, pero así lo siento en mi interior. Aún así, la invocaré con amor y respeto, invitándola a participar en la ceremonia, pidiendo que sus energías cálidas, amorosas y maternales se unan a nosotras en este ritual.

Sin embargo, en la meditación aparece la leona como mi totem. La leona de Metragirta. No es una sorpresa. Pero me ha acompañado durante la meditación antes de ser invocada, como si supiera que tenía que presentarse ante mí. Se comporta como un gato grande y amoroso, con su fuerza y agresividad bajo control y las defensas bajadas. La leona me representa desde niña. Ella es la fuerza que he necesitado durante toda mi vida. Pero me dice que una leona solitaria es más vulnerable. Las leonas son grupales, la supervivencia depende de la colaboración, y una leona solitaria tendrá más dificultades para cazar. Pero aquí estoy, sola, alejada de las manadas, triste bajo la lluvia, más resignada que esperanzada, soñando con un futuro mejor. Una fantasía Neptuniana. Piscis. 

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Síndrome del impostor

Se anuncia la Expert Convention de la empresa en Madrid esta semana. Vista la pasada edición, que tuvo una afluencia masiva, este año se han dedicado a invitar en primera instancia a aquellos que tienen una categoría superior. Hay como varios niveles dentro de toda la masa, formada por unas 2000 personas en todo el mundo, pero los de nivel superior deben ser unos 300. Yo formo parte del grupo grande, es decir, de los que no están invitados. No me importa mucho porque siento que no tiene mucho sentido mi participación en el evento, ya que ni siquiera participo en las conferencias regulares convocadas en mi dominio. Yo pertenezco al dominio de seguridad. Me di de alta cuando formaba parte del grupo de Financial Services, donde participaba en proyectos de ciberseguridad. Entonces quizás tenía más sentido, ya que estaba más al tanto de las tecnologías, especialmente de la seguridad prescriptiva a través de los SIEMs. De eso hace ya dos años. Luego llegó la gestión de la PMO y con ello el fin de cualquier relación con la parte técnica, ni siquiera de manera tangencial.

A veces echo de menos esa parte y, de vez en cuando, me gusta conectarme a ese mundo. Es uno de mis mundos, para mí que pienso de forma compartimentalizada (pero porosa). Me gusta porque me conecta con una parte que ha sido importante en mi vida, la ingeniería, aunque yo nunca he sido muy buena a nivel técnico. A mí lo que se me daba bien era conceptualizar y buscar patrones, lo de bajar las ideas y las teorías a tierra no ha sido mi fuerte. Pero la parte que se me daba bien me ayudaba mucho como jefe de proyecto para no perderme en el desarrollo del proyecto, hasta tal punto de poder seguir las discusiones técnicas sin problemas o ser capaz de entender los sistemas que estábamos generando. Sé que en la PMO no todo el mundo tiene esa capacidad y creo que es una limitación para ellos. Me ha costado mucho reconocerlo y aceptar que no toda la gente puede hacer según qué.

Como la convención es en Madrid, abrieron la invitación a todos los que residimos aquí. Decidí apuntarme como una oportunidad de hacer algo distinto a lo que suelo hacer. Así que ayer me planté en el hotel del congreso y formalicé el registro. Me encontré allí a varias personas de mi departamento y de mi sede. A algunas las conocía solamente por twitter, lo cual está bien porque ayuda a desvirtualizarlas. Las presentaciones iniciales fueron un poco aburridas, hasta que salió el jefe de la comunidad científica, un señor setentón que tiene una mente lúcida y mucha energía, y que da gusto oírle hablar sobre tecnología de lo bien que expone. Los que le conocen dicen que es muy mandón (por eso de que es la mano derecha del CEO global), pero que tiene una visión clarísima de hacia dónde tiene que ir la tecnología, y la empresa. Esa visión la impone dentro de ese grupo de excelencia, pero me temo que no baja más allá, o es lo que parece desde donde estoy yo en la sede de Iberia. Me da bastante pena que no haya una alineación mejor entre el futuro y el presente, pero teniendo en cuenta que en España trabajamos fundamentalmente con administración pública, parece una misión imposible que nadie quiera invertir en lo que promulga la comunidad científica. Por no hablar de los intereses parciales de los comerciales.

La sala estaba llena. Debíamos de ser unas 300 personas allí reunidas. Mayoritariamente hombres, es verdad, como suele pasar en el mundo ICT que yo conozco, y la media de edad tirando hacia arriba. "Mucha corbata y poca camiseta" lo definió mi compañero Ángel, y es la mejor descripción que se puede dar de la audiencia. Si al menos todos todos fueran tan visionarios y comprometidos como el jefe de la comunidad científica, se podría decir que la empresa tiene un gran potencial innovador, pero me temo que tampoco. Y eso que parece que hacemos bastantes patentes (¿Patentes de qué?). Entre tanto yo preguntándome qué hacía allí.

Se llama "síndrome del impostor". Es esa sensación de saberte fuera de lugar de donde estás, especialmente por falta de competencia. Es el no exponerte para que los demás no descubran tu falta de competencia. Esto me ha pasado mucho en mi carrera profesional, especialmente en mis comienzos como ingeniera hardware. Entonces se juntaban muchos factores al tiempo que no me ayudaban mucho. Con el tiempo me pasa menos, quizás porque he ido encontrando mi sitio y me he ido capacitando en algo que sí soy capaz de manejar, pero de vez en cuando surge de nuevo, y no es una situación demasiado agradable. Es lo que siento al estar entre estos expertos, que dedican su tiempo a la tecnología. Lo veo en mi compañera Ana, una persona destacada de la comunidad científica, con sus conocimientos de Edge y swarming. Ella vive para esto, está claro. Yo no.

No me siento con ganas ni con capacidad de dedicarme a estas cosas. No sé cómo hacerlo, ni sé si quiero hacerlo, porque mi vida se compone de muchas más facetas que quiero atender. Antiguamente el trabajo lo ocupaba todo, pero ahora busco nutrir otras áreas que también forman parte de mi persona. Quizás lo que debiera hacer es cambiar mi estrategia en el trabajo: abandonar un poco la parte operativa y tomar más perspectiva, dedicando tiempo a "afilar el hacha". De esta manera quizás podría dedicarme a temas de mi propio desarrollo personal en el entorno labora, que lo tengo bastante abandonado. Si me capacito un poco, quizás pueda combatir esa sensación de incompetencia, aunque corro el riesgo de caer en un perfeccionismo innecesario. Esta es mi tarea de reflexión para esta semana.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Regalos



He ido a explorar a las rocas que se levantan en el centro de la playa. Solamente son accesibles con la marea baja, cuando se forma una lengua de tierra con la arena de la playa. A los visitantes les gusta ir allí a curiosear como parte de las actividades normales de la playa, aunque, aparentemente, no hay demasiado por ver, salvo las grietas caprichosas y escarpadas que ceden paso al mar y poder adquirir una perspectiva de los acantilados de la costa. El resto es una acumulación de cantos de color blanco y las escasas plantas que pueden sobrevivir allí. Aparentemente el agua no llega a cubrir el conjunto.

Aprovechando que la marea está tardando en subir (es fascinante comprobar los horarios de las mareas y ver sus cambios), he ido a las rocas. Sí, me siento un poco asilvestrada en mi contacto con los elementos. Allí he encontrado una piedra que recuerda a los cuchillos prehistóricos (Atapuerca me ha marcado) y una enorme pluma, probablemente de gaviota. Es posible que llevaran allí mucho tiempo, ocultos a los ojos profanos que no saben valorar los mismos. No para mí, que los recibo como regalos de la naturaleza. La pluma posiblemente pase a formar parte de mi abanico riuual y la roca adornará mi altar de verano hasta que llegue la época de Ama Lur.

Son hermosos a pesar de su aparente simplicidad, pero si son un regalo de la naturaleza, qué otra cosa podría ser sino algo sencillo y natural? Y sin embargo, me parecen cargados de tanto amor, que me emocionan. No puedo sentir sino gratitud por ser merecedora de tanto afecto. Es precisamente ese amor el auténtico valor de los regalos. Me siento bendecida.


domingo, 1 de septiembre de 2019

Identificación

Mirando las prendas de mi maleta me percataba de que son todas deportivas, no. Solamente por la clase de viaje que voy a hacer, sino porque es la ropa con la que me voy a sentir más cómoda. Son poco femeninas y no tienen nada de elegancia o glamour. Otras mujeres habrían cuidado más la apariencia, pero no es algo que a mí me preocupe, porque yo ni voy a lucirme, no voy a ligar, no voy a socializar, solamente voy a vivir la experiencia, que tiene mucho con estar recogida en mí.

Esto me hacía pensar que aunque una de mis terapias estaba centrada en ser más femenina, para superar esa mierda de mandato familiar que cargo, no lo estaba consiguiendo. Es posible que haya fracasado hace tiempo y que no me haya dado cuenta hasta ahora. Esas prendas de mi maleta lo confirman. A la vez, pensaba que en realidad voy a expresar lo que soy en realidad, sin disfraces ni pretensiones.

Pero Metragirta, en su sabiduría, me corrigió y me dijo: "tú tampoco eres eso. Te has identificado con esa imagen, pero no lo eres. Tú eres más. Tú eres todo".

Y entonces pensé que quizás cada uno de nosotros llevamos dentro todos los rasgos posibles a expresar. Llevamos tanto la cobardía como la valentía, la tacañería y la generosidad, la maldad y la bondad. Quizás tenemos una tendencia a expresar unos sobre otros conforme al programa mental que cargamos, pero es una elección. En cualquier momento podemos escoger el rasgo contrario al que expresamos habitualmente, porque está en nosotros también.

Va a costar más porque nuestro cuerpo y nuestra química está acostumbrado al antiguo, que lleva años reforzado. Dicen que se tardan al menos 21 días en cambiar un hábito, no sé cuánto se tardará en cambiar un rasgo. Es normal caer en lo antiguo, la cuestión es seguir intentándolo.
Uno puede reconfigurarse, buscarse una identidad nueva. Lo importante es que nos sea de agrado. Pero igualmente, jamás será solamente esa identidad. La identidad es simplemente el vestido con el que nos presentamos, pero jamás el total de lo que somos.

Dónde queda la aceptación en todo esto? Esto es un trabajo interno bastante importante, porque la mayoría de las personas no nos conocemos a nosotros mismos. La aceptación viene de conocerse y saber qué estamos expresando. Lo que nos gusta se queda, lo que no lo agradecemos y lo cambiamos, a lo Marie Kondo con la ropa, porque esos rasgos han cumplido una función que nos ha servido hasta el momento. El problema es que muchos de esos rasgos no los hemos elegido, nos los han otorgado personas externas: padres, abuelos, maestros, amigos... Y son personas tan importantes que para no decepcionar les hemos comprado el argumento y nos hemos completado conforme a sus expectativas. O en un acto de rebeldía nos hemos ido al extremo opuesto. Pero ha sido algo inconsciente. Es por ello que llevamos tanto en la sombra que necesita ser reconocido. Ahí está la aceptación, en ver qué uno no es tan vago como le decían, ni tan tonto, ni tan desobediente, ni tan vanidoso. Y tampoco que pintar sea de vagos, ni hacer ballet de "mariquitas", ni subirse a los árboles de "marimachos". Aceptación es saber que no me gustan hacer las tareas domésticas y que por eso voy más lenta con ellas, o me distraigo con ellas, pero eso no me convierte en vaga o desadeada; pero reconozco que las hago igualmente y consigo tener la casa más o menos decente. O que aunque el color negro me haga pasar desapercibida y me haga dar una imagen más dura, el color que me gusta y que me sienta bien, es el rosa, y no por ello voy a ser más cándida o susceptible de ser engañada.

Seguiría hablando, pero tengo hambre y quiero desayunar. Eso no me hace una gorda asquerosa, me hace humana. Me desidentifico de la gorda y me identifico con la humana. Así disfruto mi desayuno sin culpa ni posteriores castigos absurdos.