martes, 31 de marzo de 2020

Semana 3

Tercera semana de encierro. He intentado hacer compra online para mí y mis padres, para evitar que mi madre saliera a la calle e hiciera esas demostraciones de fortaleza que le de vez en cuando se ve en la necesidad de hacer. Pero la mayoría de los supermercados no están sirviendo en mi barrio, así que tendré que volver al plan inicial: compras en tiendas pequeñas de proximidad. No sé si bajar esta tarde, aunque hace un día de perros.

Hoy me siento cansada y un poco desanimada. Creo que tiene que ver con el no haber tenido un descanso mental este fin de semana. Como la tecnología lo permite, tuve clase de eneagrama online. En vez de ser un día y medio en un fin de semana, lo hemos hecho en tres partes, una por triada. Pero se hace muy pesado por interesante que parezca, más aún cuando lo haces en el lugar de teletrabajo, con el ordenador habitual. He intentado hacer alguna actividad más para poder desconectar, y ha sido limpiar, y quizás por eso también estoy cansada. Es increíble la pérdida de forma física. Hoy me he puesto una clase de zumba bastante normalita y casi me muero. Y encima tengo a mi madre recordándome que estoy engordando...

Los cambios de tiempo son los que marcan la variedad de la rutina. Creo que esta experiencia nos tendría que servir para comprender cómo pueden sentirse los presos, los refugiados y los animales en el zoo, pero no creo que mucha gente desarrolle esa empatía. Los días son bastante parecidos entre sí. Me gustaría apuntarme a alguna de esas actividades online gratuitas que se están ofreciendo, pero cuando acaba la jornada laboral estoy cansada y solamente me apetece matar neuronas. Me estoy tragando muchas pelis de zombies, que en general son malísimas. Quiero ver toda la saga de "Resident Evil", pero en youtube y en Prime no la echan.

Los vídeos de animales me dan la vida. Los panditas son especialmente útiles para arrancarme una sonrisa: son como muy loquitos, muy caóticos. Hoy he visto el vídeo de un castor llevando zanahorias a sus colegas, que me ha parecido muy tierno dando saltitos con sus zanahorias en sus manos y boca. Los memes de Baby Yoda también me ayudan. Ayer lo hablábamos en la clase de eneagrama y creo que es muy cierto: el alma se nutre de la experiencia; así que ver continuamente ciertas noticias, las quejas de la gente, el odio, etc...no ayuda nada a mantener el espíritu.

Por lo demás, intento preocuparme por la gente que me importa. Esto no me sale natural en general, así que temo haberme dejado gente en el camino. A los demás les pregunto cómo se encuentran e intento animarlos. Hoy dos personas me han dicho "me has hecho reír". Con esto creo que ya he hecho el día. Si es que soy graciosa...No tengo mucho que ofrecer a la sociedad, pero intento hacer algo a nivel local. Lo que puedo y lo que sé.

Estoy dando soporte a otros que sí están haciendo charlas online. A algunos les ayudo a descargar vídeos de Instagram porque parece que no saben o no pueden. Es el trabajo en la sombra. Como siempre.

lunes, 30 de marzo de 2020

The Laughing Heart (Charles Bukowski)


“your life is your life
don’t let it be clubbed into dank submission.

be on the watch.
there are ways out.
there is a light somewhere.
it may not be much light but
it beats the darkness.
be on the watch.
the gods will offer you chances.
know them.
take them.
you can’t beat death but
you can beat death in life, sometimes.
and the more often you learn to do it,
the more light there will be.
your life is your life.
know it while you have it.
you are marvelous
the gods wait to delight
in you.”

miércoles, 25 de marzo de 2020

Semana 2

Ayer se cumplieron quince días que me encuentro encerrada en casa por el coronavirus.
Lo llevo bastante bien. He tenido algún momento de bajón, pero ha sido muy puntual. En general me siento bastante apacible, porque me parece una situación soportable. Soy consciente de lo afortunada que soy en mi situación y que eso me ayuda mucho a llevar esto.

Desde hace meses realizo un teletrabajo de cuatro días. Cuando empezó la crisis,era obvio que técnicamente estábamos preparados para el teletrabajo, ya que nuestra actividad no requiere una presencia física, sino telemática. Todo lo gestionamos a través de herramientas ofimaticas y online, y estamos acostumbrados a trabajar distribuidamente. Nuestra actividad se ha mantenido en la crisis y es una suerte poder tener algo que nos mantenga concentrados en algo ajeno a la pandemia, aunque ésta también haya impactado en nuestra actividad.

Además, tengo la suerte de vivir sola con mis gatas. No tengo hijos ni marido con los que compartir mi espacio, ni actividades. No me tengo que organizar con nadie, no tengo que estar pendiente de nadie que no sean mis gatas, no tengo que discutir con nadie. Mi casa es una balsa de aceite. O más bien es una burbuja que me tiene muy aislada del exterior y de la realidad. Al no haber salido a la calle solamente conozco de oídas lo que está sucediendo, pero no lo estoy experimentando. Eso me permite tener una distancia emocional con la situación. También lo facilita el hecho de que no tengo casos conocidos cerca.

Bueno, esto no es del todo exacto. Ayer supe que el novio de mi prima Marisa está ingresado en el hospital por coronavirus, intubado por insuficiencia respiratoria. Lo pilló en un viaje laboral a Francia a principios de mes. Él y las dos personas que le acompañaban. Un viaje que quizás no tendría que haberse producido, pero fue. Quizás tenía que pasar por esto. Yo lo siento fundamentalmente por mi prima, porque después de una vida hipotecada con las oposiciones y dos cánceres de mama, por fin disfrutaba de una vida acomodada y llena de amor. Y ahora llega el coronavirus y lo trastoca.

¿Cómo se puede consolar a una persona en estos momentos? Es difícil. No hay palabras que puedan calmar el dolor, la rabia y el miedo que pasan las personas que tienen a alguien cercano afectado. Simplemente puedes dejarles saber que estás ahí y que los quieres, pero el proceso solamente les pertenece a ellos, y tienen que pasarlo, cada uno a su manera. No hay fórmulas. Pero el dolor hay que vivirlo para poder procesarlo y trascenderlo.

En la tribu ayer surgió una bonita iniciativa de encender una vela por aquellos que se habían marchado sin la compañía de lo suyos y por aquellos que se quedaban sin haber podido despedirse. Yo decidí encender la llama de la diosa oscura, diosa de la muerte y el renacimiento, aunque sea el tiempo de la madre del fuego. Era lo que me pedía mi intuición. Una amiga me ha preguntado qué significaba la diosa oscura y me he encontrado dándole un discurso que hasta yo me he emocionado. Porque la diosa oscura, a pesar de su aspecto aparentemente terrible, me parece amorosísima. Es la que nos acompaña en nuestros tiempos más terribles, dándonos la compañía, el apoyo y el consuelo que necesitamos para realizar un tránsito que es inevitable. Ella no va a impedir el cambio, porque es lo que cada uno necesitamos, pero sí va a estar a nuestro lado, sosteniéndonos, guiándonos, mostrándonos aquello que necesitamos ver.  Y esto incluye la muerte.

Le comentaba a mi amiga que en el grupo pagano se habla de la muerte como el paso al otro lado del velo, para llegar a las tierras del verano. Y si me preguntan qué son las tierras del verano, no son un paraíso, como en las creencias cristianas, sino el regreso a la Fuente de la que procedemos (Fuente, Universo,Divinidad, Dios...como cada uno quiera llamarlo). Es regresar al hogar. Quizás desde nuestro individualismo no captamos que somos parte de un Todo, y ese todo es la Fuente. Y de repente estamos asistiendo a un regreso masivo de almas de vuelta. Para que exista la vida, tiene que existir la muerte. Ése es otro aspecto de la diosa oscura. No es un aspecto cruel, es una ley de equilibrio y de reaprovechamiento, igual que sucede en la naturaleza.

Hoy intentaré salir a la calle. Tengo que comprar cosas en el veterinario y en la droguería. La primera incursión. Me siento hasta torpe pensando en lo que me voy a encontrar. Espero que se dé bien.

lunes, 23 de marzo de 2020

Feliz cumpleaños

El coronavirus estropeó mi celebración de cumpleaños. Fue un día extraño, anodino y plomizo, tomado completamente por el ambiente enrarecido de la cuarentena. A pesar de que en la oficina tenemos teletrabajo, se nota que la gente no está demasiado centrada, que hay demasiado estrés, incertidumbre y perplejidad. No fue la mejor semana posible y, afortunadamente, llegó el fin de semana para romper con esa dinámica.

¿No buscaba un día especial de cumpleaños? Pues toma, dos tazas. No creo que mis planes hubiesen igualado el impacto, aunque obviamente esperaba algo más placentero. Me había reservado una hora en un centro de realidad virtual, por hacer algo diferente, algo que no hubiese hecho nunca y que me proporcionase una experiencia nueva. Obviamente no puede aprovecharlo.

También me había encargado una tarta especial hacía un mes. Una tarta que hiciera homenaje a mi totem: la leona Elsa y el lema que la acompañara "Nacida Libre". Un día quisiera ahondar un poco más en el simbolismo de la leona, su nombre y el lema, porque en cierta forma determina mi vida, aunque desconozco la forma.

La chica de la tarta me contactó unos días antes para preguntarme si quería mantener la tarta. No sabía bien qué decir, porque nunca sabes en qué manera puedes contagiar a otros, pero ella insistió. Para ello quedamos en que me traería la tarta a casa, la dejaría en la puerta y se marcharía. Contacto cero. Y más o menos fue así, salvo que decidió dejar la tarta en el ascensor y hacer que subiera sola hasta el rellano. No entendí el procedimiento hasta que vi llegar el ascensor y la puerta no se abrió. Por un momento, alguien podría haber llamado al ascensor y encontrarse la tarta. Me dio hasta ternurita encontrarme la caja solita en el ascensor con un mensaje de ánimo que decía: "Felicidades, todo va a salir bien".

La tarta estaba riquísima. Era de chocolate rellena de chocolate. El relleno era delicioso, porque tenía un toque a queso filadelfia. Había pedido una tarta de ocho raciones, pensando en que la compartiría con mucha gente, pero no fue así. He tenido bastante tarta para mí.

Cuervo se pasó por la mañana por casa en una visita exprés camino al trabajo. Me trajo unos regalos que había encargado para mí: un libro de brujas y unos exfoliantes hechos a mano. No es ya que molen, es que me emociona haber podido tener regalos y que Cuervo se haya arriesgado a venir a verme. Fueron cinco minutos de encuentro a distancia prudencial, y ella encima parapetada con su mascarilla y sus guantes, pero cinco minutos muy sentidos.

Tuve bastantes felicitaciones y mensajes, algo que no esperaba y que me gustó mucho. Para ser tan asocial, tengo mi corazoncito. Como decían en eneagrama, los eneatipos 6 necesitamos presencia.

¿Lo celebraré después? Pues no lo sé. Todo tiene un momento, y cuando eso se pasa, no parece que tenga sentido. Seguramente haya más cosas que celebrar a futuro, aunque solamente sea la salida a la calle en condiciones normales o viajar. Me muero de ganas de irme a Hamburgo. Me muero de ganas de salir a tumbarme en la hierba al sol. Creo que en el fondo, como decía Camus, llevo en mí un verano invencible. O una primavera.

martes, 17 de marzo de 2020

Semana 1

Llevo una semana de confinamiento por coronavirus. Como no he bajado al médico, ni me ha atendido nadie, no puedo confirmar o desmentir que haya pasado el coronavirus, pero sí he tenido unos días donde he estado muy mal. Empecé con fiebre, luego con la garganta, algo de tos y después la congestión nasal. Ha sido una sucesión de síntomas que me han tenido en cama durante varios días y aislada del mundo por necesidad.

Hasta la fecha no lo he llevado mal, habida cuenta de que he dormido más de lo que he estado despierta, lo cual ayuda a pasar los días. Ahora que me encuentro casi recuperada veremos cómo se capea el estar encerrado. Creo que soy bastante afortunada respecto de esta cuarentena. Tengo silencio y tranquilidad, tengo comida, agua corriente, calefacción, luz, ropa limpia, tengo libros y tengo Internet. También tengo unas vistas decentes que me permiten observar el mundo desde mi ventana. Está totalmente primaveral y Madrid es precioso en primavera.

Tengo la suerte de poder teletrabajar y de vez en cuando tener telcos con algún compañero. Eso me permite tener suficiente contacto social como para no volverme loca. También estoy teniendo videollamadas con mi hermana y su familia a los que he visto más en tres días de lo que llevo en todo el año. Aun así echo de menos a ciertas personas a las que voy a tardar mucho en ver, si es que volvemos a vernos. No lo digo a modo ominoso, pero es cierto que la distancia produce desapego, así que el reencuentro, de producirse, podría ser muy extraño, frío, incluso. Te fuiste siendo un amigo y regresas siendo un desconocido.

Hoy he decidido hacer algo de deporte por moverme un poco, y he hecho una rutina sencilla que he encontrado en Youtube de unos quince minutos. Casi me muero. He perdido toda la forma y es muy posible que mañana tenga agujetas. Mantener la disciplina va a ser difícil, porque no se me apetece nada hacer esto. Pero me temo que tendré que esforzarme porque la reclusión va para largo, aunque espero que de aquí a unos días pueda bajar a hacer compra al menos. Con la limpieza de la casa me cuesta menos. No es que me esté matando a limpiar, pero me recuerda a mi viaje a Japón y la necesidad de mantener las cosas en orden para que un espacio pequeño no se venga encima.

Mis gatas me hacen compañía. Tengo la sospecha de que Ozzy está algo enferma. La noto mustia para lo que es ella y hoy creo que no la he visto comer. Voy a observarla a ver si se confirma. ¿Están abiertos los servicios veterinarios? Ni lo sé. Ozzy no es una gata tan mayor, sobre todo si la comparo con Cafeína, pero puede que esté siguiendo un patrón parecido al de Teína. Este año hará tres que Teína se marchó y sigo echándola de menos. También echo de menos a mi tía Ana y a Héctor. Dentro de no mucho tendré más gente al otro lado del velo que aquí, como para querer quedarme. He pensado que quizás morir por Coronavirus no es tan malo después de todo.

Cuando termine la cuarentena, voy a necesitar horizontes. No sé cómo hay gente a la que no le gusta viajar. Cuando termine la cuarentena, mi mundo estará patas arriba y no voy a saber ni por dónde empezar a recomponerlo.

sábado, 14 de marzo de 2020

Aislamiento

Hoy era el cumpleaños de mi padre y, por ser una persona de riesgo, no hemos celebrado el día con él. Ha sido un poco triste, pero es mejor prevenir que lamentar. Yo especialmente, que soy la que tiene síntomas gripales. Estoy encerrada en casa desde el martes capeando la situación como puedo, porque no termino de mejorar. No sé si tengo coronavirus, pero he pasado por múltiples síntomas: primero fiebre, luego la garganta, y ahora el resfriado. Estoy un poco floja y por eso estoy durmiendo bastante, lo cual me ayuda a pasar estos días bastante bien, porque estoy perdida en mi mundo onírico al margen de la realidad.

Una realidad que tiene mucho de surrealista, porque estamos viendo cosas que van contra toda la lógica. Para empezar es la primera vez que vivimos una situación así. Las pandemias anteriores ni nos han tocado, por lo que no tenemos ni experiencia ni conciencia. No es una excusa, pero explica que la gente haya tenido muchos comportamientos insolidarios y egoístas, no por maldad, sino por falta de conocimiento. Es fácil decir: "es de cajón", pero no lo es. A veces nos lo tienen que decir, nos lo tienen que explicar. Y luego es cierto que habrá gente que se pase todo por el forro una vez que lo haya comprendido, porque el ser humano es así.

También hay que tener en cuenta de que hemos entrado en una fase donde el neocortex no va a funcionar bien. La información que recibimos solamente alimenta el miedo, y en el miedo es el cerebro reptiliano quien está al mando. Ahí no podemos pedir mucha comprensión ni raciocinio, porque estamos en modo reactivo total. Tampoco es una excusa, pero funciona así. Y no olvidemos: si la especie ha sobrevivido, no es por actos de bondad, sino por actos de supervivencia. Descendemos de lo peor. Creo que es importante reconocerlo, porque gracias a esos actos, estamos aquí. No quiero decir que los repliquemos, pero sí que tengamos en cuenta que somos animales y que biológicamente estamos diseñados para sobrevivir. A nuestro cuerpo le importa poco si somos felices o buenos, solamente cumple su misión de mantenernos con vida, y eso pasa por robar, matar o estafar si es necesario.

Sin embargo, dentro de todas las malas tendencias, también hay espacio para aquello que nos define como humanos: gestos de una generosidad y una solidaridad enormes. El caso más evidente es el del cuerpo médico, doblando turnos, totalmente expuestos al virus, pero entregados a aliviar a los afectados e intentando combatir la enfermedad. Pero hay muchos más que hacen que la sociedad pueda mantenerse a pesar de la situación: celadores, cajeros de supermercados, dependientes, reponedores, servicios logísticos, policías, etc. Y además hay ciudadanos que están intentando hacer de la situación algo más amable. Gente que se ofrece a cuidar a los hijos de otros, a hacer la compra a sus vecinos mayores, que donan sangre, que están ofreciendo actividades online para ayudar a los que estamos aislados (bueno a partir del lunes todos)...Mi hermana, por ejemplo, se ha ofrecido a cuidar de un niño cuyos padres son enfermeros para que se vayan a trabajar tranquilos. Me parece un gesto muy generoso y me hace sentir muy orgullosa. No sé si yo habría sido tanto.

Por mi parte, este aislamiento me ha hecho pensar mucho en una vuelta a lo básico. Pienso en las brujas solitarias del pasado, aisladas en sus cabañas en el bosque al margen de la sociedad. Cuando no puedes salir afuera el único camino es hacia dentro. Esto es una especie de oportunidad para estar conmigo misma en estado puro. Es cierto que tengo las redes sociales para contactar con quien necesite en un momento dado, pero la mayor parte del tiempo voy a pasarla conmigo misma. Cuando esté mejor voy a tener que invertir mi tiempo en cosas que tengan que ver conmigo: la casa, mi mente, mi estado emocional, mi identidad...es un momento para mí. Porque está claro que cuando todo esto pase, las cosas no serán como antes. Creo que es un episodio que nos va a cambiar mucho como sociedad y también individualmente.

Pero he pensado otra cosa también. Esto es casi un reset. Hoy leía "mi casa es un útero" y me ha impactado porque así lo creo en estos días. Queda una semana para mi cumpleaños y estoy en una especie de transformación en estas cuatro paredes. Voy a renacer y la forma en que renazca va a depender mucho de estos días, de cómo los enfoque, de cómo los trabaje conmigo misma. Es tiempo de renovación, es tiempo de Ostara. Cuando renazca, no voy a ser la misma, aunque no sé cómo me voy a expresar. No me da miedo, más bien siento curiosidad. No voy a apresurar nada, solo dejar que la vida llame al despertar.

martes, 10 de marzo de 2020

Teletrabajo

Ante la aparente escalada del coronavirus, la directora de mi departamento nos dio la posibilidad de hacer teletrabajo total. Es una medida unilateral que tomamos nosotros, pues no hay directiva oficial de la empresa y RRHH no se moja. Ayer los jefes de mercado comunicamos la opción y parece que la gente ha decidido masivamente secundar la idea. Nosotros estamos preparados para el teletrabajo desde hace mucho tiempo, así que ampliarlo no es un problema operativo. El problema es otro.

Yo soy una de las afortunadas que disfruta de un amplio teletrabajo habitualmente. Ampliarlo no va a suponer una gran diferencia, salvo en la parte humana. Todos necesitamos esa parte social que nos da la oficina, especialmente cuando vives sola y apenas tienes contacto con otras personas. Se pueden sostener ciertas relaciones a distancias, pero son relaciones ficticias. Toda relación humana de verdad necesita de presencia, necesita de piel, de olor, de feromonas. Hay tanta información que no se puede transmitir a través de la wifi. Si solamente fuéramos mentales, quizás la cosa podría funcionar muy bien, y de hecho, no funciona mal del todo relacionarse a través de la pantalla, pero a la larga es insostenible.

Se nos olvida que somos animales y que nuestra biología es sensorial, es de carne y hueso, de materia. Cuanto más nos desconectamos, cuanto más nos distanciamos, peor calidad de relaciones, porque necesitamos del otro para enriquecer nuestro punto de vista y nuestra visión, y ese intercambio se produce a niveles sutiles y también energéticos. Como las capas OSI. La capa de aplicación es mucho más que un intercambio de datos, es también la experiencia de usuario. Además, se produce a nivel químico: sin contacto, no hay oxitocina y sin oxitocina, no hay relaciones interpersonales, no hay intimidad ni conexión real. Por eso la presencia es tan importante, por eso vernos, tocarnos, abrazarnos es tan importante. Ni siquiera creo que la realidad virtual sea un sustitutivo eficaz. Pero el tiempo y la tecnología nos lo dirán.

lunes, 9 de marzo de 2020

Transfobia


Voy a escribir este post a sabiendas de que podría ser considerada tránsfoba, o "TERF" (Trans-Exclusionary Radical Feminist), como se le llama ahora. Quizás lo soy y no soy consciente de ello, pero no está en mi intención excluir a nadie, ni odiar a ningún colectivo. Aunque también es cierto que desconozco el postlenguaje necesario que me haría ser políticamente correcta, lo cual me hará caer mil veces en errores que contribuirán a mi imagen tránsfoba. Estoy dispuesta a aprender, porque al final creo que ciertas realidades se van imponiendo, y en principio no tengo problema con intentar adaptar mi lenguaje a algo más inclusivo, salvo que sea alguna estupidez, como lo de usar el masculino y el femenino para todo cuando existe un género neutro que engloba a ambos. He de decir que detesto el artículo "les" y todo lo que acaba en "es" para ser inclusivo.

Lo que me deja flipada de este tema es ver ciertas situaciones que siguen atentando contra la "mujer biológica tradicional". O ¿cuál es el termino que designa a la mujer que nace mujer biológicamente y decide que se se siente mujer en su interior y quiere mantener su identidad como mujer? Lo veo en la reciente manifestación del 8M donde ciertas pancartas y algunas expresiones son tildadas de transfobia. Son ciertos lemas que hacen referencia a ciertas dolencias, la anatomía y la sexualidad de la "mujer biológica tradicional" (MBT). Es cierto que al crear pancartas nos falta consciencia de otros colectivos. Mismamente yo hoy en la junta de la comunidad me he dado cuenta de que los ascensores no tienen indicaciones suficientes para los ciegos, pero he llegado a entender el argumento y me parece adecuado que se instale algún sistema que indique que se está llegando a la planta baja, por molesto que pueda pensar que va a ser. Nos falta entrenamiento en sensibilidades que son recientes. No es mala intención o falta de empatía (que también puede haberla en algún caso), es falta de consciencia en general.

Pero las pancartas reflejan una realidad que comparten muchas MBTs y que es causa de una reivindicación que viene de largo. Ahora que nos sentimos empoderadas para hablar sobre nuestra anatomía (el clítores, la vulva), para expresar nuestra sexualidad libremente y para visibilizar ciertas dolencias (calambres menstruales, la menopausia), resulta que estamos "ofendiendo" a ciertos colectivos. Antes nos reprimían los hombres y la Iglesia, y ahora nos reprimen colectivos minoritarios que se han beneficiado de la lucha de la mujer. Tú me pides respeto, pero tú no me lo tienes a mí. Entonces, ¿quién rechaza a quién? Porque yo tengo útero, tengo vulva, tengo clítoris y hablo de ellos porque son lo que me toca. Y acepto que se diga que haya hombres cis que también los tienen, pero me molesta que se trate de minimizar mis temas que representan mayoritariamente a las MBTs porque hay colectivos ofendidos.

Me flipa y me molesta que haya mujeres trans que se sientan ofendidas porque yo hable de menstruación o de que participo en bendiciones de útero. Coño, ¡es que yo menstruo y yo tengo útero, y mi sensibilidad es al menos tan importante como la tuya!. Es que da la sensación de que ser MBT es de por sí transfobia. Encima hay que pedir perdón por existir.

Y seguramente esté muy equivocada en mi visión y me falte mucha comprensión y trabajo interior, pero creo que complicamos demasiado las cosas y tenemos demasiada tontería encima.