sábado, 29 de junio de 2019

Maleta de bruja

Caledonia espera y aún no he empezado a hacer la maleta. Suelo procrastinar esta actividad por una especie de apego. En realidad es miedo a la muerte. Viajar me dispara este miedo los días previos, como si el emprender el viaje fuera para no regresar jamás. Tardo en hacer la maleta y siempre tengo dudas sobre qué meter en ella. Intento cumplir con la máxima de "viaja ligero" y al mismo tiempo calmar mis miedo a los imprevistos. Creo que suelo llevar más de lo que voy a necesitar en el viaje.

He consultado el tiempo allí. 19ºC de máxima, nublado todos los días, baja probabilidad de lluvia y humedad del 60%. Es fresco comparado con Madrid, aunque la humedad hará que parezca más caluroso o más fresco. "La humedad es lo que mata" que diría Andrea Celeste. Lo asimilo más o menos a Noruega. No recuerdo qué me llevé para entonces.

Además de ropa, ¿qué echar en la maleta? Supongo que un libro que no leeré, música, un cuaderno, y por supuesto, mi altar portátil. No voy a un viaje espiritual, no es el objetivo del mismo, no tengo intención de rituales. Aun así, me gusta algo que me ayude a conectar con mi espiritualidad. Para esto no es necesario nada de material porque la espiritualidad está en uno, no en objetos, pero me ayudan a enfocar. Mi altar portátil va en una caja cuya tapa tiene representado el pentagrama, la estrella de cinco puntas. En su interior guardo una representación de los cuatro elementos: una pluma por el aire, un pequeño recipiente para el agua, un pedazo de pirita por el fuego, y una piedra por el agua. También incluyo una pequeña representación de la Diosa Madre. A veces llevo una vela y un mechero, los cuales solo se pueden usar según en qué sitios.
Me encantaría poder llevarme mi ordenador, pero sería demasiada carga. Una vez me compré un portátil pequeño y ligero para viajar, pero resultó muy lento. Le saqué muy poco partido, una pena. Sin portátil es complicado escribir en el blog. Tampoco creo que tenga demasiado que contar.

No sé qué me voy a encontrar allí. Es un destino que me espera de hace tiempo, más del que yo misma creo. Lo siento. La tierra me espera. El norte me espera. El  retorno a lo salvaje, a lo primitivo. Si fuese en otro plan, quizás podría sumergirme en sus vistas, sus olores, sus texturas. No será así, pero me abro a la experiencia, a lo que venga que haya para mí. El lugar no es una casualidad, es una especie de destino a una experiencia que en cierta forma tengo que vivir ahora. Si no estaría viajando a cualquiera de los otros lugares que barajamos.

viernes, 28 de junio de 2019

Saludo al sol

Con la ola de calor no apetece demasiado hacer deporte. Sin embargo, acudí ayer a una masterclass de yoga programada en el gimnasio que tenía la particularidad de celebrarse al aire libre, en la explanada de cemento frente a la puerta principal. Es dirección oeste, con lo que pega el sol toda la tarde, lo cual concentra el calor del día, que no era poco en esos momentos. Corría un poco de aire, pero venía caliente y resecaba la piel y los ojos. No ayudó mucho.

Los coordinadores habían colocado las colchonetas de forma que los practicantes quedáramos mirando al sol, que es cierto que estaba bajando, pero estamos muy cerca del solsticio como para que se notase la caída temprana del astro. La actividad comenzaba a las 20:00 y todavía queda mucha luz por delante. Solamente se salva que  el edificio puede dar un poco de sombra. Algunas personas han colocado sus colchonetas en esa zona para calmar el efecto solar, los demás quedamos expuestos. Al menos, han colocado agua con hielo para refrescar. Yo me tomaría unos dos vasos de medio litro.

Nos dieron unos cascos para hacer la clase. La idea es aislarnos del ruido exterior mientras seguimos las indicaciones de las profesoras a través de uno de los canales. Funcionó muy bien. Yo me abstraí muchísimo de todo lo que había a mi alrededor. En otra ocasión, tener público habría sido algo vergonzoso, pero esta vez lo obvié. También es verdad que no suelo escoger una posición cualquiera, sino que suelo escoger una que favorezca el pasar inadvertida. Más ahora que parezco una salchicha de lo hinchada que estoy.

Comenzó la clase. Las dos profesoras tienen estilos muy diferentes. Paola hace Hatha y Marta practica Ygengar (¿o era Laura la que hacía esto?). El caso es que con el calor vamos a hacer bikram a nuestro pesar. Paola hace los movimientos más dinámicos, Marta es más técnica. Me gusta más Marta porque puedo ir a un ritmo más pausado, y también porque tengo mejor relación con ella.

Poco a poco voy olvidando el calor y me centro en la práctica. Incluso resulta muy agradable hacer yoga al aire libre. Hacemos, por supuesto, el saludo al sol, y después una vinyasa basada en los guerreros. A pesar del calor y del cansancio que llevo acumulado, la práctica se me da bien. Menos la postura del árbol. Soy incapaz de sostener el pie en el muslo porque me molesta mucho. Diría que mi equilibrio no es bueno, si no fuera porque clavo el guerrero III después. También tenemos ejercicios de pranayama y una meditación final. Y ¡hemos hecho sarvangasana después de muchísimo tiempo! Es de mis posturas favoritas, junto con halasana.

Y parece que no, pero acabo reventada de cansancio y lo único que me apetece es dormir. Siento el cuerpo estirado y relajado. He disfrutado la clase, y espero que programen alguna más, preferiblemente con menos calor. Es de mis últimas clases antes de las vacaciones.

martes, 25 de junio de 2019

Grandeza

Vi en facebook un anuncio de un evento gratuito de ponentes de un tal JT Foxx y decidí apuntarme. Creo que sobre todo buscaba salir de la oficina y hacer algo diferente para variar. Desde que no estoy al frente de los proyectos, mi rutina laboral está muy centrada en la gestión del equipo, y echo de menos algunas cosas del rol anterior. A veces necesito cambiar de aires y tomar oxígeno, aunque no hay demasiadas oportunidades. Cuando vi este anuncio supe que tenía una oportunidad.

El evento ha resultado ser una especie de escaparate comercial del tal JT Foxx, una especie de gurú de coaches. El tío es bueno, especialmente en la demo que hace sobre sus capacidades para leer el lenguaje corporal de otros y sacar conclusiones sobre las carencias que tienen. El resto es mucho marketing personal, tanto que parece un ejercicio de egocentrismo. Me parece maravilloso que alguien se sienta tan seguro de sí mismo y se valore tanto, pero podría hacerlo más corto. Es un discurso muy eneatipo 3: fama, reconocimiento, éxito, dinero, rodearse de celebridades... todo al "módico" precio de 17000EUR, una ganga si consideramos que el programa está valorado en 120000EUR. A mí, sin embargo, me parece que esa pose 3 está impostada, hasta el punto de pensar que se trata de un eneatipo 6 ala 5 con una pedazo flecha al 3. Es la energía que recibo. A lo mejor, yo también sé calar a la gente (o no).

El caso es que no me voy a gastar semejante dineral en un programa de mentorado. Seguramente sea una oportunidad única y maravillosa que voy a desperdiciar, pero lo que él vende no es lo que yo quiero. Y aquí es donde me pregunto en qué medida me estoy saboteando o este señor vende el chocolate del loro. Lo segundo no lo voy a poder confirmar, lo primero me da que pensar.

En el fondo de mi ser siempre he querido brillar y destacar, pero es algo que al mismo tiempo me bloquea. Es como si tuviese miedo a la grandeza. Mi forma de pensar es pesimista en general, conservadora, derrotista, y cuando se trata de mí es como si pensase que no merezco las cosas o que no soy capaz de conseguirlas. Dudo mucho y apenas corro riesgos porque siento cierta aversión. Seguramente ni siquiera soy el perfil que busca este hombre como cliente, ya que por un lado buscará alguien que comparta su forma de ver las cosas, y por otro, le costaría mucho vencer tanta resistencia en mí para sacar algo productivo. Además, eso que vende tiene mucho de moldear a las personas conforme a una imagen que puede que no tenga que ver tanto con la persona, sino con la imagen que él cree que debe proyectar un coach.

Tengo miedo a equivocarme y tengo miedo a dejar pasar oportunidades que puedan beneficiarme. Dudo y por eso no me quedo a gusto con la decisión que tomo. Lo que más miedo me da es poder dejar pasar una buena oportunidad (¿ésta?) solamente por no tener el coraje de salir de mi zona de confort. A veces se sufre mucho en la zona de confort, pero es algo tan conocido que compensa el salir a buscar algo mejor. No me pasa solamente a mí, hay multitud de personas que se conforman con una vida de mierda  porque son incapaces de abandonar esa zona. A mí me molesta lo mío.

Veo la presentación de JT Foxx llena de dinero y reconocimiento, y siento que no es para mí. Pero me pregunto qué hay en mí que me hace no ir a ganar más dinero, a buscar un proyecto personal, a conformarme con un nivel inferior. ¿Creo que no lo merezco? ¿Tengo miedo de una vida mejor? ¿Tengo miedo a ser feliz? ¿Tengo miedo a reclamar lo que es mío, lo que quiero?

No soy capaz de encontrar la respuesta, aunque por ahí van los tiros. Ver a JT Foxx en acción es como ver un espejo de quién podría llegar a ser y no voy a ser, porque jugamos en diferentes campos. Ese "No es para mí" me gustaría que fuera un afirmación basada en el conocimiento de mi persona, en saber realmente que estoy haciendo lo mejor para mí, en vez de ser una decisión desde la desvalorización. Si es lo primero, ¿por qué dudo tanto?

Sea como sea, sí me doy cuenta de que hay un área en mí por desarrollar, que tiene que ver mucho con mi exposición personal, pero también con cierta necesidad de causar un impacto. Me falta que algo de mí se exprese en el exterior, que se expanda desde mí hacia afuera, que saque quien soy yo realmente. Ojalá supiera el qué y cómo hacerlo.

domingo, 23 de junio de 2019

Eddie Vedder


Pearl Jam es un grupo que me gusta desde los 90, aunque con el tiempo les he perdido un poco la pista. El año pasado actuaron en el MadCool y fue un pedazo de concierto. Pero una cosa es la banda y otra diferente es tener al cantante en solitario.  Crisis me pasó el setlist que miré en diagonal en su momento. Había visto alguna canción de Pear Jam en la lista, pero la mayoría de las canciones me parecían desconocidas. Así que iba un poco reticente, como casi con todo lo que me parece nuevo. No sabía muy bien qué esperar del concierto, posiblemente algo intimista, tipo cantautor americano, más alejado de Pearl Jam.

El concierto se celebró en el Palacio de los Deportes. Me sorprendió la elección del lugar porque no esperaba que Vedder fuera capaz de arrastrar a tanta gente. Sin embargo me costó encontrar entradas cuando entré al portal a comprarlas. Es increíble lo rápido que se agotan para lo caras que están recientemente. No solamente es el precio de la entrada, la comisión del servicio es un abuso. Así que poquito a poquito, el precio se pone en un pico.

En su momento escogí los tres sitios que me parecieron mejores al "mejor" precio disponible entonces. No me hacía una idea de dónde íbamos a estar, y me quedé un poco chafada cuando vi que subíamos a la cuarta planta. Casi el gallinero. La última vez que estuve ahí arriba fue con la Demencia en el partido Madrid contra el Estudiantes. Se ve, por supuesto, pero queda un pelín lejos. Gracias a dios Vedder había instalado una gran pantalla que retransmitía el concierto. A través de la pantalla se mostraba no solamente a Vedder y su equipo, sino también al público, como un elemento más del espectáculo. Y qué espectáculo. Un público totalmente en comunión con el cantante. Cuando eso sucede, se produce magia. Me encanta.

A su vez, la conexión de Vedder con el público fue total. Es verdad que es un tipo extraño (para mí, un cuatro ala cinco) y tiene una forma particular de comunicarse. Tuvo dos momentos surrealistas: uno cuando empezó a contar la conexión que se siente con la persona que ha utilizado el baño previamente a ti, porque su caca no se ha ido; y dos, cuando habló del gazpacho, aunque no entendí bien el contexto. Por lo demás, tuvo un recuerdo para dos personas fallecidas que eran importantes para él. Una de ellas era Tom Petty, de quien versionó la canción "Wildflowers", que es una maravilla. Sobre todo porque dijo que era lo que le decía a su hija, y no puede ser más bonito:

"You belong among the wildflowers
You belong in a boat out at sea
Sail away, kill off the hours
You belong somewhere you feel free"

Tuvo dos versiones más: una de Michael Stipes, antiguo cantante de REM, y otra el famoso "Should I stay or should I go?" de The Clash. El resto fueron canciones propias y sobre todo de Pearl Jam. Resultó que había muchas más que las que yo esperaba. Me encantó que eligiera "Indifference" y sobre todo "Immortality", que no se prodigan demasiado. Cómo me gusta la última, aunque sea un poco trágica:

"Truants move on... cannot stay long
Some die just to live..."

Y entonces llegó "Black", posiblemente mi canción favorita de Pearl Jam, y, como siempre, me eché a llorar. Hay mucha energía de agua en el ambiente (tenemos mucha actividad en la región Cáncer y en Piscis), la verdad que la canción es triste a más no poder, y además siempre he conectado mucho con ella. Qué llorera.

"All the love gone bad turned my world to black
Tattooed all I see, all that I am, all I'll be."

Si tengo que describir la actuación de Vedder diría que fue intimista, linda, potente e impecable. Su voz es totalmente inconfundible y personal. La forma de interpretar tiene mucha fuerza, tiene intensidad, y al mismo tiempo está bien canalizada. No sé si decir que es carismático, lo que sí es que tiene presencia. Ayer él solo llenó todo un escenario que estaba decorado al mínimo. A mí me recordaba el salón de una casa, desprovisto de ornamentación con una luz amarilla y cálida para darle ambiente. Podría haber estado vacío y él habría llenado el escenario igualmente con su música, la cual se basó solamente en guitarras y el acompañamiento de una pequeña orquesta de cámara: tres violines y un chelo, que daban a la música un toque especial. Por criticar algo, diría que el sonido de la guitarra estaba alto de más, lo cual impedía escuchar bien a la orquesta, especialmente el chelo, que en ausencia de una batería y un bajo, sentaba la base de los graves.

Además de la orquesta, le acompañaba un tipo a la guitarra, que debió de ser el telonero. Digo debió porque no llegué a su actuación. Estaba cenando antes de entrar. Revisando el setlist descubrí que se trataba de Glen Hansard, que no es otro que el cantante que aparece en la película "Once", la cual tiene una banda sonora que me encanta. La película también merece la pena, solo que no tiene el final que uno espera. O mejor dicho, el final que yo habría esperado, que es cuando la gente es valiente y elige el amor por encima de las circunstancias. Jo, qué sorpresa, Glen Hansard. Pues lamento haberme perdido su concierto.

El concierto cerró con "Rockin' in the Free World" de Neil Young, una vieja conocida de los seguidores de Pearl Jam. La guinda del pastel, con un clímax total, muy buen rollo y con las ganas de volver a verle en concierto. Creo que me voy a hacer una playlist con las canciones solamente para revivirlo.

miércoles, 19 de junio de 2019

1 año


El 19 de junio siempre será el día de BH. Su paso por el mundo fue fugaz, pero fue importante para mí. Su huella es profunda e indeleble, aunque parezca que lo he superado. Es verdad que la intensidad de la emoción es diferente a entonces, pero sigue estando ahí, como las brasas de una hoguera, a las que solamente falta soplar un poco para que vuelvan a brillar incandescentes.

Paz me dijo que los obituarios se deberían celebrar desde la vida y no desde la muerte. No sé bien cómo hacer esto. Improvisaré y dejaré que mi intuición me guíe. Hasta la fecha no me ha ido mal. Le di un nombre, le di un rostro, le di un cuerpo, y lo integré en mi árbol. Forma parte de mi sistema, no es un excluido. O eso creo.

Hace unos días, entré en una tienda para plastificar la foto que uso para él. La señora me dijo que era un niño muy bonito y me preguntó dónde estaba. La pregunta me pilló muy de sorpresa y durante unos segundos vacilé en qué debía contestar. Después le dije la verdad: "Está con sus padres". Supongo que ese niño habrá crecido y disfrutará de su infancia con su familia. La mujer me pidió que lo llevara un día a la tienda para conocerlo. "Pues está fastidiado", pensé yo. Le dije que sí por quitármela de encima, sabiendo que no podré cumplir.

Esa foto luce hoy en mi altar de Epona, la Diosa Amante. Ella es la expresión máxima de la vida, pero en la rueda se opone justamente a Ataecina, la Diosa Anciana, la Diosa de la muerte. Ambas son la cara de la misma moneda. He aguantado el altar entre otras cosas para honrar a mi hijo desde todo eso que Epona representa: el gozo, el disfrute, el placer. Es una forma de celebrar la muerte desde la vida.

He encendido una vela que mantenga mi intención y mi recuerdo. He hablado con él, le he cantado una canción y hemos repasado el álbum de fotos y las cosas que hicimos juntos, aunque no fueran demasiadas: la transferencia, el viaje a Hamburgo, el viaje a Jarque y la visita a Orera, la excursión a Patones, la visita a la rosaleda del Parque del Oeste, el festival de cine alemán, la Champions, el partido de Alemania, el triatlón de América. Son memorias bonitas. Lo que no deseo recordar es el momento del aborto, el tiempo pasado en el hospital, y toda esa noche.

También le he dado las gracias por escogerme como madre, por los momentos vividos, por la experiencia, y por su misión en su vida y en la mía. Gracias a él creo haber limpiado el árbol y mi mandato. Espero que esto haya repercutido de alguna forma en todos los que forman parte de él, en especial la de mi sobrino. Desde luego, ha transformado mi vida y mi forma de entender las cosas.
Siento mucho no haber podido compartir ciertos momentos posteriores, como el viaje a Ávalon, y echo de menos lo que no será jamás.

Esta tarde haremos algo juntos. No sé si dar un paseo, hacer un picnic, o alguna otra cosa que se me ocurra. Pero sí, será una salida a la vida. Juntos los dos.

Es lo único que se me ocurre para celebrar su día.

miércoles, 12 de junio de 2019

Flores de cuneta

Si algo he aprendido de las rosas es que son reinas entre las flores. Se yerguen orgullosas ante el mundo, sabedoras de su belleza y de su porte, por efímeros que sean.Son hermosas, exuberantes, ostentosas, delicadas y peligrosas. Su contemplación y su aroma es un deleite para  los sentidos. Son puro esplendor.

Sin embargo, no todas las rosas son iguales. Aquellas que brillan en rosaledas reconocidas parecen contar con mayor número de adeptos, como si existiese una opinión común de que ellas son las más hermosas. Otras rosas de jardín no reciben tantas atenciones, como si no lo merecieran, como si el hecho de formar parte de un parterre modesto les restara encanto. Ellas, en cambio, como reinas que son, se muestran ajenas a ese reconocimiento externo, luciendo sus colores al sol como una orgía sensorial. Estamos acabando la temporada de rosas, que se prolongará más o menos en función del calor que haga. Es una temporada corta, pero intensa, donde su misión es mostrar al mundo un pedazo del significado de belleza.

Nosotros, pobres mortales, agachamos la cabeza ante ellas en señal de rendición a tal hecho. Es una pena que nuestra mente limitada no sea capaz de reconocer lo sublime de unas y otras.

Igualmente pasa con otras flores de la temporada. Estamos en plena floración de la genista y la retama, cuyas flores amarillas cubren los campos y cunetas. Es precioso conducir  y estar flanqueado por un continuo gualdo que cambia el paisaje conocido, y hace un fuerte contraste con el azul del cielo. Pensaba yo que eso hacía que el horizonte fuera más amplio si era posible.

Pero ¿cuánta gente se fija en ese milagro de la primavera? Supongo que para la mayoría no dejan de ser unos arbustos de mala muerte que aparecen espontáneamente. Eso si llegan a percatarse de su existencia. ¡Qué pena que no seamos capaces de más! Tanta es la conexión que hemos perdido tanto de la naturaleza como del presente.

Pronto llegará el verano y quedarán menos oportunidades de ver esos estallidos de color. Nos queda la lavanda en julio. Después habrá que esperar a que la rueda del año gire de nuevo.

jueves, 6 de junio de 2019

La decisión de Noa

Noa decidió morir. Amparada por la ley holandesa, que contempla el suicidio asistido, Noa decidió poner fin a una vida de sufrimiento. Se desconoce si fue realmente ayudada o no, el caso es que su suicidio se consumó. Ahora comienza el debate sobre si se debe facilitar la eutanasia a enfermos mentales, es decir, personas que físicamente están sanas, pero que arrastran un sufrimiento crónico causado por algún impacto emocional. En el caso de Noa, dos abusos y una violación habían creado en ella una depresión que no era capaz de manejar. De hecho, ella ya había empezado a matarse un poco cuando entró en la anorexia, como forma de suicidio.

¿Sería lícita la eutanasia en casos similares? Me resulta difícil de contestar.
Lo primero es que cada uno es soberano de su vida y de su cuerpo. Si su decisión es morir, es cosa suya. Un suicida, además, no va a parar hasta conseguirlo. Un suicida de verdad, no esas personas que continuamente están hablando de su intención de suicidarse, porque esas personas únicamente buscan atención. Un suicida no habla. Entonces, ¿por qué no una muerte digna y sin dolor?

El problema es que cuando tienes algún tipo de enfermedad mental o algo te ha causado un impacto emocional fuerte, tus pensamientos no suelen ser correctos. La mente miente continuamente, tanto si estás sano como enfermo. La mente te puede llevar a estados incorrectos solamente porque está generando pensamientos que no son buenos. Sería mejor tener una terapia adecuada. Pero siendo sinceros, el tratamiento psicológico de la seguridad social no es adecuado y el paciente requiere de un tratamiento privado que no está precisamente al alcance de todos los bolsillos. Es más económico morir.

He leído un poco por encima la historia de esta chica y hay cosas que me chirrían. No dudo de su sufrimiento ni de las causas que lo produjeron, pero siento que en esta historia la mano del ego está presente. Hay victimismo y hay necesidad de atención también, pero ¿quién soy yo para juzgar? Lo que me preocuparía es el efecto llamada, como el que se produjo tras la emisión de la serie "13 Reasons Why", que se trató de tal manera que podría ser considerada apología del suicidio, siendo el target fundamental adolescentes de 15-16 años. No, el suicidio no es bonito, ni es heroico, ni es romántico, ni es sencillo, ni es indoloro, y su comunicación requiere de responsabilidad.

Oscurantismo tampoco. Los medios no suelen mencionar los casos de suicido para prevenir el efecto llamada, pero las autopsias están plagadas de diagnósticos falsos. "Ahogamiento", "ahorcamiento", etc, en vez de la realidad "suicidio". Me parece terrible, me parece una forma de negación de la realidad que no ayuda a nadie. Cada vez estamos más infantilizados.

Supongo que hay mucho tabú sobre el tema, también porque enlaza con un sentimiento religioso arraigado: quitarse la vida es una afrenta a Dios, incluso más que el matar a otra persona. Existe un infierno especial para los suicidas.

Paz me contó que el suicidio está muy relacionado con la carencia de propósito. En su cosmovisión, todos tenemos un propósito para la Fuente, pero si no cumplimos con él, si no le servimos, nos quita de enmedio, y una de las formas es el suicidio. Suena un poco cruel, la verdad, pero es mi perspectiva de sujeto. Lo que sí pienso es que cuando alguien se quita la vida, interrumpe un camino y una evolución. ¿Por qué sucede? No lo sé. Pero está claro que el alma no ha completado su misión o no ha completado sus lecciones (o ¿sí?), y tendrá que terminar con ellas de otra forma. 

Das schönste Paar



Un año más visito la semana de cine alemán de Madrid. En esta ocasión, además, mi motivación es doble: se trata de reconquistar un territorio, o por lo menos normalizarlo. Estoy entrando en el "síndrome de aniversario", y empiezo a recordar los últimos días con BH. El año pasado iba a ver una película que recreaba la posible historia de Ötzi, el hombre de hielo, y BH estaba conmigo. Pasamos mucho frío en la sala, acrecentado por la atmósfera de la película y sus paisajes alpinos. Lo tengo grabado en mi mente con tanta claridad, que puedo evocarlo sin dificultad alguna. De ahí esa melancolía. Por eso necesito normalizar las cosas, para poder eliminar esa pátina, o por lo menos, minimizarla.

La película elegida siempre suele ser la que mejor me viene conforme a mi agenda. Sé que había una película de zombies que me habría gustado ver, pero terminé viendo ésta "Das schönste Paar", traducida como "La pareja perfecta" o "La pareja maravillosa", aunque yo habría buscado otro título.
En la película, Malte y Liv son un matrimonio que está de vacaciones en Mallorca y son asaltados por un grupo de adolescentes, uno de los cuales viola a Liv sin que Malte pueda hacer nada por evitarlo.

Pasa el tiempo y ambos han conseguido restaurar sus vidas prácticamente por completo. Sin embargo, esa vida se tambalea cuando Malte se encuentra por casualidad con el violador de Liv un día en la ciudad. A partir de ahí se obsesiona con la idea de encontrar al chaval y termina por arrastrar a Liv con él. Empiezan a aflorar todos los recuerdos y las inseguridades de ambos. Liv fue violada, pero el trauma de Malte es no haber sido capaz de protegerla, de haber sido humillado. Mientras Liv desea estar en paz, Malte desea la reparación de la situación. Los acontecimientos se desbocan y la vida de los implicados se enreda hasta que se desencadena el final, que afortunadamente no es demasiado malo para ninguno de ellos.

Una película interesante. La actriz, Luis Heyer, me parece preciosa. Me recuerda un poco físicamente a Katie Holmes. Su personaje es quizás algo evasivo, no porque quiera evitar los conflictos (que quizás también lo hace), sino porque necesita recuperar la normalidad para poder seguir adelante. Es realmente asombroso lo mucho que ha conseguido. En la escena de la violación, me parece muy tierna la forma en que ella intenta proteger a Malte.  Es un aspecto precioso, dentro de la barbarie. Pura feminidad y receptividad.

También hay otro aspecto que me choca de la película: la normalidad con la que hablan del incidente con los amigos. En mi caso, creo que nadie o casi nadie lo sabría, aunque evidentemente se reflejaría en mi comportamiento, ya que las secuelas emocionales estaría ahí. No sé, yo mis problemas prefiero dirimirlos sola o con muy poca gente, no concibo una apertura semejante.