miércoles, 31 de julio de 2019

El límite de la cuerda

Cuando estaba en RF me destinaron a un proyecto "secreto" con una persona que prometía romper el vendor lock-in de ciertos monederos. Se llamaba Ariel y es, posiblemente, la peor persona con la que me he topado en el mundo, o al menos, una que me hizo mucho daño. Lo calé el primer día de trabajo por un comentario que hizo de uno de mis compañeros, al cual todavía no conocía. Pronto vi que era controlador, manipulador, cizañero, desconfiado, veleidoso, mezquino e incapaz de asumir sus errores. Nos trataba fatal a todos y siempre iba a ver si nos pillaba en un renuncio. También leía nuestros emails para poder echarnos en cara las cosas que habíamos escrito en ellos.

Yo lo pasé fatal en ese periodo. No tenía recursos para gestionarlo emocionalmente y regresaba a casa llorando todos los días. Pedía a mi jefe en RF cada día que me sacara de allí, y mientras intentaba soportar la situación como podía, quizás porque tenía la creencia que era un deshonor y una debilidad rendirse. Hasta que un día no pude más y decidí que no me importaba nada. Me puso una prueba de programación y yo decidí no hacerla, aunque me costara el despido. En ese momento, me relajé y las cosas cambiaron. Mi jefe me sacó de allí, aunque tuve que lidiar con el proyecto durante mucho tiempo, y un día en que quiso quedar conmigo para manipularme y echarme más mierda, me fui al contrafóbico y le solté toda la frustración, la impotencia, y la rabia que llevaba por dentro. No creo que mucha gente le hubiese hablado así antes. Me quedé muy a gusto, pero no fue un proceso gratuito. Los meses de "maltrato" continuado me pasaron factura y me costó mucho recomponerme porque interiormente algo se había roto en mí. No era mi autoestima, porque me queda claro que entonces no era demasiado buena, pero tenía que ver con mi capacidad.

Desde entonces he observado que ese comportamiento se ha repetido en mí. Me entrego mucho a las cosas, hago todo lo que está en mi mano porque funcione, porque salga bien, aguanto carros y carretas hasta límites insospechados. Pero tengo un límite. Me cuesta llegar al mismo, pero cuando llego, se acabó todo. La cuerda se rompe. Me bajo de la partida y no quiero saber más del tema, por mucho que haya invertido, por mucho que tenga que "ganar". No me compensa y el premio pierde su valor por completo.

Porque llegar al límite supone ir en contra de lo que soy y lo que creo, me hace daño, y me pone en peligro. Supongo que podría forzarme y cruzarlo, pero el precio sería muy alto para mí. Porque no es lo que quiero, porque quizás no es el momento de hacerlo. De hecho, llegar al mismo, ya me causa mucho daño, el cual me cuesta mucho reparar. Siempre digo que cuando haces daño, puedes reparar, pero jamás se vuelve a ser el mismo. Es imposible. Algo se ha roto por dentro definitivamente. Nunca sabes muy bien qué es, aunque ves señales: pérdida de ilusión, de entusiasmo, de alegría, de confianza, de entrega, de amor...En cierta forma, es una especie de muerte.


domingo, 28 de julio de 2019

Midsommar - Una cuestión de pertenencia


Hay palabras que me enganchan, como si supusieran un punto focal de atracción. Parece que "Midsommar" es una de ella. He recordado que en mi segundo Wacken vi un grupo llamado "Wintersun" y estuve dando el coñazo para poder verlos actuar solamente porque me encantaba la palabra. Todavía era una poco pronto para poder aceptar ese tipo de música y el concierto no me gustó demasiado. Y más o menos es lo que ha pasado con esta película, ya que he ido a verla porque me evoca a Suecia y me evoca temas paganos.

Cuando ves el trailer da la idea de que se trata de una película de miedo, pero no lo es. Es una peli rara de cojones. Tiene mucho de costumbrismo, tiene mucho de paganismo, y no está mal hilvanada, pero no termina de gustarme. También tiene escenas un tanto desagradables que estoy intentando decidir si son necesarias o no.

La historia va de unos estudiantes de antropología que van a una comuna de Suecia de donde procede uno de ellos. Allí se va a celebrar una fiesta muy importante que ocurre cada 90 años, y Pele quiere compartirla con sus amigos. Al grupo se suma Dani, la novia de uno de ellos, que acaba de perder a su familia y todavía sigue en una especie de schock post-traumático. Su relación con Christian hace aguas y, de no haber sido por el drama familiar, habrían roto como pareja, pues Christian está aburrido de la relación. Es una relación un tanto asimétrica, donde Dani es la única que intenta sacarla adelante. Es posible que Dani sea una codependiente. También creo que tiene mucho de eneatipo 6.

El primer aspecto interesante tiene que ver con el choque cultural. Unos foráneos llegan a una pequeña comunidad y se ven inmersos en sus extrañas costumbres, que se remontan a cientos de generaciones. Visten de manera tradicional, distribuyen el trabajo, todo lo hacen por y para el grupo. Adoran a los antiguos dioses y buscan la comunión con la naturaleza. Sus tradiciones incluyen los sacrificios humanos por la prosperidad del grupo, algo que desde su punto de vista no supone un dilema ético, aunque incluya el sacrificio no voluntario de los extranjeros. Durante 9 días, estos tienen que ver suicidios de personas que han cerrado un grupo, rituales de fertilidad para renovar la sangre de una comunidad pequeña, niños retrasados fruto de la endogamia que se consideran profetas por no tener mente que les separe de la Fuente, etc, cosas que para la mayoría de nosotros son totalmente extraños, incluso deleznables, pero que ellos no cuestionan.

El segundo aspecto interesante tiene que ver con la pertenencia. Dani es una persona que está bastante desamparada, pero encuentra en esa comunidad la familia, el apoyo y la fuerza que ha estado buscando desde hace tiempo. Y en esto, me siento muy identificada, porque yo también busco eso. Creo que lo he buscado desde siempre.

Llevo mucho tiempo intentando pertenecer a algo, pero por mucho que lo intento, no lo consigo. Recuerdo que en Brighton un chico me apodó "la marginada", una etiqueta que me dolió mucho entonces, pero que si lo pienso bien es bastante acertada. Porque yo nunca me siento integrada en los grupos, donde mi participación resulta bastante tangencial (o secante). Seguramente es mi naturaleza recelosa y desconfiada la que me impide abrirme completamente y darme, porque siempre pienso que hay peligro en ello. Ahí radica mi miedo a la intimidad. Tengo muchas estrategias de evitación para evitar que me hagan daño, aunque eso suponga encerrarme y no conectar con nadie.

Pele le dice a Dani: "¿Te sientes respaldada por Christian? ¿Sientes que él es tu hogar?". La respuesta es no, claro (Christian es desconsiderado y egoísta, solamente piensa en él, y además es un cobarde). Es en la comunidad donde Pele, y después Dani, encuentran esa sensación. Para mí eso es clave en la película, y es lo que me hace preguntarme: ¿quién hay en mi vida que me respalde? Mis padres, y de forma muy limitada, porque hay muchas cosas que no siento que pueda compartir con ellos.

Me encantaría poder tener a alguien que creyese en mí, que me apoyase, que me animase a lanzarme hacia adelante y compartiese conmigo. Una amiga, un amante, un compañero de vida. Un lugar donde guarecerse, donde recomponerse, donde curar las heridas. Me resulta interesante esa idea de gente-refugio:
Gente que te escucha, se interesa y se preocupa.
Gente que te cuida y te valora.
Gente que te da un abrazo cuando necesitas consuelo.
Gente que elige tu compañía y no le da miedo ver tus heridas.
Gente que te busca, que elige pasar tiempo contigo porque le gusta como eres.
Gente que quiere conocer tus sueños, tus intereses, tus pasiones, sin juzgarlas, ni cambiarlas.
Gente que te elige.
Gente que te ayuda, que se vuelca contigo.
Gente que da y no solamente toma.
Gente que considera tus gustos y necesidades

Yo he intentado ser muchas veces así, pero no sé si lo he logrado. Lo peor es que la mayoría de las veces no me he sentido retribuida. Quizás sea una arrogancia por mi parte, pero siempre me he considerado mejor amiga que lo que eran conmigo. He dado mucho y he recibido poco. En general tengo déficit de afecto.  Nunca he buscando la compensación, pero llega un momento en que también te gustaría sentir que eres importante para el otro, y no solamente un kleenex. Supongo que es una utopía más de mi vida.

sábado, 27 de julio de 2019

Muse

Fuera del Metal no es muy normal que yo vaya a conciertos, salvo quizás las ocasionales propuestas a conciertos de música clásica y zarzuela. Muse es por tanto algo diferente. Más aún porque no es un grupo que siga, ni del que conozca muchas canciones. Por eso, resulta sorprendente que en un momento dado decidiera asistir al concierto. La decisión la tomé hace bastante tiempo y, seguramente, por uno de esos impulsos poco meditados que tengo de vez en cuando, aunque si no fuera por esos instantes es posible que no hiciese muchas de las cosas que hago. Es posible que esos impulsos sean los que dan sal a mi vida.

Llega el concierto y ni siquiera me ha dado por escuchar nada en los días previos. Sigo enganchada al CD de Dry River, que suena recurrentemente en mi coche. Hace tiempo que no escucho música mientras trabajo, y si lo hago, sería binaural, que me relaja y me concentra. A ratos pienso que he perdido la música. Así que voy al concierto a sabiendas de que puedo estar perdiendo el tiempo. Lo bueno es que no voy sola: Miguel y Sergio también se han apuntado, lo cual también es sorprendente porque ellos son más de Metal progresivo.

Quedamos a tomar unas cervezas antes del concierto. La idea es aparcar por la zona de Ciudad Lineal y movernos al estadio Wanda en metro. Para una vez que consigo aparcamiento fácil cerca del Baden, resulta que está cerrado, y también lo está el Troade. Tenemos que movernos al MadBrewing, cerca de mi oficina, lo cual me permite aprovechar mi parking, que todavía no he cancelado. La cerveza del MadBrewing no es mi favorita, aunque la comida está rica. No está mal como base de operaciones.

Echamos un rato largo allí, porque se está muy bien y hay poca gente. Me entero de que hay planes para el W:O:A del año próximo, pero todavía no lo veo claro, y menos con un niño de 6 años. Ya veremos, aunque no estaría mal regresar. Recuerdo las noches de verano viendo los conciertos, y recuerdo los horizontes inmensos. También recuerdo otras cosas menos agradables, pero es mejor obviarlas.

Llegamos al Wanda. Hay muchísima gente en los aledaños del estadio, y aun así no me parece que haya tanta gente como para el concierto de Iron Maiden del año pasado. Es la segunda vez que vengo aquí de concierto. En esta ocasión el asiento está en las gradas inferiores, más cerca de la pista, pero hay una torre de luz justo delante. Como hay asientos libres, decidimos cambiarnos más abajo y un poco más escorados, donde hay mayor visibilidad y encima corre un airecito muy agradable. Qué diferencia con los días pasados.

El escenario es bastante grande y se prolonga con una pasarela que llega a mitad de la pista. Tengo dudas si estas cosas las hacen para estar más cerca del público o para darse un baño de masas. Es un toque un poco egocéntrico, aunque debe de ser una pasada ser capaz de mover a tanta gente y sentir su energía. Detrás una pantalla gigantesca, que a pesar de ser monolítica, da mucho juego.

El concierto se retrasa de las 21:30 a las 22:00. ¿Nos hemos equivocado con la hora o están esperando un poco más de oscuridad para que los efectos visuales luzcan más? No hemos visto a los teloneros, ni falta que hace. Mientras esperamos, voy a por una botella de agua, por la que pago 4EUR. Me parece un robo en toda regla. No te dejan meter bebidas al recinto y encima te cobran como si pagases oro. De no ser porque estaba muerta de sed, no la habría comprado.

Comienza el concierto. Muse es una banda de rock alternativo que para mí tienen algún toque industrial. No es como Placebo, como me dice Alejandro, más bien podrían recordar un poco a U2, de los cuales hay una clarísima influencia, sobre todo por el juego con las cámaras. Y eso que no he ido a ningún concierto de U2. Tengo pendiente ir a un concierto de U2, de Rolling Stones y de Bruce Springsteen. El sonido es simplemente perfecto, lo cual no parece fácil en un lugar como el Wanda. La puesta en escena es espectacular. Siempre digo que me molesta un poco que los grupos abusen de los efectos visuales, porque le resta protagonismo a la música, pero en este caso es increíble. Siempre me pregunto cómo se les ocurren esas cosas. En este caso hay una temática cibernética que se mezcla con la onírica, y a mí eso me encanta. Es original y colorista, y está muy bien acoplada a la música. Me parece una maravilla. Hay también una especie de cuerpo de baile que aparecen de vez en cuando sobre el escenario, aunque a mí me sobran. Y encima el toque Iron Maiden final, con un mega robot humanoide que recuerda muchísimo a Eddie.


La actuación es también impecable. Creo que les falta un poco de interacción con el público, pero la ejecución es fantástica. Tocan las dos canciones que conocía, y de repente descubro que hay dos más que también conozco. Y el resto me encantan.
Hay un momento en el que piden al público que enciendan las linternas de los móviles y acompañen la canción. y de repente el estadio se ilumina como si fuera un cielo estrellado. Es precioso (y siempre sorprende la cantidad de luz que da un LED).

Un concierto increíble. Si hubiese intentado escuchar el setlist antes del concierto, creo que lo habría disfrutado más aún, si es posible. Tampoco es que yo sea una persona de esas que exteriorice su gusto demasiado, como alguna de las que se ven en las gradas, que parecen en pleno éxtasis. Miguel y Sergio tampoco son así. Supongo que es cosa de nuestros eneatipos, que son más intimistas, lo que no quiere decir que no lo apreciemos. Además, estábamos en las gradas solos los tres, con el airecito fresco, todo tan chill-out...

Me encantaría repetirlo.

Tengo ocasiones a futuro, aunque no van a parecerse ni de lejos. El final de año viene cargadito de conciertos: Moonspell en la antigua sala Penélope (menuda mierda), Amon Amarth y Alterbridge en Vistalegre (depende del día y del técnico de sonido) y D:A:D (si me animo) en la sala Copérnico (no está mal). Ya veremos que tengo que compatibilizar todo con la Espiral y el Eneagrama.

viernes, 26 de julio de 2019

Profundidades marinas



Hay una diferencia entre Noctiluca y el resto de las diosas con las que llevo trabajando en la rueda de Iberia. Para mí ella no es esa voz fuerte y casi física que escucho en mi interior, sino que parece hablarme a un nivel más sutil y subconsciente, apenas imperceptible pero profundo. Pero todo lo que dice tiene mucho calado y es de las diosas con las que quizás haya tenido más conexión. Digo haya porque se acerca el final de su temporada y hay que hacer paso a Metragirta.

Esta mañana, durante mis ejercicios espirituales, hablaba con Noctiluca para decirle que efectivamente tengo una buena vida y que debería sentirme satisfecha con la misma, pero que aún así son las cosas que me faltan las que me impiden valorar completamente y me producen una sensación de desasosiego. Le decía que si no me va a conceder lo que deseo, que al menos me dé paz, aceptación, resignación, porque no sé muy bien dónde ir. Entonces ella me ha susurrado: "¿Por qué crees que tienes que ir a algún lugar?".

Y efectivamente, no tengo que ir a ningún sitio. Los seres humanos actualmente pensamos en lineal, tanto en tiempo como en distancia. Creemos que todo es una línea recta a recorrer, por la que moverse. Sin embargo, somos en cada punto de esa línea, la cual no existe. No existe un destino al que desplazarse. Somos y sentimos. Creemos que tenemos que dirigirnos a algún lugar, y olvidamos que tenemos que ser, que aceptar lo que estamos siendo en ese instante de existencia y conciencia. No hay nada más.

Y de repente toda la realidad se ha disuelto y me he sentido como si me sumergiera en las profundidades del mar. Allí no existe nada, salvo quizás yo. Todo es oscuro, tranquilo, silencioso. Es pura consciencia y puro vacío. Solo me falta sacrificar lo que creo que es mi identidad para fundirme con ese vacío y disolverme. Como la sirenita convertida en espuma de mar. Puro Piscis. Me encanta esa sensación.

De vuelta al mundo, aún puedo sentirla, aunque la iré olvidando entre telcos, problemas, y el estrés de la rutina. Ojalá pueda volver allí, a donde pertenezco.

miércoles, 24 de julio de 2019

La ballena

Creo que no ha sido un sueño, porque los sueños suelen dejar otra sensación, pero podría estar equivocada. He perdido la noción de la realidad y he visto una ballena azul. Ella pasaba delante de mí muy cerca, tan cerca que podía ver uno de sus ojos. Me miraba y yo sentía su tristeza enorme. ¿Lloran las ballenas? No he encontrado nada en internet que lo sugiera, aunque sí lamentan la muerte de sus congéneres.

¿Qué significa esa ballena? Las ballenas son las guardianas de los océanos. Se dice que con sus cánticos limpian energéticamente los mismos. Su voz es la voz del mar., una sinfonía. Quizás sea ésta la voz que mencionaba Noctiluca. Si hay un idioma del mar, es el canto de las ballenas. Y el idioma tiene mucho que ver con la forma de acercarse al mundo para conocerlo. Damos nombre a las cosas para reconocerlas y las etiquetamos para nombrarlas, limitando su esencia. Y así almacenamos en la memoria. La ballena representa la memoria del mundo. La ballena habla de nuestra memoria individual que contribuye a la memoria colectiva. Es cada una de nuestras vivencias y nuestras experiencias.

Quizás la ballena soy yo misma o un espejo de mí misma. Su tristeza es la mía. La tristeza de quien no parece ser nunca suficiente a pesar de lo mucho que se esfuerza. Todas las acciones caen en saco roto. Da igual lo mucho que dé, lo mucho que arriesgue, todo son pegas y exigencias. Tan imperfecta. Tan insuficiente.

lunes, 22 de julio de 2019

La voz del océano


Noctiluca, la que brilla por la noche. Así llamaron los romanos a esta diosa antigua del mar que adoraban los fenicios. Ellos la llamaban Malac, de cuyo nombre procede el nombre "Málaga". Y allí precisamente es que he pasado el fin de semana con algunas de las sacerdotisas de Iberia. Era una excursión que se había comentado en el chat de la tribu, pero que se ha consolidado en el último mes. En principio, la idea de la excursión era visitar la cueva del Tesoro del Rincón de la Victoria, consagrado a la diosa Noctiluca y buscar un lugar para la dedicación de las chicas de la rueda de Noctiluca que dirige Athe. Sin embargo, me encontré con que íbamos a sostener a Iriome en un ritual público que es parte de sus prácticas de la segunda espiral, al cual había llamado "La voz del Océano".

Por fin conocía a Iriome, a la cual solamente la conocía por foto y por el chat de la tribu. Ella vive en Granada, pero viene a Madrid a realizar su formación de la segunda espiral. Jamás habíamos coincidido hasta ahora. También me ha permitido conocer a Raquel, que pretende empezar la tercera espiral este año. Y además he reforzado lazos con Athe, sacerdotisa de Iberia, que participa como "lovely" en mi espiral. Convivir con ellas iba a ser un reto para mí, por mis tendencias evitadoras, mi fobia social. De hecho, la situación me estresaba muchísimo. Sin embargo, al mismo tiempo, me ha venido muy bien como experiencia. ¿Cuándo he tenido yo un viaje de chicas? Pues diría que nunca. He viajado mucho con mi hermana, pero no es lo mismo. Éstas eran personas poco o nada conocidas para mí y me iban a sacar totalmente de mi zona de confort. A ratos me he sentido incómoda, porque me he sentido fuera de lugar, pero también la experiencia me ha enseñado mucho sobre mí, sobre la gente, sobre las relaciones y sobre el sacerdocio de la Diosa.

Lo bueno de ser un 6 es que basculo mucho al 9, y ahí es fácil adaptarse. Es una posición cómoda para encajar, pero también es horrible para expresar lo que realmente quieres tú individualmente y no pensando en el grupo. Eso me cuesta mucho y está claro que es un punto a trabajar, pero también es verdad que en un grupo la individualidad debe modularse para poder llegar a consensos. Aquí me he dejado llevar más que otra cosa y todo ha estado al servicio del ritual de Iriome.

En todo grupo siempre hay alguien que es más complicado por su forma de comportarse. Si no lo encuentras, quizás eres tú. Pero en este caso, Raquel ha sido la "especial" del grupo. Para mí es un eneatipo 7 que se va muchísimo al 1. Eso le hace tener opiniones muy fijas que cree absolutas, y eso crea fricciones. Conmigo ninguna, porque suelo andar con pies de plomos cuando se trata de desconocidos, pero sí con Athe. Han tenido algún momento tenso, pero he intentado que eso no me afectara, y creo que lo he conseguido. Creo que es positivo: dejar que las cosas sean y mantenerme serena.

Iriome me parece un eneatipo cuatro. Es una niña encantadora. Habla por los codos y es bastante payasa, lo cual la hace divertida. Esa faceta suya me ha ayudado a conectar con el arquetipo de la Doncella, que lo tengo muy poco trabajado. Con Iriome he aprendido a emerger de las aguas como una diosa sirena ("siempre sirena, nunca insirena") y a ser capaz de "apreciar" los vídeos absurdos que le gustan a ella. Si hasta me he permitido recomendarle a Alejandro un vídeo de Wendy Sulca que me ha enseñado Iriome. Aunque la diferencia de edad entre ambas es notable, queda reducida cuando yo conecto con mi Doncella y apelamos a la madurez de Iriome. Me fascina y me asombra sus reflexiones sobre lo que es el sacerdocio, lo mucho que lo tiene interiorizado y cómo lo vive. Tanto ella como Athe me han hecho ver una relación con la Diosa (o con la Divinidad) mucho más relajada que la mía, que es tan formal y tan temerosa. Ellas honran a la Diosa, pero se permiten descojonarse de muchas cosas. Y eso me ha ayudado a mí a cambiar la perspectiva, hasta el punto de que cuando pasamos el embodiment, me permití el lujo de comentar que Noctiluca era una cachonda por hablarme en fenicio y decirme después que yo entendía perfectamente el significado de esas palabras.

El grupo se completó con Gabby, mi hermana de espiral, que vino desde Almería con su marido y su hijo, Nieves, otra sacerdotisa de Iberia que reside en Málaga, Lith, una bruja solitaria de la zona que conoce a Athe por temas un poco truculentos relacionados con otra sacerdotisa de Noctiluca (y es que ojito con los egos espirituales), y su marido Adolfo. Fue un grupo muy agradable, aunque la mayoría de las conversaciones versaron sobre temas paganos. Supongo que es lo normal como nexo de unión entre todos, pero a ratos carga un poco. Las otras conversaciones versaron fundamentalmente sobre las relaciones de pareja. Es muy curioso las historias que relata la gente.

Iriome había diseñado un ritual dedicado a Noctiluca sobre la voz del océano. Conjugaba varios aspectos: recuperar las costumbres antiguas que han sido robadas por los cristianos, exteriorizar nuestra propia voz interior, la voz del océano que llevamos cada uno, y dar voz al océano al que todos pertenecemos y del que todos procedemos. Fue un ritual muy bonito y muy simbólico. Conectamos con nuestro animal de poder marino. El mío resultó ser un pulpo. "Eres Úrsula", me dijo Athe de cachondeo. Y yo le dije que ahora entendía por qué Noctiluca me había pedido que encontrase su voz. "Busca mi voz, que la he perdido","Ayuda a encontrar mi mensaje", son los dos mensajes que me dio Noctiluca en el embodiment. No tengo ni idea de cómo hacerlo. Yo a Noctiluca la siento a un nivel más sutil que físico, creo que habla directamente a mi subconsciente. Y esto es muy de mar, de profundidades. Es en las profundidades donde yo mejor me siento. Pero ya podían ser más claras las Diosas cuando dan sus mensajes.

Antes del ritual hubo un momento de tensión por las dudas de Iriome. El lugar nos lo había mostrado Lith y a mí me parecía bastante adecuado: un lugar tranquilo y recogido, sin demasiada gente, y con poco riesgo de llamar demasiado la atención. Pero la noche anterior habíamos descubierto un rincón muy bonito en el pueblo de el Rincón, donde existe un pequeño santuario de la Virgen del Carmen. Que Noctiluca y la Virgen del Carmen son la misma, no cabe duda, pero aun así no me parecía bien hacer el ritual tan cerca del santuario. Me parecía una falta de respeto y además me veía detenida por la Guardia Civil y en el calabozo. No quería expresarlo así de claro, así que estuve intentando destacar los beneficios de un lugar más apartado. Menos mal que Iriome se decantó finalmente por esta opción, yo me habría sentido bastante violenta. Supongo que aquí tengo otra cosa a trabajar: la reafirmación de mis creencias independientemente de la opinión externa y tomar acción al margen del miedo.

Lo que sí me gustó fue mi papel en el ritual. Siempre al servicio de Iriome, claro, pero expresado desde mi propia comodidad. Sé que no invoco como Iriome o Athe, que son mucho más apasionadas y teatrales, y se marcan unas invocaciones bastante barrocas. En comparación, las mías resultan concisas, pero le voy pillando el punto. Me tocó invocar a Metragirta (diosa Madre) y a Ama Lur  (madre Tierra), que son caras que nadie suele escoger. Al final suelo hacerlas yo. Que conste que me siento cómodas con ellas, sobre todo con Ama Lur, pero alguna vez me gustaría poder invocar a Trebaruna, por ejemplo. La que peor llevo con diferencia es Laia, la Doncella.

Me dejaron tocar el tambor, como si yo supiera o algo. No tengo ni idea, y tocar al mismo tiempo que se canta no es muy fácil. Cantamos todo el rato la canción de Noctiluca de Athe, porque es la única que me sé. Hay otra muy bonita, pero no la recuerdo. Pero cantamos libremente y el resultado fue sorprendentemente hermoso a pesar de carecer de melodía y orden. Por algún motivo todo encajaba y resultaba armonioso, aunque también tribal, esencial, primitivo.

Como Iriome había tardado tanto en decidirse y terminó cambiando la hora del ritual, se nos echó la noche encima e hicimos gran parte del ritual bajo las estrellas. Fue muy bonito, a pesar de que no todo el cielo estaba estrellado. Orión nos acompañó durante todo el ritual, especialmente gracias a la luz de Betelgeuse. Me habría encantado saber encontrar a Sirio, la estrella de Isis, que no debería estar lejos. Se nos hizo muy tarde y cenamos más tarde aún.

Lo peor fue el regreso, que se me hizo un poco pesado. Salimos demasiado tarde de Málaga para mi gusto, y llegamos de noche a Madrid. Athe no me llevó a casa porque estaba agotada del viaje. Le dije que podía conducir yo, pero se sentía mal porque me tocó hacer todo el viaje de ida a mí, ya que ella se encontraba indispuesta, y no quería cargarme más después de haber conducido gran parte del fin de semana. Me dejó en la estación de tren de Leganés y para cuando llegué a Atocha no había más trenes en servicio. Taxi al canto y cama muy tarde. Qué agotador.

jueves, 18 de julio de 2019

El caleidoscopio de las nubes

La gente se queja esta semana de cansancio y emotividad. Puede que sea por el pasado eclipse lunar. Yo también he sentido eso en mis carnes, más emotividad que otra cosa. Sí, esta semana hay cosas que me han tocado anímicamente, pero por qué afectan más ahora que en otro momento no lo sé. Me he sentido herida, y expuesta, y he tenido ganas de desconectar del mundo y encerrarme en el mío propio. Guardo en mí un lugar donde puedo replegarme cuando todo lo de fuera va mal, y es así donde me refugio y me recargo, dejando que lo exterior quede en segundo plano en la medida de lo posible. La piscina, además, es un sitio bueno para llorar, porque nadie nota las lágrimas.

A cierta hora de la tarde el sol disminuye su fuerza y resulta posible bañarse en él sin el agobio y los peligros de horas más centrales. Tras el chapuzón me tumbé mirando las nubes. Hyedra nos ha puesto un ejercicio de quietud relacionado con ellas. A diferencia del martes, que estaba bastante nublado (y eso me impidió ver el eclipse), ayer apenas había nubes. La ausencia del viento les daba un aspecto muy estático. Pero fijándome con mayor interés pude ver un movimiento en su masa apenas imperceptible que poco a poco iba transformándolas en diferentes formas. Pareidolias. 

Lo primero fue un búho. La Diosa Mari de nuevo mandándome señales. Lleva todo el comienzo del verano haciéndolo: todo es aire, pájaros y plumas. Por la mañana ya se había encargado de hacerme llegar una pluma negra a mis pies mientras caminaba (precisamente dando de comer a mis gorriones), un instante después de evocarla en mi memoria. Agradezco estas señales y agradezco que vengan de ella. Mari no es una diosa sencilla. Representa una mujer consciente de su poder que no tiene miedo de emplearlo. Es una Reina. Es fuerte y dura, incluso implacable. La he sentido en mí y es una energía tremendamente fuerte. No sé por qué se ha fijado en mí. A Mari no se le niega nada.

Tras el búho llegó una calavera y después una especie de juglar. Si son señales, no tengo ni pajolera idea de qué significan. No estaba preguntando nada y no pretendía saber nada en ese momento.

Entonces, el movimiento de las nubes empezó a incrementarse, pero tengo la sensación de que en ese momento yo era la única capaz de captar el cambio de ritmo. Las nubes empezaron a formar patrones, como si ejecutasen una danza, algo parecido a las piedras de los caleidoscopios cuando se giran. Ufff, qué sensación. Y de pronto el movimiento cesó ante mis ojos y las nubes continuaron con su ritmo original, como si aquello no hubiese sucedido.

No había quietud ahí, no me quedé más tranquila, pero mi sensibilidad se atenuó.

lunes, 15 de julio de 2019

Claridad

Estamos llegando al eclipse lunar en capricornio, que va a cerrar un ciclo de seis meses pero además trae cambios vitales fuertes. Tengo una idea muy vaga de los planes que tenía yo por enero, pero caso puedo decir que no eran muy capricornianos, y sin embargo, el eclipse me cae en todo el fondo del cielo y, por ende, en el medio cielo, que sí lo es.

Llevo semanas sintiendo en mi interior la energía del cambio, de algo que va a acontecer. Es una energía que va creciendo poco a poco hasta que se precipite. Es como una ola de mar, que va ganando en altura hasta que rompe por la cantidad de agua acumulada. Estoy expectante, un poco recelosa, pero al mismo tiempo ilusionada. Necesito que algo cambie. Sin embargo, llevo semanas experimentando el cambio.

Necesitaba irme de vacaciones. Necesitaba oxigenar mi mente y darle un respiro. El cansancio mental es peor que el físico, aunque cuesta reconocer que está ahí. Solamente al parar te das cuenta de la losa que llevabas encima. He tenido losas peores, pero ahí la cargaba. He dejado la losa a un lado y me he zambullido de pleno en un viaje. Los viajes son muy de Júpiter, pero en mi caso al menos tienen una componente neptuniana significativa. Así que he desconectado a muchos niveles.

Reconozco cuán importante es el contacto de la naturaleza para mí. Y reconozco lo poco que me permito reconectar con ella. Es un hábito que quiero mejorar para poder sentirme yo mejor también. Es la conexión con los elementos y la conexión con el Todo. Y he tenido de todo, sobre todo aire, que soplaba con fuerza, como dueño absoluto de aquellas tierras. Escocia ha sido muy de aire y agua. El aire no es mi elemento favorito, pero está muy presente en mí, no sé cómo no lo uso más.

Escocia es una tierra salvaje, agreste y dura. Vivir allí en invierno debe de ser terrible, fundamentalmente por la escasez de horas de luz, y sobre todo para gente como yo que venimos de otras realidades, solo que yo amo el norte y amo el mar. Me siento muy a gusto en parajes perdidos, recónditos, remotos, aislados, donde todo es verde, gris y húmedo. Escocia tiene mucho de eso y muy variado: desde las Highlands a los Cairngorms. Es brezo, es dedalera, es angélica.

Y en ese paraje he encontrado algo que había perdido: poder personal. No poder para hacer, sino el poder de ser yo misma, el aceptarme como soy en este momento con todos mis rasgos. Es amarme con todos mis defectos, todas mis inseguridades, todos mis complejos, que son muchos, pero están ahí por algo y son correctos y válidos. No significa que no quiera quedarme como estoy, sino que reconozco que estoy en un punto de partida y que así soy la mejor versión posible de mí misma en este momento. Y soy lo único que necesito en mi vida para que esta funcione.

Al dejar tantas cosas atrás, me he despojado de prácticamente todo y he reducido mi vida a lo mínimo: respirar, comer, beber, y dormir. En la simplificación he encontrado poder. Me he encontrado a mí misma. Siempre he estado ahí pero no me he reconocido lo suficiente. Yo soy la que está conmigo siempre, la que me cuida, la que me atiende, la que me apoya, la que me sostiene. Todo lo demás es un añadido que aporta mucho, pero de lo que puedo prescindir. Solamente me necesito a mí misma para sobrevivir, y voy a estar bien porque yo me basto. Es desapego. Estoy aprendiendo mucho sobre el desapego.

También es desapego el querer ser feliz independientemente de los resultados. Tengo planes y me muevo para lograrlos (aquí sin embargo tengo alguna cosa pendiente que reflexionar porque hay ciertas cosas para las cuales me cuesta tomar acción), pero mi felicidad no está en la consecución de los mismos, sino en las cosas que ya tengo, en mi estado actual. Y tengo mucho que agradecer.  Así que este viaje me ha ayudado también a tomar perspectiva, a tomar consciencia de cosas que estaba pasando por alto o a las que no daba la suficiente importancia. Claridad. Mi consciencia se expande.

Y al mismo tiempo, me siento como hacía años que no me sentía. Me siento fuerte, y no me da miedo perder cosas y personas por el camino. Estoy aprendiendo a fluir. Estoy contenta, feliz incluso. Me sorprendo cuando el pecho se me inunda de esa sensación tan cálida que algunos llamarían "plenitud". No tengo todo lo que deseo, pero me siento plena igualmente, porque en realidad, no lo necesito. Yo siempre estoy completa. Y estoy donde debo estar, y todo está bien, es perfecto.

 Ojalá sea capaz de mantener esta sensación en el tiempo.