viernes, 26 de abril de 2019

Síndrome de aniversario

Desde hoy hasta el 19 de junio voy a recordar un episodio fundamental en mi vida relacionado con mi hijo Héctor (a.k.a BH).

Tal día como hoy, hace un año (y más o menos a estas horas), me hacían la transferencia de dos embriones. En sí una transferencia no es nada complicada. Es lo mismo que ir a hacerte una ecografía. La mayor incomodidad es tener que tomar mucha agua para que se destaque bien la vejiga frente al útero, dado que ambos están en línea. Una vez identificado el útero, te introducen una cánula en el mismo, donde liberan un líquido portador que contiene los embriones. Y ahí se quedan, esperando que lleguen a agarrar en las paredes del útero. Aquella vez hubo suerte y uno se aferró. Héctor.

Ese día no sucedió nada memorable más allá de la propia transferencia. Pero estaba a las puertas de un viaje a Hamburgo, aprovechando el puente de mayo, y la maratón de la ciudad. Héctor se implantó allí. La implantación sí fue notable. Tuve dolores de abdomen bastante intensos, parecidos a una regla o a tener gases. Fue bastante incómodo, sobre todo porque ese día quería patear la ciudad para enseñársela a mi prima Marisa, y me costaba, pero solamente duraron un día. Recuerdo que desayunamos en el Fischmarkt y luego nos apuntamos a una visita en barco por el puerto. Hacía buen día. El peor momento fue durante la comida. Me encontraba fatal a pesar del paracetamol y todos notaron que no estaba bien. Luego me recuperé y fuimos a Planten un Blomen a echar la tarde.

Al día siguiente estaba como una rosa. No volví a tener síntomas de ningún tipo. Lo poco que duró fue un embarazo estupendo. Yo me sentía muy fuerte, capaz de cualquier cosa. De hecho, no dejé de hacer deporte en todo el tiempo y mantuve un ritmo de trabajo normal. Quizás esto fuera un error, ¿quién sabe? Nunca sabré por qué sucedió, pero siempre me pregunto si hice algo mal.

Tuve dos días especialmente bonitos en mi embarazo. El primero fue cuando me notificaron que estaba embarazada. Me llamaron de la clínica para darme la noticia. Yo estaba en la oficina y me fui a una sala para recibirla. Me eché a llorar de la emoción que me produjo. Mucha alegría.

El segundo día fue cuando fui a hacerme la revisión a la clínica y escuché su corazón por primera vez (y la última). Un corazón fuerte y rítmico. Todavía lo recuerdo y hasta puedo escuchar su sonido en mi mente. Conservo las gráficas de la ecografía; si fuese más habilidosa con la técnica, podría pasarlas por un software de sonido para reproducirlas. Jamás supe el sexo del bebé porque era demasiado pronto. Lo llamo Héctor porque yo lo sentía niño. El nombre se lo di mucho más tarde, ya en terapia, para completar mi homenaje y darle un lugar en mi árbol (al menos esto parece que lo hice bien). Para mí sobre todo, él será BH.

Así hasta el 19 de junio, el día del aborto. El relato de este día me lo dejo para otro post.

Ahora llegan esos días y me resulta inevitable no pensar en él. Encima para Beltane, que se supone que es una fiesta  del placer y el gozo, y que bailaremos un mayo. Pues estoy como para muchas celebraciones. Mañana tengo Espiral y sé que voy a llorar un montón.

miércoles, 24 de abril de 2019

El último intento

Es el último intento. Tanto si sale bien, como si sale mal, no volveré a pasar por ello. Así lo he decidido. Y, en realidad, creo que es lo más sensato. Hay que saber cuándo rendirse, algo que no se me da particularmente bien, pero ya está, hemos llegado a ese punto. No se puede decir que no lo haya intentado, pero no puedo asegurar el resultado. Una vez más, por eso de quedarme tranquila en mi conciencia, y nunca más.

Ahora siento miedo. Miedo a tener éxito y miedo a fracasar. Tengo miedo a perder. Tengo miedo a todo. Este miedo es un viejo conocido, pero no lo esperaba. Creía que lo tenía superado, pero veo que no. Vuelve a mí y vuelve fuerte. Sin embargo, no es como antaño.

Siento un miedo fuerte, pero por más miedo que sienta, no puedo hacer que las cosas sucedan, y no puedo parar lo que es inevitable. Solo puedo dejar que las situaciones fluyan como ellas consideren. Sólo puedo hacer mi parte y, después, quitarme de enmedio.

Siento miedo, pero después de todo lo que pasé el año pasado, ya no siento las cosas igual que antes. Perdí mucho, sufrí mucho, lloré mucho, y como consecuencia, una parte de mí murió. No me quedé insensible (por más que llegué a estar muerta en vida), pero ya no me afectan las cosas como antes. He aprendido importantes lecciones de desapego, estoy preparada para perder. Y en mi cabeza me estoy preparando para muchos escenarios, aunque no seré capaz de anticiparlos todos. Al final, la vida te sorprende por el flanco que menos te esperas. Y quizás sea lo mejor.

domingo, 21 de abril de 2019

La determinación

Le dije que la amaba, pero ella no me creyó. Por qué iba a hacerlo después de tantas decepciones, abandonos, desprecios y promesas incumplidas? Las palabras no significaban nada para ella, por mucho que mi pecho bulliese de emoción al pronunciarlas, porque ella, herida como se sentía, había levantado muros alrededor de su corazón para protegerlo, y simplemente mis palabras no lo traspasaban. Pero yo quería llegar a su corazón y entendía que no sería con palabras, sino con acciones; no grandes actos pomposos y puntuales, sino pequeñas obras cotidianas y frecuentes que pudieran horadar ese muro, igual que gota a gota el agua perfora la piedra. Acciones no revestidas de pretensión, sino de interés real.

Yo solamente quería estar a su lado, cuidarla, protegerla y amarla, si ella me dejaba hacerlo, pero me tenía que ganar ese derecho. Tendría que esforzarme por demostrarle que está vez iba en serio, que esto no era otro de mis caprichos temporales y egoístas, que estaba comprometido, que estaba dispuesto a darme en vez de tomar sin contraprestación. Tendría que demostrarle que realmente me gustaba ella tal cual era, que me interesaba su mundo. Solamente así ella me abriría las puertas.

Sin embargo no iba a ser fácil. Tendría que ser paciente, pues en un segundo no conseguiría revertir el efecto de años. Tendría que ser perseverante porque la campaña sería larga. Pero lo más difícil sería hacer que ella percibirse todo esto de la manera en que yo quería transmitirlo, de la forma en que yo querría que ella lo sintiese.

Soy consciente, sin embargo, de que seguramente jamás lograría que ella pudiese confiar en mí al cien por cien, pero quería llegar lo más cerca que me permitiese. Porque ella lo valía, lo valía todo. 

sábado, 20 de abril de 2019

Visión

Un jardín lleno de flores.
Un porche bajo una pérgola sombreada.
Una infusión y pastas de té.
Un beso en la frente tras una sobremesa dominical de primavera.
Manos entrelazadas bajo una fina manta.
La cálida caricia del sol en la cara.
Tiempo de relax e intimidad.
Paz. Tranquilidad. Lentitud. Pereza. Felicidad.
La luz dorada envolviendo la escena como papel de regalo.

miércoles, 17 de abril de 2019

Arde París





No era éste el post que tenía en mente para hablar de mi reciente viaje a París, pero la actualidad manda. Es inevitable hablar del incendio de Notre Dame y, como si no hubiese ya comentarios suficientes en las redes (algunos evidenciando la falta de intelecto de muchas personas), pues aquí está también mi crónica.

Digamos que todo se remonta a unas horas previas al incendio, cuando caminábamos hacia la Gare D'Austerlitz para coger el metro. Desde el puente se veía a lo lejos la parte posterior de la catedral y pensé en lo bonita que es esa perspectiva para una foto. Incluso pensé en hacer una para la colección, pero entonces recordé que tengo muchísimas fotos así de viajes previos. Nunca pensé que sería la última vez que vería el techo y la espina como entonces.

El siguiente punto cronológico llega en el momento del incendio. Acabábamos de montarnos en el funicular que sube al Sacre Coeur, cuando al mirar para atrás vimos un incendio enorme en la ciudad. Parecía próximo a Notre Dame, hasta que alguien dijo: "no es próximo, es en Notre Dame". Al llegar a la base del Sacre Coeur, los miradores y las escaleras ya estaban llenos de turistas mirando hacia el incendio. El Sacre Coeur está como a unos 5km de la catedral, pero su altura le confiere una vista privilegiada de toda la ciudad. Desde allí era posible seguir el incendio sin problema, debido fundamentalmente a la virulencia del incendio, que se cebaba con la techumbre de madera. Con el catalejo de turismo (de esos que no usas nunca cuando estás de visita), pudimos enfocar las llamas y ver cómo ardía todo (por cierto, 1 euro da para bastante rato). Las llamas incluso amenazaban las dos torres, por las cuales empezaba a salir un humo negro.

De repente, cae la flecha de Notre Dame entre el fuego, y el incendio parece coger brío. Un lamento recorre la multitud del Sacre Coeur. Estamos contemplando la escena con cierta estupefacción e incredulidad, como si no pudiéramos creer lo que estamos viendo delante de nuestros ojos. Por Twitter las imágenes llegan incluso con mayor claridad y dramatismo, con comentarios en tiempo real. Pienso en la cantidad de gente que está conectada en ese mismo instante. El hastag da una indicación de la medida.

Empiezan a llegar mensajes preguntando por nuestra seguridad.
Es curioso ver quién se acuerda de ti y quién no, aunque creo que es injusto juzgar. Me sorprende gratamente ver los mensajes de Isa y de Athe.

Un helicóptero sobrevuela el cielo de París y revolotea sobre la catedral, imagino que enviando información desde las alturas. En las redes se habla de 400 bomberos destinados a apagar el incendio, y sobre las posibilidades de contenerlo. A nuestra vista, el incendio ha disminuido, pero no está controlado. Tardarían toda una noche en hacerlo.

Siento emociones diversas. Desde la incredulidad, a la indiferencia, a la pena, a la impotencia. Es difícil no pensar en todo lo que podría arder: frescos, retablos, altares, cristaleras...incluso las piedras. Siento una enorme pena por las gárgolas. Luego llegarían informaciones mencionando que la estructura estaba salvada, y nombrando el esfuerzo realizado por salvar la mayoría de las obras de arte de la catedral, gracias a una cadena humana organizada a tal efecto.  No hay bajas personales, salvo un bombero herido, del cual no se vuelve a hablar.



Decidimos entrar en el Sacre Coeur y visitarlo, aunque es inevitable seguir pensando en el incendio. Apenas puse atención al mismo, aunque lo había visitado un par de noches atrás de manera muy improvisada.

En el chat de mi Espiral  y mi tribu pagana comentan el incendio, desde una perspectiva diferente. Allí, Notre Dame es un lugar de culto a la Diosa Madre, a la Diosa Oscura, a Isis, que fuera después transformada (como tantas otras) en virgen negra. Notre Dame está muy ligado al culto de lo Divino Femenino, por eso, también se siente pena por la destrucción de este lugar sagrado, que está mas allá de una religión concreta. De hecho, hasta es posible empatizar con los grupos reunidos cantando el Ave María, porque le cantan a Ella, y porque es bonito ver a la gente mostrando su fé de esa manera. A mí me resulta conmovedor.

Pero al mismo tiempo el incendio se interpreta en los círculos paganos como una renovación de lo femenino, como si fuera un ave fénix que resurge de las llamas. Lo viejo da paso a lo nuevo. No se puede olvidar que estamos bajo la estación de las diosas del fuego, y vaya cómo están de desatadas (han ardido también una mezquita en Jerusalén y un altar budista en Tsogyelgar). También hay que recordar que el nodo norte está en Cáncer este año, y el nodo sur en Capricornio, lo cual habla de un cambio de estructuras.

Interpretaciones hay muchísimas. Creo que hasta ha vuelto a surgir Nostradamus en alguna. Por cierto, una de ellas está relacionada con el arcano de La Torre, el cual ha aparecido en mi sueño de hoy en relación a mí. Y esto me hace menos gracia, porque no es una carta demasiado favorable.

Notre Dame resurgirá. No en tres días, como algunos indican mencionando las escrituras, ni a pesar de los talonarios expedidos por los millonarios franceses, pero resurgirá. Hay cierto debate sobre si hay que restaurar la catedral, o en qué forma. Yo creo que eso da igual. Hay lugares que tienen una esencia propia independientemente de la forma, y esa esencia es la que no ha perecido en las llamas.

martes, 9 de abril de 2019

El Bosque

He comenzado un curso sobre el bosque, sobre la conexión con el bosque. El bosque como el hogar de la bruja. Un curso para aprender sus secretos ya olvidados, para recordar lo que ya sé. Y todo de la mano de una mujer como Hyedra, que no solamente escribe muy bien, capaz de evocar imágenes nítidas en tu cabeza, sino que parece poseer un conocimiento vasto sobre cualquier tema relacionado con el paganismo.

De pequeña mis padres solían llevarnos al monte a mi hermana y a mí para pasar el fin de semana. Les gustaba caminar y estar en contacto con la naturaleza, aunque no creo que ellos sintiesen el bosque de una manera espiritual. Sin embargo, ellos tenían esa conexión inconsciente, quizás más con la montaña que el propio bosque, más con la parte masculina que es avanzar, que con la femenina, que es contemplar. Creo que yo tuve también ese vínculo una vez, pero lo perdí con el tiempo, con mi ausencia y la búsqueda de otras aficiones y experiencias dominicales. Ahora al recordarlo, siento nostalgia.

Pienso que mi relación con el bosque ha sido mayor cuando he ido yo sola al campo, porque mi ritmo es más pausado que el de mi familia. Tengo más inclinación a contemplar. Siempre me han gustado las plantas y me he entretenido a mirarlas, siempre he querido saber sus nombres y sus propiedades, aunque tampoco es que me considere una experta. Pero cuando camino sola, me siento más parte de la experiencia.

Aun así, nadie me ha enseñado a sentir el bosque, a conectar con él, en la forma en la que Hyedra parece hacerlo. La unión es tan débil que no parezco tener una pulsión hacia él. No obstante, me gusta pasear entre los árboles y deleitarme en ellos; siento nostalgia al leer los textos de Hyedra, como si recordarse un tiempo antiguo, una vida antigua, donde la relación era más poderosa; siento envidia por aquellas personas que se dedican a sentir a los árboles, como si ellos tuviesen una capacidad de la que yo carezco.

Un parque no es un bosque, pero es lo más parecido que tengo a mano. La energía del parque la siento menos intensa, menos salve y pura. Hay algo artificial en ellos, aunque quizás sus árboles tejan conexiones bajo tierra para crear un ente propio, "el espíritu del parque". Otro organismo hecho de organismos individuales.

No hace tanto que visité uno. Fue al comienzo de la primavera para deleitarme con el aroma de los almendros en flor, y admirar las flores rosas de los prunos. Es simplemente una pequeña aproximación a un mundo de sensaciones, dado que mis sentidos parecen atrofiados por la falta de uso, embotados por el ruido mental.

Me encantaría saber que puedo restaurar el vínculo antiguo y aprender a relacionarme con el parque. Quizás pueda aspirar incluso a comulgar con el bosque y formar parte de él. Como la bruja que puedo llegar a ser.

miércoles, 3 de abril de 2019

Eterno



El domingo me desperté y lo primero que hice fue cancelar las reservas para el gimnasio y seguir durmiendo un poco más. Volví a despertar sobre las 11, justo para un desayuno improvisado, no demasiado copioso para poder comer un par de horas después. Mi cuerpo se negaba a moverse, así que decidí que íbamos a pasar todo el día en cama. Y ¿qué mejor forma de pasar el tiempo en la cama que sesteando y un big watch?

Me conecté al Prime y estuve buscando películas entretenidas y poco profundas que ver. La última fue la que más me gustó: "Eterno" (Everlasting). Una película indie del 2016 de la que no había oído hablar anteriormente. La escogí porque parecía que era una película de suspense de un chico indagando sobre la muerte de su novia. Pero resultó ser mucho más: una historia de amor. No una historia de amor de esas ñoñas de las películas románticas, sino un amor que sobrevive a lo más oscuro.

La película narra la historia de Matt, un adolescente de Colorado que acompaña a su novia Jessie a Los Ángeles para convertirse en modelo. Es su último viaje juntos, porque ambos tienen claro que la vida de ambos se va a bifurcar a partir de ese momento y que dejarán de verse. Así que Matt decide acompañar a Jessie y disfrutar de esos últimos instantes, íntimos y preciosos, que se convertirán en eternos en la memoria de Matt.

En el momento en que llegan a Los Ángeles, todo se vuelve oscuro y sórdido, mucho más que la pose pseudogótica que ambos protagonistas asumen en su vida diaria. Jessi, en especial, tiene unos gustos mucho más tenebrosos que Matt, debido a una vida muy poco ordenada de la que desea escapar a toda costa. Más que ser modelo, creo que Jessie aspira a ser libre, y el modelaje le da una oportunidad. Sin embargo, entrará en un mundo corrompido de sexo y violencia que la llevará a la muerte a los pocos meses de llegar a la ciudad.

Cuando Jessie muere asesinada, Matt regresará a Los Ángeles para averiguar quién fue el asesino de su novia y devolverle una dignidad perdida. Existe una trama orientada a explicar esta parte de la película, pero sigue siendo algo secundario frente a la historia amor de ambos; un amor bastante puro, que pone el contraste a toda la decadencia de la metrópolis.

El desenlace de la película creo que flojea un poco, pero aun así me parece una sorpresa muy grata, muy interesante, y muy diferente.