miércoles, 27 de marzo de 2019

Fuego de Hogar

Cuando me dijeron que la diosa Trebaruna se asemejaba a la diosa Morrigan, me fui a por ella de cabeza. Además de todas las diosas del fuego íberas, es la única que tiene una canción, y una pedazo de canción por otro lado.

Trebraruna filha da Dor
Guerreira sagrada, Deusa do Amor
Trebraruna teu leito semente
Acolhe-nos agora num muy doce abraço
Trebraruna és Vida és Morte
da Lua és filha, dos Lobos consorte
Trebraruna pagão é teu ventre
Ansiado refúgio de quem ainda te sente
Viva!

Trebraruna és tu quem nos gera
Alimento teu seio d'Amor e de Guerra
Trebraruna a tua voz é
a melodia mais doce da nossa Terra
Trebraruna nós tuas crianças
Beijamos teus olhos cerrados com fervor
Trebraruna cantamos para ti
Somos teu eterno, fiel trovador

Parece que no hay mucha información de Trebaruna, diosa del fuego del hogar, diosa protectora del clan, diosa de la batalla y de la muerte. Pero, a diferencia de Morrigan, parece que Trebaruna solamente entraba en guerra cuando le tocaban al clan, y esa característica es algo con lo que me puedo identificar personalmente. A mí no me gusta la guerra (algo que debería investigar), pero si tengo que entrar entro y entro a muerte, sobre todo si es por los que considero míos. Para ello, obviamente, tengo que sentirme identificada.

Así que he empezado a invocar a Trebaruna, y cada vez que lo hago, me convierto en una llama. Yo soy la llama. Ayer, que hacía muchísimo viento, la llama bailaba con el viento, pero no se doblegaba a él, como si se plegase pero no se sometiese.

Me vi directamente transportada a mi ámbito laboral, donde soy jefa de un equipo. En cierta forma ellos son mi clan, y yo soy la llama de ese equipo. No una llama que quiera brillar o destacarse, soy una llama que ilumina el camino, una llama en torno a la cual se aglutina el equipo. Al menos es como yo lo siento: el liderazgo como servicio (LaaS).

 "Y de las brasas brotarán flores". El mismo mensaje que me dio Benzozia en el embodiment. Es como decir que mi equipo florecerá al calor de mi llama. Y entonces comprendí cuán importante es la labor de un líder en el equipo.

Sin embargo, la llama del líder debe mantenerse. Es una responsabilidad grande, y pesa. A veces das mucho y recibes muy poco. Nadie cuida de ti. La soledad del líder. Yo a veces me siento así. Y es difícil seguir adelante cuando estás vacío. Pero la llama debe seguir ardiendo, y a veces tú misma tienes que encontrar tu propio combustible.

Esto es algo que estoy aprendiendo: a llenarme desde el interior. Hay días que es más fácil que otros. Cuando nadie te ve, en el silencio de la soledad y el vacío, te retiras  tu interior para conectar contigo, para encontrar ahí lo que te falta en el exterior. Es reponerse  (¿es evitar?). Quizás debiera aprender a trazar más límites y a cuidar mi energía para evitar quedarme seca, para reservarme algo para mí. Puede que ese sea uno de los trabajos con Trebaruna. Lo iré viendo.

Trabajos con Trebaruna:

  • Qué quiero: la intención, el deseo para mí.
  • El derecho a brillar
  • Poner límites
  • ¡La conexión con el fuego!

lunes, 18 de marzo de 2019

Me merezco

Me merezco que me quieran con locura
El té de menta
Las frutillas bañadas en chocolate
Me merezco a Vivaldi un día de lluvia, el sol, la playa y el aire.
Me merezco los besos, las gracias, el buen sexo.
Me merezco el libro que leo, el aroma a febrero, tus ojos de cielo.
Me merezco todos mis amaneceres, el primer mate del día, el ronroneo de mi gata, el placer de escribir, los audios interminables de la gente que me nutre oir.
Me merezco que me elijan para compartir vida.
Me merezco ser declarada y nunca clandestina, estar en las fotos que quiero figurar y cada viaje que hice.
Me merezco caminar en la noche y remolonear los domingos.
Mis tiempos, mis espacios, los cafecitos solitarios, los bailes desenfrenados, fumarme un mentolado.
Merezco los piropos sinceros. Los mimos, Los abrazos, Los "te quiero",
Merezco los regalos sorpresa. La emoción del avión que despega. La paz y el sosiego.
Me merezco las palabras de aliento, la compasión, los vínculos sanos.
Me merezco vivir lejos del drama.
Me merezco la sonrisa, el buen trato, el saludo.
Me merezco que buenas cosas me ocurran, saber quien soy, que me dejen ser.
Me merezco que contesten un mensaje, que devuelvan una llamada, que me escuchen.
Me merezco mi tiempo de tristeza y mi tiempo de alegría.
Me merezco no ser violentada, ni callada, ni agobiada, ni avasallada.
Me merezco ser feliz. Darme mil oportunidades.
Me merezco. Te mereces. Nos merecemos.
"Declaro vivos todos los merecimientos del mundo. Porque tengo claro que me enseñaron a no merecer. Y me lo creí."
¡Así que "saber que merezco es una construcción de valentía y certeza que renuevo cada día"!

(Texto de Simone Seija Paseyro) 

viernes, 15 de marzo de 2019

Greta Thunberg


En el mundo a veces surgen personajes que parecen destinados a grandes cosas. Podríamos ser cualquiera, pero son ellos los que se destacan, sin saber bien por qué. Siempre he pensado en el broadcasting para el plan divino: un mensaje enviado a muchos, recibido por pocos, ejecutado por uno que es el que es capaz de interpretarlo en el momento adecuado. Me pregunto si todos los mensajes llegan o si habrá alguno que se quede sin realizar.

No diré que Greta Thunberg es una niña normal, porque basta con verla para saber que no. Hay algo en ella que la hace diferente del resto. Todavía estoy intentando encajarla con un eneatipo, pero ahora mismo me decantaría por el 5 o por el 8, los cuales a su vez están muy relacionados por flecha. Un cinco porque la niña es rara. Parece una niña de pocas pero precisas palabras, de esas que tienen pocos amigos y que observan mucho (de hecho parece que está diagnosticada de autismo y TDAH). Una niña que viste no para lucirse, sino para sentirse cómoda. Al mismo tiempo tiene una presencia y, sobre todo, una mirada que impone, como un ocho. Ayer veía una intervención suya en la televisión y me impactó enormemente. Por un momento, pensé que era la propia Madre Tierra hablando al mundo. Y me acojoné. Y ¿por qué no?

Y el caso es que su recorrido no parece demasiado amplio, ya que es desde 2018 que parece que el personaje está en los medios. Pero es un personaje que tiene poder. Comenzó haciendo una huelga estudiantil ella sola, sentándose en las afueras del Riksdag todos los días durante la jornada escolar, junto con un cartel que rezaba "Skolstrejk för klimatet" (huelga escolar por el clima). Eso llamaría la atención de la prensa, pero en poco tiempo se ha convertido en una figura conocida mundialmente. En otros foros la llamarían "influencer", aunque no es banal lo que ella promulga (sí, aquí he de reconocer mis prejuicios sobre una serie de personas que detesto por superficiales - mis creencias limitantes).

Ella también está detrás de la huelga por el clima que se celebra hoy en todo el mundo. Su discurso es tajante, preciso y demoledor. Hay pocas sonrisas, poca dulzura, pocas ganas de hacer amigos. Está para despertar conciencias y llamar a las cosas por su nombre. En política hay poca costumbre de escuchar un estilo semejante. Es bastante refrescante, pero también es verdad que ella no está ahí para hacer carrera. Su compromiso es con el planeta. ¿Durará? El tiempo lo dirá.

Querer


Es sencillo querer lo que no existe, lo que ya no está o lo que nunca llegó. Es muy fácil querer con la imaginación, con las expectativas y la fantasía. Escribir los deseos en el aire y llorar con amargura después por la pérdida. Queremos lo que no está o lo que no va a ser porque no nos defraudará jamás, va a ser perfecto, infalible, lleno de amor y buenas intenciones. Podemos querer a rabiar, dejando salir las emociones que atesoramos y que no podemos abrir a la realidad. Puede ser tan intenso que lleguemos a pensar que estamos queriendo descarnadamente, y está bien querer con la locura de la irrealidad. Pero no dejes de amar lo que de verdad te rodea.

(Texto de @alasmadrigueras)

Slash


13 de marzo. Mi calendario indica el concierto de "Slash" en el Palacio de los Deportes. Voy al concierto sin ganas. Me siento triste y estoy de bajón, e ir a un concierto no es lo que más me apetece esa noche. Incluso la banda no es de mis favoritas por lo que podría perfectamente saltarme el concierto. De hecho me llego a preguntar qué hago allí.

Me cuesta mucho entrar en el concierto. Pasan como cuatro canciones en las que no soy consciente de la música ni de la actuación. Me hallo en medio de una masa de gente desconocida, con la que no comparto nada, y no me puedo sentir más ajena. Siento frío y me siento desubicada. Creo que podría echarme a llorar.

Pero la música tiene esa magia que consigue transmutar las emociones, y poco a poco mi vibración va cambiando. No llegaré a sentirme exultante, pero mi ánimo va mejorando. No conozco ni una de las canciones del grupo, pero es un rock clásico, fácil, con melodías familiares. La música va llenándome y empiezo a disfrutar del concierto.

Veo poco el escenario, porque estoy bastante metida en el público. Yo que soy de estar siempre atrás. Al ser bajita, el escenario me queda tapado por tíos bastante altos, algunos con melenas que no me ayudan. El fondo del escenario es estático: una calavera blanca con los ojos en forma de estrella, coronada por la típica chistera de Slash, cruzada por un texto que dice: "Slash featuring Myles Kennedy and the Conspirators". Al que más vería de todos es al bajista, un tío que parece enorme, con una preciosa melena larga, sana, morena que parece teñida. Desde mi posición y con mi perspectiva me recuerda a Peter Steele, salvando las distancias. Y eso que a Steele lo he visto más en vídeos que otra cosa.

El tipo (Todd Kerns se llama) tiene mucha energía, se mueve mucho por el escenario, e interacciona bastante con el público. Me hace plantearme cómo una persona que ronda la cincuentena puede tener tanta energía si lo comparo conmigo, que estoy tan baja, cansada, y me duelen los pies. Hay que tener cierta condición física para poder dar un concierto de dos horas con esa energía. El hombre además canta y lo hace muy bien, y su voz empasta de lujo con la de Myles Kennedy.

La acústica no es quizás la mejor del mundo, pero a mí me parece que todo suena bastante bien. La segunda guitarra, tal vez no se escucha demasiado. Slash tiene varios momentos estelares haciendo solos de guitarra, uno de los cuales juraría que dura más de quince minutos.

Sobre el setlist, apenas una única canción de Guns 'n' Roses, el "Nightrain" del "Appetite for Destruction", lo que marca una clara distancia frente a aquellos. Se comenta que en los primeros conciertos, el peso de Guns era bastante fuerte, pero a medida que construye su trayectoria en solitario, son más las canciones propias las que adquieren protagonismo. Yo conozco pocas, solamente "Starlight" y otra cuyo título desconozco.

"oh Starlight, don't you cry
We're gonna make it right before tomorrow
Oh Starlight, don't you cry
We're gonna find a place where we belong
And so you know, you'll never shine alone"

A pesar de mi ignorancia, el concierto me gusta. No me arrepiento de haber ido, aunque podría haberlo disfrutado más con un estado de ánimo un poco mejorado.

jueves, 14 de marzo de 2019

Johnny

Johnny adoraba circular por las calles de Madrid en coche. Sentado en el asiento del copiloto del coche de su amigo Chesu, con el reaggeton sonando a todo volumen, y consumiendo kilómetros a gran velocidad, aquello sabía a libertad y también a rebeldía. Quizás no era gran cosa, pero a él le daba la vida.

Llegaron a un semáforo y pararon junto a un coche blanco. Conducía una mujer, y eso siempre era un aliciente. A Johnny le gustaba vacilar a las chicas desde la ventanilla. No había ninguna mala intención en aquello, solamente diversión, dando rienda suelta a las hormonas revueltas de un chaval de dieciocho años.

Miró a la conductora para ver su aspecto. Vacilaba a las guapas, a las que le gustaban a él. Si ellas reaccionaban a sus provocaciones, se crecía. Entonces se sentía como un tío gracioso y ocurrente, algo que le colocaba por encima de Chesu, que no tenía su ocurrencia. Tenían una competición sana con respecto a las chicas: salían a ligar cuantas más mejor, pero jamás discutían por mujeres, porque los colegas están por encima de las pavas.

Su primera impresión sobre la conductora era una mujer de mediana edad, de melena corta y color de pelo claro. Era mucho mayor que él, posiblemente le doblaba la edad, pero le pareció bonita . Ella miraba a su alrededor sin fijar la vista en nada concreto, esperando el cambio de color del semáforo. Desde luego no se había fijado en él. Al mirar a sus ojos azules, vio en ellos una enorme tristeza, y aquella sensación le traspasó el corazón. Parecía tan vulnerable, tan perdida. Se despertó en él una emoción a la que no supo dar nombre, porque era la mezcla de varias: pena, ternura, compasión.

Habría querido consolarla en ese mismo instante para poder aliviar su aflicción, abrazarla y acariciarla, como se cuidan las cosas que amas y quieres preservar y proteger. Pero el semáforo se puso en verde en ese momento, y el coche blanco giró a la derecha, alejándose del coche de Chesu, que siguió recto.

Entonces Johnny supo que se había enamorado y que no volvería a verla más.

sábado, 9 de marzo de 2019

8M2019


Hacía mucho tiempo que no iba a una manifestación. Posiblemente la última a la que acudí fue una en defensa del lobo hace un par de años. Tampoco pensaba asistir a la de ayer, no porque no considerara que no fuese importante, sino porque a veces me empano en la rutina y no veo más allá de lo que esta me ofrece. Me pasa que pierdo visión perspectiva general de las cosas. Entonces alguien me preguntó si iba a asistir y me sacó de mi ceguera parcial.

Fui con mi madre, que sabía que esto le iba a apetecer. Las brujas de la Espiral habían organizado también el día desde por la mañana, ya que ellas iban a hacer huelga, y podría haberlas acompañado. Pero es que tienen un toque radical que no me termina de convencer, así que ni me planteé llamarlas para unirme. Y eso que iban literalmente vestidas de brujas, lo cual tiene un toque interesante, aunque no soy yo de destacarme demasiado.

Mi madre y yo en un santiamén nos plantamos en la estación de cercanías de referencia para ir a Atocha. Había bastante afluencia en la estación, aunque no como en otras manifestaciones multitudinarias a las que he asistitido. Recuerdo la manifestación contra la guerra de Irak, con los vagones del cercanías tan llenos que casi no se podía respirar. Quizás fuera por la hora, no sé. El caso es que los vagones iban cargados, pero no resultaba insoportable. El tren avanzaba también muy lento, y tardamos más de lo habitual en llegar a la estación.

En Atocha estaba el final de la manifestación, a la que se iba sumando cada vez más gente. Mucha gente había. Muchas mujeres, por supuesto. Muchas chicas jóvenes, lo cual me parece muy esperanzador, pero también muchos hombres, que me pareció precioso. También había niños y bebés, que a mí me parece un riesgo innecesario por el peligro que suponen las mareas humanas. Algunos incluso llevaban carritos, vamos, la mejor idea para una manifestación. En fin...son sus hijos.

Muchas consignas, muchas pancartas. Me fascina que la gente dedique tiempo a estas cosas y que consiga hacer cosas hasta resultonas. Es que a mí estas cosas no se me ocurren, y tampoco tengo la habilidad para hacerlas. Eso sí, las frases se repetían bastante. "Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar", "Somos las reinas del tablero", "Lo contrario del feminismo no es el machismo sino la ignorancia", etc. A mí me gustó uno que decía "Somos más resistentes que un Nokia 3310".
Más adelante escucharía a niñas pequeñas, de unos 7 años, gritar consignas feministas que, si bien pudiera parecer bonito, no deja de ser una especie de adoctrinamiento. Es algo así como el que se puede hacer con los niños y los equipos de fútbol, que les haces aprenderse ciertas frases que repiten sin saber bien de qué están hablando. Que conste que me encantaría que cualquier niña y cualquier mujer conociese sus derechos, los reivindicara y los peleara, pero esto, en particular, me chirrió bastante.

En Atocha no se podía avanzar, pero yendo por los laterales, mi madre y yo conseguimos llegar a la calle Atocha, que estaba más despejada. En otras manifestaciones masivas, esta calle habría estado desbordada, pero no aquí. La delegación del gobierno ha informado de 375K personas en la convocatoria, que es bastante de todas formas. Tendríamos que haber subido por el Paseo de Recoletos, pero decidimos desviarnos por la calle Atocha y llegar a la Gran Vía. Es como hacer trampas, lo sé, pero me agobia tanto estar entre la multitud...Es verdad que si no estás entre la marea, la sensación es diferente, como pasa con los conciertos, pero yo prefiero salvaguardar mi integridad física y mi espacio personal (si es que soy tan territorial...). El caso es que al llegar había mucha gente, pero la cabecera de la manifestación todavía no. Se les escuchaba llegar a la lejanía, acompañados de música y de gritos. Al llegar a nuestro punto volvimos a tener multitud, y decidimos que no íbamos a llegar a Plaza de España, donde finalizaba la marcha. El resto lo seguí por Twitter, que estaba bastante activo.

No sé, a mí me pareció una experiencia bonita. Podría haberla vivido más intensamente, es verdad, pero resultó así. 

jueves, 7 de marzo de 2019

Irritabilidad

Yo no sé si será por Mercurio retrógrado o la luna nueva en Piscis, pero esta semana está siendo un horror. Después de un fin de semana de lo más sensorial y consciente, el lunes amanecí con una irritabilidad inusual que no puedo atribuir a nada concreto, pero desde entonces me he sentido hipersensible, con poca paciencia y con mal humor. He intentado advertir a los que estaban a mi alrededor para evitar conflictos, pero creo que la gente no entiende muy bien los mensajes, y menos con un Mercurio retrógrado que ha entrado con fuerza creando confusión y caos.

Esta semana podría decir que no me aguanto a mí misma, no me soporto.
Estoy atascada en el observador 3, con pensamientos que no son demasiado positivos. Al observar mi estructura, me siento como en una cárcel que es esta realidad, donde no tengo capacidad de elección ni de manifestar todo aquello que deseo porque no depende de mí. Es como si uno de los SIMS se diera cuenta de repente que forma parte de un juego donde le pasan cosas que están orquestadas por la persona al otro lado de la pantalla. Todo lo que veo ante mí me parece irreal, pero está colocado para que me sirva de una manera no soy capaz de comprender del todo. Me molesta enormemente no tener el control del juego. Me molesta pensar que en el fondo soy un avatar al servicio de un juego de que otro dispone.

Ayer nos hablaron de ampliar el teletrabajo. En principio podría ser una noticia positiva. A nivel personal no me disgusta, en el sentido de que voy a tener que ir menos a la oficina. Según los cálculos iremos 6 veces en semana a la oficina. Esto me permitirá madrugar menos, ir al gimnasio por la mañana, ocuparme de la casa mejor...o eso creo. Pero al mismo tiempo, también es un poco una maldición, porque voy a estar más sola que antes. Si algo bueno me aportaba el trabajo era la posibilidad de socializar, y esto lo voy a perder. Como jefa, además, tengo la idea de que esta medida perjudica al grupo, al perder la referencia y el contacto. Me va a costar encontrar formas para que la gente se sienta parte del mismo y se cohesione. Me pone malita. Y, sin embargo, creo que estoy sacando las cosas de quicio, que no estoy mirando la situación desde la perspectiva más adecuada. No soy capaz de encontrar otra ahora mismo.

Esta noticia ha generado bastante revuelo en el departamento, como si Piscis ya no nos hubiese removido suficientemente las emociones. Gestionar las emociones de los miembros del grupo puede llegar a ser una  tarea de lo más desgastadora: las quejas, los problemas, los egos, las expectativas, las particularidades de cada uno...a veces me dejan literalmente seca. No me extraña que después tenga problemas de evitación, ¡si lo que necesito es refugiarme en la osera!
Pero ¿quién escucha mis quejas, problemas, egos, expectativas y particularidades?
Nadie.
Y las pocas veces que lo he intentado solamente he encontrado incomprensión. Pareciera que los jefes no tengamos derecho a sentir.

He empezado a limpiar mi sitio en previsión. Se supone que el cambio va a ser inminente, pero no se conoce la fecha con exactitud. Podría ser la próxima semana. Esto me ha permitido revisar las cosas que guardaba en la cajonera, que son de lo más variado: tarjetas de visita, documentos, material de oficina (incluyendo una grapadora que no sé usar), cucharas, gafas, una taza, un neceser de baño, los tampones, las bolas antiestrés, los cascos de música...Miedo me da abrir la caja que tengo a mis pies, donde no sé qué encontraré bajo las infusiones y los libros que me regaló Belén.

Me he traído a casa algunas cosas, sobre todo mis pequeños maneke-nekos de Japón y a mi diosa de la alegría. Me queda la tetera

Una de las carpetas que he sacado contenía las notas de gastos de todos mis viajes desde que entré en la empresa. Son años de notas de gastos, así el montante. He ido revisando los viajes con nostalgia, recordando las reuniones y los eventos a los que he asistido, también a la gente con la que compartí una vez. A veces me pongo de un sentimental...

Emociones. Todo parece más neptuniano de lo normal esta semana. Todo parece irreal, surrealista, estrambótico. Mejor ir a dormir de verdad.

martes, 5 de marzo de 2019

Hogar

Hay cosas que no cambian, por más que busques un nuevo punto de vista desde donde mirarlas.
Hay cosas que no llegan, por más que te esfuerces.
Una bofetada más. Crees que estás acostumbrada, pero duele el golpe.
Cómo duele el ego. Cómo duele la renuncia.
Llorar es una resistencia por apego a algo que querías.
La experiencia de la negación.
Te empeñas en creerte de seda, pero eres de rafia.
Un secreto, algo vergonzoso.
El recuerdo continuo de tu carencia de valor.
Dar sin medida, sin dignidad. Vaciada. Deplexión.
Es momento de replegarse al interior, donde está el hogar.
El hogar no es un lugar, no es una persona. El hogar es un sentimiento, soy yo misma.
Un hogar de rafia, de fiemo, de escoria, pero hogar.
El hogar es refugio, es cobijo, es apoyo, es sanación.
En soledad, en aislamiento.
Como el fantasma que soy.