lunes, 26 de agosto de 2019

Antígona


Vanesa vino con Paula y a ambas les gusta el ballet, así que compraron entradas para el ballet de Víctor Ullate y su representación "Antígona", basada en la historia griega (otro drama sí). Como protagonista de la obra, la bailarina Lucía Lacarra, que tiene gran renombre y fama mundial, aunque yo no había oído hablar de ella, tal es mi conocimiento del mundo del ballet (y eso que me gusta). Tarde de chicas, tarde de familia, tarde de ballet. Un cambio en la rutina general, que agradecí enormemente porque me ayudó a romper con la terrible semana laboral que tuve.

La historia (Sófocles) es conocida: Antígona, hija de Yocasta y Edipo (sí, el del complejo), entierra a su hermano Polinices, muerto en batalla, enfrentándose a Creonte, rey de Tebas, que deseaba humillar a Polinices (supongo que por cierta oposición al rey que había causado el conflicto). En castigo, Antígona es sentenciada a ser enterrada viva, pero se ahorca en su celda antes de que se ejecute la pena. Hemón, el prometido de Antígona e hijo de Creonte, se da muerte clavándose una espada. Le sigue su madre, Eurídice, esposa de Creonte, que no puede soportar la muerte de su hijo. Es un drama total, pero también es el conflicto entre la conciencia y la obediencia, así como qué significa exigir obediencia.

El programa cuenta la historia para situar al espectador, pero aun así me costó centrarme al principio porque no entendía en qué punto estaba enganchando. Poco a poco me fui metiendo en la misma. La obra duró unas dos horas, sin intermedio. Todo en un bloque, lo cual ayuda a mantener el hilo. Es increíble cómo se puede narrar una historia sin diálogo, únicamente a través de la expresión del cuerpo.

La obra me gustó muchísimo. Me gusta la coreografía, me gusta la puesta en escena, el vestuario (preciosos vestidos), el decorado. Qué bien bailan, qué plasticidad, qué flexibilidad corporal, qué elegancia. Lacarra era la protagonista, pero su personaje tampoco destaca en demasía frente a otros papeles relevantes como el del rey Creonte, por ejemplo. Lo que quizás me gustó menos es que el desenlace se precipita cuando la coreografía se ha entretenido demasiado en la introducción. Esperaba algo más largo.

Muy recomendable.

No sé por qué no voy más al ballet, si me encanta.

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