En esta ocasión la historia nos traslada al Halloween de 1968 con el trasfondo de la guerra de Vietnam y el ascenso de Nixon, que aparecen de forma un tanto tangencial. Un grupo de adolescentes entra en una casa que se dice embrujada por el fantasma de una mujer llamada Sarah Bellows, que contaba historias de miedo que hacían morir a niños. Stella, la protagonista, descubre el libro de cuentos de Sarah y se lo lleva con ella, pidiendo al fantasma que le cuente una historia. Desde ese momento empiezan a escribirse nuevas historias en el libro con aquellos que han visitado la casa esa noche, con desenlaces muy poco halagüeños. Stella tendrá que parar a Sarah y para ello indagará en la truculenta historia de la familia Bellows, que es casi tan terrible como los propios cuentos.
La conclusión es que un ser humano sometido a vilezas puede convertirse en un monstruo, pero es su responsabilidad ser así, independientemente de lo que haya sufrido. El fantasma consigue entenderlo a pesar de su ira.
A mí la película me ha gustado. Me encanta la atmósfera gótica del terror entrelazada con la realidad, que me parece es como un sello de del Toro. Él no es el director, pero sí uno de los guionistas, aunque parece que adaptan la obra "Scary Stories to Tell in the Dark" de Alvin Schwartz. Las historias se van sucediendo una tras otra (a cual más terrorífica), lo cual le da mucho ritmo al hilo general, y al mismo tiempo crea esa sensación de angustia de que se está llegando inexorablemente a un desenlace ominoso. Sí que hay puntos en la trama que parecen estar resueltos con demasiada rapidez, pero no es demasiado perceptible. No se hace nada pesada. Hay algún actor más o menos reconocible, pero en general los actores me resultan desconocidos. Creo que están todos bastante bien.
Miedo pasé con la película. Me habría agarrado al brazo de Cris, pero no tengo tanta confianza con ella, así que tuve que usar el cubo de las palomitas y el brazo de la butaca para disipar la tensión. Si llego a tener un boli en las manos, lo habría roto. Menos mal que no fue la última sesión de la noche, porque ir al baño después de aquello da bastante impresión. Da tiempo a llegar a casa, desestresar y poder dormir.
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