De siempre he practicado mi espiritualidad en solitario y de una manera ecléctica, pero después del verano pasado en Ávalon y mi propósito de ser sacerdotisa de la Diosa, di con este grupo pagano que ayuda a mis fines. El grupo tiene bastantes beneficios, como tener una formación estructurada y poder nutrirme con las experiencias y conocimientos de muchos, que complementan y enriquecen los míos propios. Es un lugar donde encontrarme con personas que tienen creencias parecidas, donde hablar de temas que no puedo compartir con otras personas, de expresar una parte de mí que no suele ser tan pública. Además, mis compañeros de formación son un grupo bastante sano, a pesar de las rarezas de cada uno, que me aportan igualmente visiones nuevas sobre la vida. Y luego está el resto de la tribu, a los que conozco menos, pero ahí están, con la promesa de apoyo y hermandad.
Es verdad que mi recelo natural hace que yo cree una distancia defensiva con ellos que me hace tomar perspectiva. Esa distancia también me impide sumergirme completamente en el grupo y confundirme con ellos. Debo ser una persona cuántica porque tengo muchas contradicciones internas: tengo querencia por pertenecer a un grupo y al mismo tiempo quiero ser yo misma. Esa distancia hace también que cuestione muchas de las cosas que se transmiten dentro del grupo.
Es una comunidad pagana que devociona a la Diosa por encima de todo. El aspecto masculino está prácticamente desaparecido. Es una de las cosas que me chirrían porque para mí la energía masculina es importante también. No deseo eliminar una en favor de la otra, sino que me gustaría equilibrarlas. Porque por encima de las polaridades está el Todo y no tiene género. Pero sabía dónde me metía y lo respeto, son sus reglas. Por ello devociono al Dios en mi casa y a mi manera, por supuesto. Yo he bebido mucho de la Wicca, y algo de esa tradición queda, pero tampoco es exactamente ésa la visión que tengo.
Hay otros temas que no llevo bien tampoco. Mira que me considero feminista y de izquierdas, pero a veces escucho cosas que me rechinan enormemente, precisamente porque me parecen un tanto radicales. Es una exaltación de la feminidad tan grande que me abruma. Pero no es cualquier feminidad, es la suya. Y ya no sé si son ellos los que tienen ideas desmedidas o soy yo la que está equivocada. Hoy una chica publicaba una foto de una chica en el metro vistiendo unos pantalones muy cortos y ceñidos. Sus comentarios son muy parciales y despectivos, como haría un eneatipo cuatro yéndose al uno, disfrazándolos desde el punto de vista del pragmatismo y la comodidad, aunque me pregunto cuánto no es una proyección de sus complejos. A continuación, otros han participado en los comentarios clamando con la visión patriarcal de un sistema que cosifica a la mujer y lo disfraza de moda, de manera que se ha terminando aceptando como normal. Seguramente hay mucha verdad en lo que apuntan, pero también veo mucha inquina detrás de cada frase.
Otro tema tabú es el cristianismo. Parece que es imposible ser pagano y cristiano a la vez. Sé que el cristianismo hizo mucha apropiación cultural pagana para borrar todas las fiestas y deidades existentes, la mayoría femeninas. Apoyo incluso el desmitificar a María Magdalena como diosa, tendencia que se está fortaleciendo y que me molesta particularmente por alguna razón que se me escapa. Pero encuentro que algunas personas son tremendamente fanáticas en este punto anti-cristiano.
Yo hasta la fecha no he tenido necesidad de generar conflicto, pero me temo que llegará en algún momento. Ya hubo un conato un día en que una chica se jactaba de haber apostatado y yo mencioné que no sentía la necesidad de hacerlo. En mi caso, por supuesto. Porque es así. Yo no siento esa contradicción interna y no tengo la necesidad de renegar de un Dios que, por otro lado, ha sido mi punto de entrada a la espiritualidad. Su Iglesia es otra cosa, y por supuesto que creo que podrían hacer mejor las cosas, pero no me ofende su existencia, ni tampoco deseo que desaparezca.
El fanatismo es tal que hoy esa chica preguntaba cómo se referenciaban paganamente los textos históricos para evitar el "a.C" y el "d.C". Me ha flipado un poco. Aunque gracias a ello ahora sé que se usa "a.E.C", que significa "antes de la Era Común". Un eufemismo. Lo de usar las eras zodiacales ya me ha parecido rizar el rizo, porque ponte a calcular los años en la "era Piscis".
¿Tan equivocada estoy?
En un mes acabo la Primera Espiral y me dedicaré como "Hija de Iberia", y en noviembre empezaré la Segunda Espiral, que implica ahondar en las prácticas del sacerdocio. No sé muy bien hasta dónde voy a llegar, porque tengo dudas, de mis capacidades sobre ciertas prácticas, como el embodiment, pero sobre todo por el grupo en sí. En realidad no lo necesito para profesar mi espiritualidad, nunca lo he necesitado, así que si mis dudas fueran demasiado grandes, podría continuar mi camino en solitario.
La Diosa me lo dijo claro: "Tu y yo sabemos quién eres y no necesito que te vistas de una manera determinada o te señales de una manera determinada para servirme". No sólo eso, es que soy mucho más que este mundo pagano. A veces necesito ir a lugares y gentes más mundanos para desarrollarme holísticamente.
Es verdad que mi recelo natural hace que yo cree una distancia defensiva con ellos que me hace tomar perspectiva. Esa distancia también me impide sumergirme completamente en el grupo y confundirme con ellos. Debo ser una persona cuántica porque tengo muchas contradicciones internas: tengo querencia por pertenecer a un grupo y al mismo tiempo quiero ser yo misma. Esa distancia hace también que cuestione muchas de las cosas que se transmiten dentro del grupo.
Es una comunidad pagana que devociona a la Diosa por encima de todo. El aspecto masculino está prácticamente desaparecido. Es una de las cosas que me chirrían porque para mí la energía masculina es importante también. No deseo eliminar una en favor de la otra, sino que me gustaría equilibrarlas. Porque por encima de las polaridades está el Todo y no tiene género. Pero sabía dónde me metía y lo respeto, son sus reglas. Por ello devociono al Dios en mi casa y a mi manera, por supuesto. Yo he bebido mucho de la Wicca, y algo de esa tradición queda, pero tampoco es exactamente ésa la visión que tengo.
Hay otros temas que no llevo bien tampoco. Mira que me considero feminista y de izquierdas, pero a veces escucho cosas que me rechinan enormemente, precisamente porque me parecen un tanto radicales. Es una exaltación de la feminidad tan grande que me abruma. Pero no es cualquier feminidad, es la suya. Y ya no sé si son ellos los que tienen ideas desmedidas o soy yo la que está equivocada. Hoy una chica publicaba una foto de una chica en el metro vistiendo unos pantalones muy cortos y ceñidos. Sus comentarios son muy parciales y despectivos, como haría un eneatipo cuatro yéndose al uno, disfrazándolos desde el punto de vista del pragmatismo y la comodidad, aunque me pregunto cuánto no es una proyección de sus complejos. A continuación, otros han participado en los comentarios clamando con la visión patriarcal de un sistema que cosifica a la mujer y lo disfraza de moda, de manera que se ha terminando aceptando como normal. Seguramente hay mucha verdad en lo que apuntan, pero también veo mucha inquina detrás de cada frase.
Otro tema tabú es el cristianismo. Parece que es imposible ser pagano y cristiano a la vez. Sé que el cristianismo hizo mucha apropiación cultural pagana para borrar todas las fiestas y deidades existentes, la mayoría femeninas. Apoyo incluso el desmitificar a María Magdalena como diosa, tendencia que se está fortaleciendo y que me molesta particularmente por alguna razón que se me escapa. Pero encuentro que algunas personas son tremendamente fanáticas en este punto anti-cristiano.
Yo hasta la fecha no he tenido necesidad de generar conflicto, pero me temo que llegará en algún momento. Ya hubo un conato un día en que una chica se jactaba de haber apostatado y yo mencioné que no sentía la necesidad de hacerlo. En mi caso, por supuesto. Porque es así. Yo no siento esa contradicción interna y no tengo la necesidad de renegar de un Dios que, por otro lado, ha sido mi punto de entrada a la espiritualidad. Su Iglesia es otra cosa, y por supuesto que creo que podrían hacer mejor las cosas, pero no me ofende su existencia, ni tampoco deseo que desaparezca.
El fanatismo es tal que hoy esa chica preguntaba cómo se referenciaban paganamente los textos históricos para evitar el "a.C" y el "d.C". Me ha flipado un poco. Aunque gracias a ello ahora sé que se usa "a.E.C", que significa "antes de la Era Común". Un eufemismo. Lo de usar las eras zodiacales ya me ha parecido rizar el rizo, porque ponte a calcular los años en la "era Piscis".
¿Tan equivocada estoy?
En un mes acabo la Primera Espiral y me dedicaré como "Hija de Iberia", y en noviembre empezaré la Segunda Espiral, que implica ahondar en las prácticas del sacerdocio. No sé muy bien hasta dónde voy a llegar, porque tengo dudas, de mis capacidades sobre ciertas prácticas, como el embodiment, pero sobre todo por el grupo en sí. En realidad no lo necesito para profesar mi espiritualidad, nunca lo he necesitado, así que si mis dudas fueran demasiado grandes, podría continuar mi camino en solitario.
La Diosa me lo dijo claro: "Tu y yo sabemos quién eres y no necesito que te vistas de una manera determinada o te señales de una manera determinada para servirme". No sólo eso, es que soy mucho más que este mundo pagano. A veces necesito ir a lugares y gentes más mundanos para desarrollarme holísticamente.
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