Entramos en el portal de la Gran Madre, la que es nutricia y proveedora, señora de la prosperidad y la abundancia. Lammas. La mayoría asociamos este tiempo a la cosecha, al momento en que aquello que sembramos a principios de año da fruto. Celebramos lo recogido y nos regocijamos.
Pero, como bien dice mi hermana Nenúfar, hay veces en que simplemente no hay cosecha, por mucho que nos hayamos esforzado, por mucho que nos hayamos volcado en conseguir aquello que tanta ilusión nos hacía. Las manos están vacías y en el corazón se arremolinan y se entremezclan la tristeza, la ira, la frustración...
Este año 2020 parece un año de no cosecha. Mejor dicho, es el año de la gran purga. Afecta a nivel colectivo, como podemos ver en las noticias, pero individualmente cada uno lo experimenta de una manera. Quizás olvidamos que, a veces, perder es ganar y no conseguir lo que queremos puede ser un beneficio. Pero estamos tan apegados al resultado que somos incapaces de ver que siempre estamos cuidados. Como diría Rilke: "La vida tiene razón, en todos los casos". Aceptar esto es bastante duro.
Nos centramos en la cosecha, pero se nos olvida que Lammas es, sobre todo, un tiempo de gratitud. Y qué mejor que agradecer aquello que tenemos y aquello que es. Pero nos resistimos, y sufrimos. Sufrimos cuando no aceptamos las cosas tal y como son. Sufrimos cuando nos empeñamos en rechazar lo que está pasando y en descartar el poder entenderlo. Llegan los cambios, los imprevistos, los desafíos, los obstáculos, y siempre nos resistimos, e intentamos luchar contra las circunstancias empecinadamente, creyendo que así vamos a ser felices. Pero la felicidad está en el presente, y nosotros nos empeñamos en vivir en el pasado o en el futuro, o en la idealización de una vida alternativa que está fuera de nuestro alcance. Porque no queremos sentir, no queremos experimentar la realidad tal como es. Queremos pasar por una situación sin que nos afecte, porque somos incapaces de sostener la emoción que nos produce. Queremos vivir anestesiados en la evasión de la mente.
Mi trabajo para Lammas es éste: vivir la realidad como es y apreciarla tal como es. Por supuesto, me gustaría que las cosas fueran de otra manera y se diesen de otra manera, pero estoy cansada de luchar por fantasías e imposibles. Aceptar parece más sencillo que luchar y mucho más sano. Me rindo a la vida y a lo que ella quiera traerme. La Gran Madre me sostiene y me provee, ¿por qué debería creer que yo sé más que Ella? ¿por qué creer que no estoy en el mejor momento y en la mejor situación posible? ¿por qué no dejar que la vida me atraviese y me transforme? ¿por qué creer que no tengo ya todo lo que necesito en vez de anhelar? ¿por qué no centrarme en mí y en lo que tengo en mis manos, en vez de intentar sostener el aire?
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