Ahora todo está en silencio, oscuro y calmo, como si nada existiera, como si nada hubiese sucedido.
A veces me pregunto siquiera si yo misma existo o solamente soy el eco de una historia errónea y fracasada.
Los días se suceden como una repetición, pero no me importa el mundo exterior.
Me he retirado del mundo, como si del confinamiento se tratara, porque no hay nada fuera que me interese.
Es la soledad del alma en lo profundo de la tristeza, como si del mar se tratara.
El mar alimentado con mis lágrimas y mi vacío existencial.
El mar que me envuelve suspendida en la nada más negra y abisal.
Aquí abajo no llegan la luz ni las palabras. No hay estrellas ni cantos de pájaro.
Aquí abajo estoy a salvo, porque no hay nada que desear, nada por lo que luchar, nada por lo que esforzarse.
Aquí abajo muero en silencio, olvidada, desnuda.
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