Son días oscuros para mí. Estoy sumida en un gran pozo de tristeza, tan profundo que no soy capaz de hacer nada. Voy como dando tumbos. Me obligo a hacer cosas pero no disfruto siquiera de lo que hago, por mucho que la actividad soliera ser de mi gusto. De hecho, hago las cosas sin alma, sin interés, de una manera robótica. Antes me habría refugiado en el trabajo, pero éste ya no me ayuda a evadirme. Lo único que me apetece es dormir continuamente; es el único momento en que no pienso, en el que no siento, en el que no soy consciente de la realidad.
Se supone que esta tristeza debería irse aliviando con el tiempo, pero muy al contrario cada vez parece mayor. Duele tanto, pesa tanto. Quizás la intensidad de la tristeza sea una medida de la pérdida. Supongo que he perdido mucho y el vacío es insondable.
Me da miedo pensar que estuviese entrando en depresión. Al mismo tiempo, no puedo hacer otra cosa: No tengo fuerzas para remontar; no tengo fuerzas para ponerme en pie. Solamente dejo que pasen los días sin más. No veo futuro de nada.
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