viernes, 28 de junio de 2019

Saludo al sol

Con la ola de calor no apetece demasiado hacer deporte. Sin embargo, acudí ayer a una masterclass de yoga programada en el gimnasio que tenía la particularidad de celebrarse al aire libre, en la explanada de cemento frente a la puerta principal. Es dirección oeste, con lo que pega el sol toda la tarde, lo cual concentra el calor del día, que no era poco en esos momentos. Corría un poco de aire, pero venía caliente y resecaba la piel y los ojos. No ayudó mucho.

Los coordinadores habían colocado las colchonetas de forma que los practicantes quedáramos mirando al sol, que es cierto que estaba bajando, pero estamos muy cerca del solsticio como para que se notase la caída temprana del astro. La actividad comenzaba a las 20:00 y todavía queda mucha luz por delante. Solamente se salva que  el edificio puede dar un poco de sombra. Algunas personas han colocado sus colchonetas en esa zona para calmar el efecto solar, los demás quedamos expuestos. Al menos, han colocado agua con hielo para refrescar. Yo me tomaría unos dos vasos de medio litro.

Nos dieron unos cascos para hacer la clase. La idea es aislarnos del ruido exterior mientras seguimos las indicaciones de las profesoras a través de uno de los canales. Funcionó muy bien. Yo me abstraí muchísimo de todo lo que había a mi alrededor. En otra ocasión, tener público habría sido algo vergonzoso, pero esta vez lo obvié. También es verdad que no suelo escoger una posición cualquiera, sino que suelo escoger una que favorezca el pasar inadvertida. Más ahora que parezco una salchicha de lo hinchada que estoy.

Comenzó la clase. Las dos profesoras tienen estilos muy diferentes. Paola hace Hatha y Marta practica Ygengar (¿o era Laura la que hacía esto?). El caso es que con el calor vamos a hacer bikram a nuestro pesar. Paola hace los movimientos más dinámicos, Marta es más técnica. Me gusta más Marta porque puedo ir a un ritmo más pausado, y también porque tengo mejor relación con ella.

Poco a poco voy olvidando el calor y me centro en la práctica. Incluso resulta muy agradable hacer yoga al aire libre. Hacemos, por supuesto, el saludo al sol, y después una vinyasa basada en los guerreros. A pesar del calor y del cansancio que llevo acumulado, la práctica se me da bien. Menos la postura del árbol. Soy incapaz de sostener el pie en el muslo porque me molesta mucho. Diría que mi equilibrio no es bueno, si no fuera porque clavo el guerrero III después. También tenemos ejercicios de pranayama y una meditación final. Y ¡hemos hecho sarvangasana después de muchísimo tiempo! Es de mis posturas favoritas, junto con halasana.

Y parece que no, pero acabo reventada de cansancio y lo único que me apetece es dormir. Siento el cuerpo estirado y relajado. He disfrutado la clase, y espero que programen alguna más, preferiblemente con menos calor. Es de mis últimas clases antes de las vacaciones.

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