jueves, 3 de enero de 2019

Wavicle

Wavicle, la onda-corpúsculo. Esta palabra siempre me recordará a Súnico, dado que era el nick que usaba durante la universidad. Un pseudónimo genial para un electrónico esotérico. Ya se me podría haber ocurrido a mí, que durante todo ese tiempo fui "Peke", por el pequesaurio. Me encantaba ese bicho. Ahora preferiría haber tenido un nombre más exótico, como runge-kutta, que siempre me pareció muy harkonen.

Wavicle fue la primera palabra en la que pensé cuando desperté de mi sueño. El primer sueño del año y no puede ser más raro. En mi sueño, cada uno de nosotros era una onda que se propagaba en el espacio de esta dimensión para ir rellenando una especie de molde que se iba creando en cada instante. Ese molde era nuestro cuerpo físico, que estaba separado de nuestra esencia, pero que hacía de continente en el mundo. El molde no era fijo, sino que se descomponía y se adelantaba a la onda para determinar la siguiente posición, y así la onda se extendía de un punto a otro, creando una especie de gusano. En cierta forma me ha recordado al momento en el que el Lord Mariscal de los Necróferos ("Las crónicas de Riddick") se enfrenta a Riddick y se desdobla.

Una onda-corpúsculo. Desde luego la perspectiva era más micro que macro y se sentía totalmente incorpóreo, casi fluido. A pesar de ser una onda tenía un color dorado. Es una sensación difícil de expresar.

No tengo ni idea qué significa este sueño. Me sorprende las cosas que se le ocurren a mi Inconsciente.

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