viernes, 20 de septiembre de 2019

Mal de amores

Nuhmen va a oficiar una boda pagana y va a encontrarse a su ex novio en la misma acompañado de su actual pareja, que es la persona con quien le fue infiel mientras estaban juntos. Yo quería ayudarle con mi propio ejemplo, para que conociera una situación que fue surrealista pero que desde fuera y racionalizada puede resultar hasta cómica. De ahí salió una conversación sobre las infidelidades donde terminé verbalizando algo en voz alta que me dejó muy tocada: mi falta de autoestima.

Nuhmen y Cuervo no llegan a comprender que yo pueda tener una relación cordial con mi ex, dado que ellos sienten mucho rencor. Les argumenté que efectivamente las infidelidades duelen, en mi opinión por dos temas:

1) la pérdida de una zona de confort. La pareja suele ser una zona cómoda donde sabes manejarte, aun cuando te esté hundiendo en la mierda. A mucha gente le da miedo renunciar a esa seguridad. Además, junto a las dudas, hay gente que no sabe cómo manejar la situación. Son torpes porque no tienen recursos emocionales ni madurez para hacerlo mejor. No es fácil, ciertamente, porque todos somos torpes en cuestión de emociones y sentimientos.También es cierto que hay gente que simplemente no quiere salir de ahí y que utiliza al amante como un capricho para satisfacer ciertas necesidades que no cubre con su pareja, pero no renuncia a su relación porque le aporta otras cosas que le viene bien, desde esa comodidad hasta un estatus, una imagen, etc. 

2) el ego. Que te sean infiel mucha gente lo vive como una traición o como un fracaso. Es de repente sentir que no eres suficiente o correcto, y eso hace que el ego se revuelva, generando sentimientos de odio e ira, al tiempo que eres consciente de tu vulnerabilidad y eso es algo que cuesta mucho mirar y aceptar.

En mi caso, en vez de sentir odio, racionalicé el asunto, y quizás fue un error. Desplacé mi rabia hacia mi interior y le quité responsabilidad a él. A la chica, desde luego, se la quité toda, ya que ella no tenía que ver conmigo, pero a él le descargué del peso y asumí parte de la carga. Sigo pensando que en parte fui responsable, pero tendría que haber exteriorizado más mi dolor. Y aquí viene la trampa: si no lo hice, fue porque en el fondo me creí merecedora del acto. Era lógico que me engañara, era lógico que me sustituyera, porque yo no era (no soy) suficientemente buena o adecuada. El decir esto en voz alta, me ha dejado mal. 

A esto se suma una conversación con unas amigas deseosas de verme con pareja que prácticamente me han transmitido el mensaje de "si no estás con pareja, estás desperdiciando tu vida". Sé que lo hacen por mi bien, pero no lo han expresado bien. Eso también me ha dejado mal. Primero porque censuran mi actual situación como si no fuera correcta. Segundo porque no conocen mis circunstancias ni mi forma de sentir. Me animan a registrarme en redes sociales de pareja, pero es un formato que me horripila, porque me remueve mucho por dentro. Acaso crean que quiero quedarme sola. No es cierto. Me encantaría compartir mi vida con alguien. No se trata de sexo, sino de una conexión total. 

Una de las cosas que más echo de menos de mi ex era su amistad. No solamente era mi mejor amigo, sino la persona que mejor me conocía y me entendía.  Alguien con quien poder abrirte totalmente, con quien poder expresarte libremente sin miedo. Desde entonces no he tenido a nadie que cubra ese rol. 

Al final creo que me quedaré sola en la vida. No es lo que yo desearía, pero es lo que tengo que aceptar. En el fondo, sigo pensando que sigo pensando igual que cuando mi ex me fue infiel: me lo merezco porque no soy adecuada, o soy defectuosa, o soy insuficiente. Por eso, tiendo a comprender que nadie me elija, ni me dé importancia, ni me dé prioridad.

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