miércoles, 25 de septiembre de 2019

El cuervo y el tambor

Nuhmen se ha comprado un tambor sintético de 22 pulgadas y ha decidido regalarme su viejo tambor de piel de cabra de diámetro desconocido. La verdad que me hace muchísima ilusión y me siento halagada porque haya pensado en mí. Es una suerte que el veganismo de algunas personas les impida recibirlo, pero yo lo acojo con amor. Desconozco el origen del tambor y me pregunto qué historias habrá vivido y qué energía portará. Procediendo de Nuhmen no me da mala espina. Las únicas pegas que puedo encontrar es que no tengo demasiada idea de tocar el tambor (y si encima tengo que cantar, olvídate), y que al ser de piel de cabra su sonido varia con las condiciones térmicas y de humedad, que es el motivo principal por el que Nuhmen ha escogido una versión sintética para su nueva adquisición.

Un tambor y un nombre nada más llegar la Segunda Cosecha. Me siento bendecida.

Por mi parte, he decidido regalar uno de mis colgantes a Cuervo. Es un pentáculo de plata que tiene un cuervo encima. Yo apenas me lo he puesto y creo que ella le puede sacar más partido. Además, va más con su nombre de sacerdotisa. Este colgante lo compré en uno de mis Wackens, lo que significa que tiene ya unos cuantos años. Recuerdo perfectamente el momento en que lo compré en el mercadillo, aunque no sé precisar el año.
Es un colgante bonito, pero por lo que sea, apenas lo he llevado, y me pregunto ahora si realmente fue mío alguna vez. Quizás ese colgante estaba destinado a Cuervo desde un primer momento y yo solamente he sido el medio por el cual la Diosa se lo ha hecho llegar. Ha necesitado varios años,  muchos caminos, y muchas circunstancias para llegar a ella, pero al final la ha encontrado. Como debía de ser. Me encanta esta idea.

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