domingo, 28 de julio de 2019

Midsommar - Una cuestión de pertenencia


Hay palabras que me enganchan, como si supusieran un punto focal de atracción. Parece que "Midsommar" es una de ella. He recordado que en mi segundo Wacken vi un grupo llamado "Wintersun" y estuve dando el coñazo para poder verlos actuar solamente porque me encantaba la palabra. Todavía era una poco pronto para poder aceptar ese tipo de música y el concierto no me gustó demasiado. Y más o menos es lo que ha pasado con esta película, ya que he ido a verla porque me evoca a Suecia y me evoca temas paganos.

Cuando ves el trailer da la idea de que se trata de una película de miedo, pero no lo es. Es una peli rara de cojones. Tiene mucho de costumbrismo, tiene mucho de paganismo, y no está mal hilvanada, pero no termina de gustarme. También tiene escenas un tanto desagradables que estoy intentando decidir si son necesarias o no.

La historia va de unos estudiantes de antropología que van a una comuna de Suecia de donde procede uno de ellos. Allí se va a celebrar una fiesta muy importante que ocurre cada 90 años, y Pele quiere compartirla con sus amigos. Al grupo se suma Dani, la novia de uno de ellos, que acaba de perder a su familia y todavía sigue en una especie de schock post-traumático. Su relación con Christian hace aguas y, de no haber sido por el drama familiar, habrían roto como pareja, pues Christian está aburrido de la relación. Es una relación un tanto asimétrica, donde Dani es la única que intenta sacarla adelante. Es posible que Dani sea una codependiente. También creo que tiene mucho de eneatipo 6.

El primer aspecto interesante tiene que ver con el choque cultural. Unos foráneos llegan a una pequeña comunidad y se ven inmersos en sus extrañas costumbres, que se remontan a cientos de generaciones. Visten de manera tradicional, distribuyen el trabajo, todo lo hacen por y para el grupo. Adoran a los antiguos dioses y buscan la comunión con la naturaleza. Sus tradiciones incluyen los sacrificios humanos por la prosperidad del grupo, algo que desde su punto de vista no supone un dilema ético, aunque incluya el sacrificio no voluntario de los extranjeros. Durante 9 días, estos tienen que ver suicidios de personas que han cerrado un grupo, rituales de fertilidad para renovar la sangre de una comunidad pequeña, niños retrasados fruto de la endogamia que se consideran profetas por no tener mente que les separe de la Fuente, etc, cosas que para la mayoría de nosotros son totalmente extraños, incluso deleznables, pero que ellos no cuestionan.

El segundo aspecto interesante tiene que ver con la pertenencia. Dani es una persona que está bastante desamparada, pero encuentra en esa comunidad la familia, el apoyo y la fuerza que ha estado buscando desde hace tiempo. Y en esto, me siento muy identificada, porque yo también busco eso. Creo que lo he buscado desde siempre.

Llevo mucho tiempo intentando pertenecer a algo, pero por mucho que lo intento, no lo consigo. Recuerdo que en Brighton un chico me apodó "la marginada", una etiqueta que me dolió mucho entonces, pero que si lo pienso bien es bastante acertada. Porque yo nunca me siento integrada en los grupos, donde mi participación resulta bastante tangencial (o secante). Seguramente es mi naturaleza recelosa y desconfiada la que me impide abrirme completamente y darme, porque siempre pienso que hay peligro en ello. Ahí radica mi miedo a la intimidad. Tengo muchas estrategias de evitación para evitar que me hagan daño, aunque eso suponga encerrarme y no conectar con nadie.

Pele le dice a Dani: "¿Te sientes respaldada por Christian? ¿Sientes que él es tu hogar?". La respuesta es no, claro (Christian es desconsiderado y egoísta, solamente piensa en él, y además es un cobarde). Es en la comunidad donde Pele, y después Dani, encuentran esa sensación. Para mí eso es clave en la película, y es lo que me hace preguntarme: ¿quién hay en mi vida que me respalde? Mis padres, y de forma muy limitada, porque hay muchas cosas que no siento que pueda compartir con ellos.

Me encantaría poder tener a alguien que creyese en mí, que me apoyase, que me animase a lanzarme hacia adelante y compartiese conmigo. Una amiga, un amante, un compañero de vida. Un lugar donde guarecerse, donde recomponerse, donde curar las heridas. Me resulta interesante esa idea de gente-refugio:
Gente que te escucha, se interesa y se preocupa.
Gente que te cuida y te valora.
Gente que te da un abrazo cuando necesitas consuelo.
Gente que elige tu compañía y no le da miedo ver tus heridas.
Gente que te busca, que elige pasar tiempo contigo porque le gusta como eres.
Gente que quiere conocer tus sueños, tus intereses, tus pasiones, sin juzgarlas, ni cambiarlas.
Gente que te elige.
Gente que te ayuda, que se vuelca contigo.
Gente que da y no solamente toma.
Gente que considera tus gustos y necesidades

Yo he intentado ser muchas veces así, pero no sé si lo he logrado. Lo peor es que la mayoría de las veces no me he sentido retribuida. Quizás sea una arrogancia por mi parte, pero siempre me he considerado mejor amiga que lo que eran conmigo. He dado mucho y he recibido poco. En general tengo déficit de afecto.  Nunca he buscando la compensación, pero llega un momento en que también te gustaría sentir que eres importante para el otro, y no solamente un kleenex. Supongo que es una utopía más de mi vida.

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