Hay una diferencia entre Noctiluca y el resto de las diosas con las que llevo trabajando en la rueda de Iberia. Para mí ella no es esa voz fuerte y casi física que escucho en mi interior, sino que parece hablarme a un nivel más sutil y subconsciente, apenas imperceptible pero profundo. Pero todo lo que dice tiene mucho calado y es de las diosas con las que quizás haya tenido más conexión. Digo haya porque se acerca el final de su temporada y hay que hacer paso a Metragirta.
Esta mañana, durante mis ejercicios espirituales, hablaba con Noctiluca para decirle que efectivamente tengo una buena vida y que debería sentirme satisfecha con la misma, pero que aún así son las cosas que me faltan las que me impiden valorar completamente y me producen una sensación de desasosiego. Le decía que si no me va a conceder lo que deseo, que al menos me dé paz, aceptación, resignación, porque no sé muy bien dónde ir. Entonces ella me ha susurrado: "¿Por qué crees que tienes que ir a algún lugar?".
Y efectivamente, no tengo que ir a ningún sitio. Los seres humanos actualmente pensamos en lineal, tanto en tiempo como en distancia. Creemos que todo es una línea recta a recorrer, por la que moverse. Sin embargo, somos en cada punto de esa línea, la cual no existe. No existe un destino al que desplazarse. Somos y sentimos. Creemos que tenemos que dirigirnos a algún lugar, y olvidamos que tenemos que ser, que aceptar lo que estamos siendo en ese instante de existencia y conciencia. No hay nada más.
Y de repente toda la realidad se ha disuelto y me he sentido como si me sumergiera en las profundidades del mar. Allí no existe nada, salvo quizás yo. Todo es oscuro, tranquilo, silencioso. Es pura consciencia y puro vacío. Solo me falta sacrificar lo que creo que es mi identidad para fundirme con ese vacío y disolverme. Como la sirenita convertida en espuma de mar. Puro Piscis. Me encanta esa sensación.
De vuelta al mundo, aún puedo sentirla, aunque la iré olvidando entre telcos, problemas, y el estrés de la rutina. Ojalá pueda volver allí, a donde pertenezco.
Pues mira, no nos vendría mal a ninguno
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