Fuera del Metal no es muy normal que yo vaya a conciertos, salvo quizás las ocasionales propuestas a conciertos de música clásica y zarzuela. Muse es por tanto algo diferente. Más aún porque no es un grupo que siga, ni del que conozca muchas canciones. Por eso, resulta sorprendente que en un momento dado decidiera asistir al concierto. La decisión la tomé hace bastante tiempo y, seguramente, por uno de esos impulsos poco meditados que tengo de vez en cuando, aunque si no fuera por esos instantes es posible que no hiciese muchas de las cosas que hago. Es posible que esos impulsos sean los que dan sal a mi vida.
Llega el concierto y ni siquiera me ha dado por escuchar nada en los días previos. Sigo enganchada al CD de Dry River, que suena recurrentemente en mi coche. Hace tiempo que no escucho música mientras trabajo, y si lo hago, sería binaural, que me relaja y me concentra. A ratos pienso que he perdido la música. Así que voy al concierto a sabiendas de que puedo estar perdiendo el tiempo. Lo bueno es que no voy sola: Miguel y Sergio también se han apuntado, lo cual también es sorprendente porque ellos son más de Metal progresivo.
Quedamos a tomar unas cervezas antes del concierto. La idea es aparcar por la zona de Ciudad Lineal y movernos al estadio Wanda en metro. Para una vez que consigo aparcamiento fácil cerca del Baden, resulta que está cerrado, y también lo está el Troade. Tenemos que movernos al MadBrewing, cerca de mi oficina, lo cual me permite aprovechar mi parking, que todavía no he cancelado. La cerveza del MadBrewing no es mi favorita, aunque la comida está rica. No está mal como base de operaciones.
Echamos un rato largo allí, porque se está muy bien y hay poca gente. Me entero de que hay planes para el W:O:A del año próximo, pero todavía no lo veo claro, y menos con un niño de 6 años. Ya veremos, aunque no estaría mal regresar. Recuerdo las noches de verano viendo los conciertos, y recuerdo los horizontes inmensos. También recuerdo otras cosas menos agradables, pero es mejor obviarlas.
Llegamos al Wanda. Hay muchísima gente en los aledaños del estadio, y aun así no me parece que haya tanta gente como para el concierto de Iron Maiden del año pasado. Es la segunda vez que vengo aquí de concierto. En esta ocasión el asiento está en las gradas inferiores, más cerca de la pista, pero hay una torre de luz justo delante. Como hay asientos libres, decidimos cambiarnos más abajo y un poco más escorados, donde hay mayor visibilidad y encima corre un airecito muy agradable. Qué diferencia con los días pasados.
El escenario es bastante grande y se prolonga con una pasarela que llega a mitad de la pista. Tengo dudas si estas cosas las hacen para estar más cerca del público o para darse un baño de masas. Es un toque un poco egocéntrico, aunque debe de ser una pasada ser capaz de mover a tanta gente y sentir su energía. Detrás una pantalla gigantesca, que a pesar de ser monolítica, da mucho juego.
El concierto se retrasa de las 21:30 a las 22:00. ¿Nos hemos equivocado con la hora o están esperando un poco más de oscuridad para que los efectos visuales luzcan más? No hemos visto a los teloneros, ni falta que hace. Mientras esperamos, voy a por una botella de agua, por la que pago 4EUR. Me parece un robo en toda regla. No te dejan meter bebidas al recinto y encima te cobran como si pagases oro. De no ser porque estaba muerta de sed, no la habría comprado.
Comienza el concierto. Muse es una banda de rock alternativo que para mí tienen algún toque industrial. No es como Placebo, como me dice Alejandro, más bien podrían recordar un poco a U2, de los cuales hay una clarísima influencia, sobre todo por el juego con las cámaras. Y eso que no he ido a ningún concierto de U2. Tengo pendiente ir a un concierto de U2, de Rolling Stones y de Bruce Springsteen. El sonido es simplemente perfecto, lo cual no parece fácil en un lugar como el Wanda. La puesta en escena es espectacular. Siempre digo que me molesta un poco que los grupos abusen de los efectos visuales, porque le resta protagonismo a la música, pero en este caso es increíble. Siempre me pregunto cómo se les ocurren esas cosas. En este caso hay una temática cibernética que se mezcla con la onírica, y a mí eso me encanta. Es original y colorista, y está muy bien acoplada a la música. Me parece una maravilla. Hay también una especie de cuerpo de baile que aparecen de vez en cuando sobre el escenario, aunque a mí me sobran. Y encima el toque Iron Maiden final, con un mega robot humanoide que recuerda muchísimo a Eddie.
La actuación es también impecable. Creo que les falta un poco de interacción con el público, pero la ejecución es fantástica. Tocan las dos canciones que conocía, y de repente descubro que hay dos más que también conozco. Y el resto me encantan.
Hay un momento en el que piden al público que enciendan las linternas de los móviles y acompañen la canción. y de repente el estadio se ilumina como si fuera un cielo estrellado. Es precioso (y siempre sorprende la cantidad de luz que da un LED).
Un concierto increíble. Si hubiese intentado escuchar el setlist antes del concierto, creo que lo habría disfrutado más aún, si es posible. Tampoco es que yo sea una persona de esas que exteriorice su gusto demasiado, como alguna de las que se ven en las gradas, que parecen en pleno éxtasis. Miguel y Sergio tampoco son así. Supongo que es cosa de nuestros eneatipos, que son más intimistas, lo que no quiere decir que no lo apreciemos. Además, estábamos en las gradas solos los tres, con el airecito fresco, todo tan chill-out...
Me encantaría repetirlo.
Tengo ocasiones a futuro, aunque no van a parecerse ni de lejos. El final de año viene cargadito de conciertos: Moonspell en la antigua sala Penélope (menuda mierda), Amon Amarth y Alterbridge en Vistalegre (depende del día y del técnico de sonido) y D:A:D (si me animo) en la sala Copérnico (no está mal). Ya veremos que tengo que compatibilizar todo con la Espiral y el Eneagrama.
Llega el concierto y ni siquiera me ha dado por escuchar nada en los días previos. Sigo enganchada al CD de Dry River, que suena recurrentemente en mi coche. Hace tiempo que no escucho música mientras trabajo, y si lo hago, sería binaural, que me relaja y me concentra. A ratos pienso que he perdido la música. Así que voy al concierto a sabiendas de que puedo estar perdiendo el tiempo. Lo bueno es que no voy sola: Miguel y Sergio también se han apuntado, lo cual también es sorprendente porque ellos son más de Metal progresivo.
Quedamos a tomar unas cervezas antes del concierto. La idea es aparcar por la zona de Ciudad Lineal y movernos al estadio Wanda en metro. Para una vez que consigo aparcamiento fácil cerca del Baden, resulta que está cerrado, y también lo está el Troade. Tenemos que movernos al MadBrewing, cerca de mi oficina, lo cual me permite aprovechar mi parking, que todavía no he cancelado. La cerveza del MadBrewing no es mi favorita, aunque la comida está rica. No está mal como base de operaciones.
Echamos un rato largo allí, porque se está muy bien y hay poca gente. Me entero de que hay planes para el W:O:A del año próximo, pero todavía no lo veo claro, y menos con un niño de 6 años. Ya veremos, aunque no estaría mal regresar. Recuerdo las noches de verano viendo los conciertos, y recuerdo los horizontes inmensos. También recuerdo otras cosas menos agradables, pero es mejor obviarlas.
Llegamos al Wanda. Hay muchísima gente en los aledaños del estadio, y aun así no me parece que haya tanta gente como para el concierto de Iron Maiden del año pasado. Es la segunda vez que vengo aquí de concierto. En esta ocasión el asiento está en las gradas inferiores, más cerca de la pista, pero hay una torre de luz justo delante. Como hay asientos libres, decidimos cambiarnos más abajo y un poco más escorados, donde hay mayor visibilidad y encima corre un airecito muy agradable. Qué diferencia con los días pasados.
El escenario es bastante grande y se prolonga con una pasarela que llega a mitad de la pista. Tengo dudas si estas cosas las hacen para estar más cerca del público o para darse un baño de masas. Es un toque un poco egocéntrico, aunque debe de ser una pasada ser capaz de mover a tanta gente y sentir su energía. Detrás una pantalla gigantesca, que a pesar de ser monolítica, da mucho juego.
El concierto se retrasa de las 21:30 a las 22:00. ¿Nos hemos equivocado con la hora o están esperando un poco más de oscuridad para que los efectos visuales luzcan más? No hemos visto a los teloneros, ni falta que hace. Mientras esperamos, voy a por una botella de agua, por la que pago 4EUR. Me parece un robo en toda regla. No te dejan meter bebidas al recinto y encima te cobran como si pagases oro. De no ser porque estaba muerta de sed, no la habría comprado.
Comienza el concierto. Muse es una banda de rock alternativo que para mí tienen algún toque industrial. No es como Placebo, como me dice Alejandro, más bien podrían recordar un poco a U2, de los cuales hay una clarísima influencia, sobre todo por el juego con las cámaras. Y eso que no he ido a ningún concierto de U2. Tengo pendiente ir a un concierto de U2, de Rolling Stones y de Bruce Springsteen. El sonido es simplemente perfecto, lo cual no parece fácil en un lugar como el Wanda. La puesta en escena es espectacular. Siempre digo que me molesta un poco que los grupos abusen de los efectos visuales, porque le resta protagonismo a la música, pero en este caso es increíble. Siempre me pregunto cómo se les ocurren esas cosas. En este caso hay una temática cibernética que se mezcla con la onírica, y a mí eso me encanta. Es original y colorista, y está muy bien acoplada a la música. Me parece una maravilla. Hay también una especie de cuerpo de baile que aparecen de vez en cuando sobre el escenario, aunque a mí me sobran. Y encima el toque Iron Maiden final, con un mega robot humanoide que recuerda muchísimo a Eddie.
Hay un momento en el que piden al público que enciendan las linternas de los móviles y acompañen la canción. y de repente el estadio se ilumina como si fuera un cielo estrellado. Es precioso (y siempre sorprende la cantidad de luz que da un LED).
Un concierto increíble. Si hubiese intentado escuchar el setlist antes del concierto, creo que lo habría disfrutado más aún, si es posible. Tampoco es que yo sea una persona de esas que exteriorice su gusto demasiado, como alguna de las que se ven en las gradas, que parecen en pleno éxtasis. Miguel y Sergio tampoco son así. Supongo que es cosa de nuestros eneatipos, que son más intimistas, lo que no quiere decir que no lo apreciemos. Además, estábamos en las gradas solos los tres, con el airecito fresco, todo tan chill-out...
Me encantaría repetirlo.
Tengo ocasiones a futuro, aunque no van a parecerse ni de lejos. El final de año viene cargadito de conciertos: Moonspell en la antigua sala Penélope (menuda mierda), Amon Amarth y Alterbridge en Vistalegre (depende del día y del técnico de sonido) y D:A:D (si me animo) en la sala Copérnico (no está mal). Ya veremos que tengo que compatibilizar todo con la Espiral y el Eneagrama.
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