13 de marzo. Mi calendario indica el concierto de "Slash" en el Palacio de los Deportes. Voy al concierto sin ganas. Me siento triste y estoy de bajón, e ir a un concierto no es lo que más me apetece esa noche. Incluso la banda no es de mis favoritas por lo que podría perfectamente saltarme el concierto. De hecho me llego a preguntar qué hago allí.
Me cuesta mucho entrar en el concierto. Pasan como cuatro canciones en las que no soy consciente de la música ni de la actuación. Me hallo en medio de una masa de gente desconocida, con la que no comparto nada, y no me puedo sentir más ajena. Siento frío y me siento desubicada. Creo que podría echarme a llorar.
Pero la música tiene esa magia que consigue transmutar las emociones, y poco a poco mi vibración va cambiando. No llegaré a sentirme exultante, pero mi ánimo va mejorando. No conozco ni una de las canciones del grupo, pero es un rock clásico, fácil, con melodías familiares. La música va llenándome y empiezo a disfrutar del concierto.
Veo poco el escenario, porque estoy bastante metida en el público. Yo que soy de estar siempre atrás. Al ser bajita, el escenario me queda tapado por tíos bastante altos, algunos con melenas que no me ayudan. El fondo del escenario es estático: una calavera blanca con los ojos en forma de estrella, coronada por la típica chistera de Slash, cruzada por un texto que dice: "Slash featuring Myles Kennedy and the Conspirators". Al que más vería de todos es al bajista, un tío que parece enorme, con una preciosa melena larga, sana, morena que parece teñida. Desde mi posición y con mi perspectiva me recuerda a Peter Steele, salvando las distancias. Y eso que a Steele lo he visto más en vídeos que otra cosa.
El tipo (Todd Kerns se llama) tiene mucha energía, se mueve mucho por el escenario, e interacciona bastante con el público. Me hace plantearme cómo una persona que ronda la cincuentena puede tener tanta energía si lo comparo conmigo, que estoy tan baja, cansada, y me duelen los pies. Hay que tener cierta condición física para poder dar un concierto de dos horas con esa energía. El hombre además canta y lo hace muy bien, y su voz empasta de lujo con la de Myles Kennedy.
La acústica no es quizás la mejor del mundo, pero a mí me parece que todo suena bastante bien. La segunda guitarra, tal vez no se escucha demasiado. Slash tiene varios momentos estelares haciendo solos de guitarra, uno de los cuales juraría que dura más de quince minutos.
Sobre el setlist, apenas una única canción de Guns 'n' Roses, el "Nightrain" del "Appetite for Destruction", lo que marca una clara distancia frente a aquellos. Se comenta que en los primeros conciertos, el peso de Guns era bastante fuerte, pero a medida que construye su trayectoria en solitario, son más las canciones propias las que adquieren protagonismo. Yo conozco pocas, solamente "Starlight" y otra cuyo título desconozco.
"oh Starlight, don't you cry
We're gonna make it right before tomorrow
Oh Starlight, don't you cry
We're gonna find a place where we belong
And so you know, you'll never shine alone"
A pesar de mi ignorancia, el concierto me gusta. No me arrepiento de haber ido, aunque podría haberlo disfrutado más con un estado de ánimo un poco mejorado.
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