lunes, 7 de octubre de 2019

El descenso

Los meses de octubre y noviembre son los meses del signo de Escorpio, y este signo está muy relacionado con el inconsciente. Por eso, el mes Escorpio es bueno para hacer lo que se llama un descenso, que es como bajar al sótano de una casa a iluminar lo que se guarda ahí. En psicología, a eso se le llama "sombra" y se refiere a todas las creencias, valores, patrones que están en el subconsciente y que determinan tu comportamiento en el mundo. Los seres humanos pensamos que somos muy libres, pero en realidad son nuestros programas los que deciden por nosotros, así que es bueno indagar a ver qué hay ahí. No es una tarea fácil ni gratuita, pero es bastante honesta y valiente, y el fin es bueno, si uno consigue cambiar.

Estamos en el mes de Libra, pero parece que el de Escorpio se haya adelantado considerablemente, teniendo en cuenta que los planetas personales se están moviendo para este signo y que Plutón, regente de Escorpio, está entrando en directo en Capricornio, paseando por el nodo sur, que es el karmático. Mucha energía para trabajar en nosotros mismos. Por mi parte he empezado el curso de eneagrama 2, que durará un año, estoy haciendo un taller llamado CEN, que está muy relacionado con las creencias, y estoy a punto de empezar un curso online sobre las diosas oscuras, cuya temporada empieza casi ya. Mabon es la segunda cosecha, pero nos lleva a la preparación para el invierno. Es la introversión, pero también es el descenso. Porque trabajar con la sombra, que es muy plutoniano, está relacionado con la transformación, y toda transformación es una muerte. Ver la sombra es morir como lo que eras (o creías que eras) para renacer en otra versión de ti mismo.

Este fin de semana ha sido bastante productivo en cuanto a revelaciones. Revelaciones que ahora he de integrar, lo cual no es sencillo. No es imposible, pero es doloroso. Todo empieza reconociendo que mi subtipo de eneagrama es el transmisor. Es en el que menos me veía y el que menos me gustaba, así de ciega estaba. Cómo jode saber que no te conoces tan bien como creías, y cómo jode que te has estado comportando en contra de tu propia naturaleza. Esa naturaleza estaba en mi sombra porque de alguna manera te han dicho que es mala o no te la han fomentado. Pero si miro bien, puedo ver que sí que tengo un carácter fuerte, intenso, expansivo, dominante, ambicioso, competitivo, y sin embargo, he jugado a ser pequeña, a limitarme, a castrarme, porque así era más fácil para otros lidiar conmigo. Quizás para los demás sea más fácil ver esa parte de mí que he creído tapar, incluso a veces ha salido por donde menos esperaba, como hace unos días con el tema del territorio y la lealtad, que para mí son temas críticos. No me extraña que me gusten las diosas fuertes y terribles: Morrigan, Sehkmeth, Trebaruna, Adartia.., ¡si es que las estoy buscando en mí!
Pero la invisibilidad tiene sus beneficios, porque si eres invisible, no tienes que demostrar nada, no puedes cagarla y, por tanto, tu valía está intacta.

Las prácticas del taller CEN me han llevado a distinguir ciertas situaciones que me disparan el estrés. Todas ellas tienen el denominador común de la ira, que está causada por la frustración de no conseguir ciertas cosas. Esto está muy relacionado con mi valía, y por tanto, con el amor de mis padres. Para preservar el amor de mis padres tengo que conseguir cosas. Esto es falso, pero es lo que me marca mi subconsciente. Así que tengo que reformular mi concepto de valía, y lo he hecho pensando en la gente que me es valiosa:

  • Mi valía no se mide por mis logros ni por mis triunfos.
  • Mi valía no se mide por lo que poseo.
  • Mi valía no se mide por mi estatus.
  • Mi valía no se mide por mi imagen.
  • Mi valía no se mide por la amplitud de mi red social
  • Mi valía no se mide por la gente que tengo alrededor
  • Mi valía no se mide por mis habilidades o mis capacidades.
  • Mi valía no se mide por mi comportamiento, ni por lo bien que me adapto a las reglas sociales o familiares.
Yo soy valiosa por ser yo en mi esencia más pura. Yo soy intrínsecamente valiosa.
Ahora tengo que integrarlo.

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