lunes, 23 de marzo de 2020

Feliz cumpleaños

El coronavirus estropeó mi celebración de cumpleaños. Fue un día extraño, anodino y plomizo, tomado completamente por el ambiente enrarecido de la cuarentena. A pesar de que en la oficina tenemos teletrabajo, se nota que la gente no está demasiado centrada, que hay demasiado estrés, incertidumbre y perplejidad. No fue la mejor semana posible y, afortunadamente, llegó el fin de semana para romper con esa dinámica.

¿No buscaba un día especial de cumpleaños? Pues toma, dos tazas. No creo que mis planes hubiesen igualado el impacto, aunque obviamente esperaba algo más placentero. Me había reservado una hora en un centro de realidad virtual, por hacer algo diferente, algo que no hubiese hecho nunca y que me proporcionase una experiencia nueva. Obviamente no puede aprovecharlo.

También me había encargado una tarta especial hacía un mes. Una tarta que hiciera homenaje a mi totem: la leona Elsa y el lema que la acompañara "Nacida Libre". Un día quisiera ahondar un poco más en el simbolismo de la leona, su nombre y el lema, porque en cierta forma determina mi vida, aunque desconozco la forma.

La chica de la tarta me contactó unos días antes para preguntarme si quería mantener la tarta. No sabía bien qué decir, porque nunca sabes en qué manera puedes contagiar a otros, pero ella insistió. Para ello quedamos en que me traería la tarta a casa, la dejaría en la puerta y se marcharía. Contacto cero. Y más o menos fue así, salvo que decidió dejar la tarta en el ascensor y hacer que subiera sola hasta el rellano. No entendí el procedimiento hasta que vi llegar el ascensor y la puerta no se abrió. Por un momento, alguien podría haber llamado al ascensor y encontrarse la tarta. Me dio hasta ternurita encontrarme la caja solita en el ascensor con un mensaje de ánimo que decía: "Felicidades, todo va a salir bien".

La tarta estaba riquísima. Era de chocolate rellena de chocolate. El relleno era delicioso, porque tenía un toque a queso filadelfia. Había pedido una tarta de ocho raciones, pensando en que la compartiría con mucha gente, pero no fue así. He tenido bastante tarta para mí.

Cuervo se pasó por la mañana por casa en una visita exprés camino al trabajo. Me trajo unos regalos que había encargado para mí: un libro de brujas y unos exfoliantes hechos a mano. No es ya que molen, es que me emociona haber podido tener regalos y que Cuervo se haya arriesgado a venir a verme. Fueron cinco minutos de encuentro a distancia prudencial, y ella encima parapetada con su mascarilla y sus guantes, pero cinco minutos muy sentidos.

Tuve bastantes felicitaciones y mensajes, algo que no esperaba y que me gustó mucho. Para ser tan asocial, tengo mi corazoncito. Como decían en eneagrama, los eneatipos 6 necesitamos presencia.

¿Lo celebraré después? Pues no lo sé. Todo tiene un momento, y cuando eso se pasa, no parece que tenga sentido. Seguramente haya más cosas que celebrar a futuro, aunque solamente sea la salida a la calle en condiciones normales o viajar. Me muero de ganas de irme a Hamburgo. Me muero de ganas de salir a tumbarme en la hierba al sol. Creo que en el fondo, como decía Camus, llevo en mí un verano invencible. O una primavera.

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