Hoy era el cumpleaños de mi padre y, por ser una persona de riesgo, no hemos celebrado el día con él. Ha sido un poco triste, pero es mejor prevenir que lamentar. Yo especialmente, que soy la que tiene síntomas gripales. Estoy encerrada en casa desde el martes capeando la situación como puedo, porque no termino de mejorar. No sé si tengo coronavirus, pero he pasado por múltiples síntomas: primero fiebre, luego la garganta, y ahora el resfriado. Estoy un poco floja y por eso estoy durmiendo bastante, lo cual me ayuda a pasar estos días bastante bien, porque estoy perdida en mi mundo onírico al margen de la realidad.
Una realidad que tiene mucho de surrealista, porque estamos viendo cosas que van contra toda la lógica. Para empezar es la primera vez que vivimos una situación así. Las pandemias anteriores ni nos han tocado, por lo que no tenemos ni experiencia ni conciencia. No es una excusa, pero explica que la gente haya tenido muchos comportamientos insolidarios y egoístas, no por maldad, sino por falta de conocimiento. Es fácil decir: "es de cajón", pero no lo es. A veces nos lo tienen que decir, nos lo tienen que explicar. Y luego es cierto que habrá gente que se pase todo por el forro una vez que lo haya comprendido, porque el ser humano es así.
También hay que tener en cuenta de que hemos entrado en una fase donde el neocortex no va a funcionar bien. La información que recibimos solamente alimenta el miedo, y en el miedo es el cerebro reptiliano quien está al mando. Ahí no podemos pedir mucha comprensión ni raciocinio, porque estamos en modo reactivo total. Tampoco es una excusa, pero funciona así. Y no olvidemos: si la especie ha sobrevivido, no es por actos de bondad, sino por actos de supervivencia. Descendemos de lo peor. Creo que es importante reconocerlo, porque gracias a esos actos, estamos aquí. No quiero decir que los repliquemos, pero sí que tengamos en cuenta que somos animales y que biológicamente estamos diseñados para sobrevivir. A nuestro cuerpo le importa poco si somos felices o buenos, solamente cumple su misión de mantenernos con vida, y eso pasa por robar, matar o estafar si es necesario.
Sin embargo, dentro de todas las malas tendencias, también hay espacio para aquello que nos define como humanos: gestos de una generosidad y una solidaridad enormes. El caso más evidente es el del cuerpo médico, doblando turnos, totalmente expuestos al virus, pero entregados a aliviar a los afectados e intentando combatir la enfermedad. Pero hay muchos más que hacen que la sociedad pueda mantenerse a pesar de la situación: celadores, cajeros de supermercados, dependientes, reponedores, servicios logísticos, policías, etc. Y además hay ciudadanos que están intentando hacer de la situación algo más amable. Gente que se ofrece a cuidar a los hijos de otros, a hacer la compra a sus vecinos mayores, que donan sangre, que están ofreciendo actividades online para ayudar a los que estamos aislados (bueno a partir del lunes todos)...Mi hermana, por ejemplo, se ha ofrecido a cuidar de un niño cuyos padres son enfermeros para que se vayan a trabajar tranquilos. Me parece un gesto muy generoso y me hace sentir muy orgullosa. No sé si yo habría sido tanto.
Por mi parte, este aislamiento me ha hecho pensar mucho en una vuelta a lo básico. Pienso en las brujas solitarias del pasado, aisladas en sus cabañas en el bosque al margen de la sociedad. Cuando no puedes salir afuera el único camino es hacia dentro. Esto es una especie de oportunidad para estar conmigo misma en estado puro. Es cierto que tengo las redes sociales para contactar con quien necesite en un momento dado, pero la mayor parte del tiempo voy a pasarla conmigo misma. Cuando esté mejor voy a tener que invertir mi tiempo en cosas que tengan que ver conmigo: la casa, mi mente, mi estado emocional, mi identidad...es un momento para mí. Porque está claro que cuando todo esto pase, las cosas no serán como antes. Creo que es un episodio que nos va a cambiar mucho como sociedad y también individualmente.
Pero he pensado otra cosa también. Esto es casi un reset. Hoy leía "mi casa es un útero" y me ha impactado porque así lo creo en estos días. Queda una semana para mi cumpleaños y estoy en una especie de transformación en estas cuatro paredes. Voy a renacer y la forma en que renazca va a depender mucho de estos días, de cómo los enfoque, de cómo los trabaje conmigo misma. Es tiempo de renovación, es tiempo de Ostara. Cuando renazca, no voy a ser la misma, aunque no sé cómo me voy a expresar. No me da miedo, más bien siento curiosidad. No voy a apresurar nada, solo dejar que la vida llame al despertar.
Una realidad que tiene mucho de surrealista, porque estamos viendo cosas que van contra toda la lógica. Para empezar es la primera vez que vivimos una situación así. Las pandemias anteriores ni nos han tocado, por lo que no tenemos ni experiencia ni conciencia. No es una excusa, pero explica que la gente haya tenido muchos comportamientos insolidarios y egoístas, no por maldad, sino por falta de conocimiento. Es fácil decir: "es de cajón", pero no lo es. A veces nos lo tienen que decir, nos lo tienen que explicar. Y luego es cierto que habrá gente que se pase todo por el forro una vez que lo haya comprendido, porque el ser humano es así.
También hay que tener en cuenta de que hemos entrado en una fase donde el neocortex no va a funcionar bien. La información que recibimos solamente alimenta el miedo, y en el miedo es el cerebro reptiliano quien está al mando. Ahí no podemos pedir mucha comprensión ni raciocinio, porque estamos en modo reactivo total. Tampoco es una excusa, pero funciona así. Y no olvidemos: si la especie ha sobrevivido, no es por actos de bondad, sino por actos de supervivencia. Descendemos de lo peor. Creo que es importante reconocerlo, porque gracias a esos actos, estamos aquí. No quiero decir que los repliquemos, pero sí que tengamos en cuenta que somos animales y que biológicamente estamos diseñados para sobrevivir. A nuestro cuerpo le importa poco si somos felices o buenos, solamente cumple su misión de mantenernos con vida, y eso pasa por robar, matar o estafar si es necesario.
Sin embargo, dentro de todas las malas tendencias, también hay espacio para aquello que nos define como humanos: gestos de una generosidad y una solidaridad enormes. El caso más evidente es el del cuerpo médico, doblando turnos, totalmente expuestos al virus, pero entregados a aliviar a los afectados e intentando combatir la enfermedad. Pero hay muchos más que hacen que la sociedad pueda mantenerse a pesar de la situación: celadores, cajeros de supermercados, dependientes, reponedores, servicios logísticos, policías, etc. Y además hay ciudadanos que están intentando hacer de la situación algo más amable. Gente que se ofrece a cuidar a los hijos de otros, a hacer la compra a sus vecinos mayores, que donan sangre, que están ofreciendo actividades online para ayudar a los que estamos aislados (bueno a partir del lunes todos)...Mi hermana, por ejemplo, se ha ofrecido a cuidar de un niño cuyos padres son enfermeros para que se vayan a trabajar tranquilos. Me parece un gesto muy generoso y me hace sentir muy orgullosa. No sé si yo habría sido tanto.
Por mi parte, este aislamiento me ha hecho pensar mucho en una vuelta a lo básico. Pienso en las brujas solitarias del pasado, aisladas en sus cabañas en el bosque al margen de la sociedad. Cuando no puedes salir afuera el único camino es hacia dentro. Esto es una especie de oportunidad para estar conmigo misma en estado puro. Es cierto que tengo las redes sociales para contactar con quien necesite en un momento dado, pero la mayor parte del tiempo voy a pasarla conmigo misma. Cuando esté mejor voy a tener que invertir mi tiempo en cosas que tengan que ver conmigo: la casa, mi mente, mi estado emocional, mi identidad...es un momento para mí. Porque está claro que cuando todo esto pase, las cosas no serán como antes. Creo que es un episodio que nos va a cambiar mucho como sociedad y también individualmente.
Pero he pensado otra cosa también. Esto es casi un reset. Hoy leía "mi casa es un útero" y me ha impactado porque así lo creo en estos días. Queda una semana para mi cumpleaños y estoy en una especie de transformación en estas cuatro paredes. Voy a renacer y la forma en que renazca va a depender mucho de estos días, de cómo los enfoque, de cómo los trabaje conmigo misma. Es tiempo de renovación, es tiempo de Ostara. Cuando renazca, no voy a ser la misma, aunque no sé cómo me voy a expresar. No me da miedo, más bien siento curiosidad. No voy a apresurar nada, solo dejar que la vida llame al despertar.
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