Quería haber llegado con tiempo de sobra para visitar el club y también la Escuela. Hay algo de nostalgia al visitar los sitios que han significado tanto. Antes conseguía evocar mejor los recuerdos, pero ahora me cuesta, quizás porque hay cambios que no se pueden ignorar (¿cuántas indicaciones necesitan para saber que efectivamente se encuentran en la ETSIT?) y porque el tiempo también crea una distancia insalvable.
Salí tarde de casa por la telco de una propuesta en la que me he metido. En qué momento se me ocurrió decir que sí. Está hecha unos zorros y quedan dos semanas para la entrega. "Tenemos dieciséis páginas escritas". Dieciséis mierdas. Aquello parece más un brainstorming que algo que tenga entidad. Estoy un poco harta de dar estructura a todo.
En mi línea, salí con el tiempo justo. Decidí arreglarme un poco para parecer alguien más elegante de lo que soy. Me puse el abrigo rojo y mi jersey verde brillante. Lo que no caí es que la gente suele vestir de azul marino y gris, también negro, con lo cual me destacaba sobremanera entre los asistentes. Hasta que llegó Suso con su sudadera naranja de la ETSIT (yo me la voy a pedir en rosa). Se me ve en todas las fotos. Estoy esperando que Manu envíe las suyas con su súper cámara.
Monté en el coche y me fui a la Escuela. Había olvidado cómo llegar de la manera más óptima y terminé callejeando por todo Valdezarza tirando de una memoria fotográfica un poco deslucida por el tiempo. Está tan deslucida que terminé por aparcar en el edificio B cuando fácilmente podría haber aparcado más cerca. Al menos llegué a tiempo del evento.
Al principio los asistentes estábamos organizados en dos grupos definidos y separados: los del siglo XX (qué dolor de corazón) y los del siglo XXI, aunque luego terminaríamos mezclándonos. Presentaba el evento Fran Barea, un antiguo estudiante de teleco. No había sido socio del Euri nunca ("El Euri", sí, con artículo, por mucho que se empeñen las nuevas generaciones), pero ser de la misma escuela ayuda mucho. Un tipo gracioso y con desparpajo. Y andaluz, tirando de tópico.
El evento se dividió en tres bloques: la introducción institucional, el siglo XX y el siglo XXI, intercalados con fotografías y vídeos de tiempos pretéritos. El primer acto estuvo protagonizado por el rector de la UPM, que es teleco. Estaban con él el director de la Escuela y otro chaval cuyo título desconozco. Lo recuerdo como un trepa de entonces y se ve que ahora debe ser alguien en la Escuela, aunque no sé qué. El caso es que ninguno de los dos intervino demasiado. El rector estuvo gracioso intentando hacer metáforas con el mundo de Hogwarts. Me queda clarísimo que es fan de la casa Slytherin.
Después subimos los representantes del siglo XX. Inicialmente íbamos a ser cuatro personas, pero terminamos siendo cinco porque José Esteban creyó que él también tenía que subir. Bien, porque así contó de dónde había sacado la biblia de San Teleko. Roger y José Antonio acapararon bastante el tiempo, el primero porque era quien mejor conocía el tema de EESTEC, y el segundo porque tiene mucha necesidad de atención. Fue muy pelota con la Escuela, quizás porque está en paro y necesita activar su red. También hay que valer para eso.
A mí me preguntaron principalmente por el hecho de ser mujer en aquél tiempo. La verdad que éramos pocas, pero no lo recuerdo como un handicap. De hecho, hasta reconocí que ramone que hizo una vez una práctica de programación, pero fue porque se empeñó él, que pensaba que yo no era capaz de hacerla. Programar no me gustaba, pero de ahí a no saber...
El bloque del siglo XX fue muy interesante porque, queramos o no, hemos sido testigos de una gran evolución en las telecomunicaciones. Recordamos que inicialmente no había interfaz gráfica y que, cuando la hubo, la velocidad de carga era lentísima. Una experiencia para la pornografía, que apuntó Roger. Para organizar los eventos, se tiraba de teléfono fijo y de fax, y entonces nada de tratado Schengen que permitiera la libre circulación entre países. Roger recordó que la caída de Ceausecu cayó en plena celebración de un evento y que la delegación rumana de Eurielec fue quedándose por las fronteras porque los iban parando en todas. Serafín contó que ellos vivieron la primavera de Praga y que el presidente de Eurielec simplemente desapareció en medio de los acontecimientos. No se puede asegurar que muriera.
Serafín añadió el toque ético al tema, al recomendar a las nuevas generaciones que reflexionaran sobre el futuro que querían dejar al mundo. Según contó, su primera entrevista fue en una empresa militar que le pedían diseñar una bomba (o algo así) que si explotaba antes de impactar en un edificio, destruía todo lo que había a su alrededor, y que si explotaba dentro, freía a todos los que estuviesen bajo el techo. Él decidió no coger el trabajo y dedicarse a la bioingeniería. Y yo solamente pensaba entonces que bien por su parte, pero que en mi caso seguramente habría aceptado el trabajo. Sé que suena horrible, pero es la verdad. Hace un tiempo una chica me comentó que le habían ofrecido un trabajo en "Santa Bárbara", diseñando tanques, y estaba con consideraciones éticas, a lo que le dije: "alguien tiene que hacerlo". Igual, sé que es terrible, pero es que dentro de mí habita un monstruo.
El siglo XXI fue menos interesante, quizás porque se enfocaron muchísimo en la organización de los eventos de EESTEC. Aunque chesko contó la anécdota de tres coches cedidos por Ford que colisionaron al tiempo, supongo que por falta de pericia al volante de las personas que los llevaban. Ford jamás volvió a esponsorizar el evento. El tema es que el club se ha pervertido enormemente. En un momento, el presentador dijo: "antes hacíais hardware, luego software...","y ahora venden humo", le dije a José Esteban. El Eurielec se ha convertido en el antiguo Item, club lleno de pijos odiosos carne de consultoría. Pues lo mismo. Es un criadero de trepillas de empresa. El caso es que son entrañables y se han currado todo mucho, pero eso no es ingeniería. Y lo dice una cuyas dotes técnicas son nefastas.
Tras el evento, que fue larguete, tuvimos una recepción a base de canapés. Esto nos permitió relacionarnos más todos con todos y sacar partido al photocall. También habían preparado merchandising, y ya tengo mi taza de "50 años siendo algo más que ingenieros". Porque aquí venden la moto que ser miembro de un club te da un plus en el CV. El presentador vino a decirles que nadie miraba la titulación y, hombre, tanto como eso no, pero quizás es verdad que cuando ves que alguien viene de un club le atribuyes algunas cualidades que otros no tienen. Estas cualidades no solamente se adquieren en un club de la universidad.
Más tarde hicimos una incursión al club para ver su estado actual. Ya no hay terminales en red y ha desaparecido el banco de laboratorio. Dudo mucho que jueguen a algo, aunque parece que las fiestas son memorables. De hecho, tienen un armario con código de seguridad para almacenar el alcohol. Lo que no me cabe en la cabeza es que, siendo tan pijos, mantengan algún sofá tan cochambroso como el que vi. Parece que el tema de la limpieza sigue siendo un reto, aunque parece que se han organizado en turnos.
Cosas positivas de este evento: una noche muy especial; encontrarme con gente a la que tenía muy olvidada y quizás poder participar en un tapeo próximo (aunque por lo que veo, están más interesados en jugar al planets); he escrito a la junta directiva del Eurielec para poder colaborar con ellos en actividades futuras: una workshop de Industria 4.0 y un taller de softskills. A ver en qué queda todo.
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