martes, 14 de enero de 2020

Cierres

Debería afinar mi línea de la vida un poco, porque empiezo a sospechar que se repite un patrón cada enero. Y es que pareciera que en esta semana concreta, a finales de la segunda semana y principios de la tercera de enero algo sucediese. Puede ser un viaje a Tokio, o un viaje a Roma, el fallecimiento de mi abuela, el comienzo de un trabajo, un abandono...Nuevamente se presenta el cierre de una etapa y el comienzo de una nueva. Y qué curioso: dos años y medio después de que todo empezase.

A partir de mañana dejo mi cargo como responsable de la oficina de gestión de proyectos para centrarme en la dirección de medioambiente, agrifood, industria y espacio. Tengo un reto enorme por delante de hacer crecer este área. No puedo negar que estoy acojonada, aunque me salva el deadline de la propuesta del jueves, que me obliga a pensar en el corto plazo más que a quedarme paralizada por lo que se me viene encima. Creo que todavía no soy muy consciente de dónde me he metido, y quizás sea mejor así.

La pregunta natural que me hace mucha gente es si me hace ilusión. No precisamente, pero tampoco es que yo me ilusione naturalmente por las cosas, es como si no tuviese capacidad de entusiasmarme con nada. En parte tiene que ver con que me centro más en todo lo malo que puede pasar en vez de en lo bueno, y eso me quita mi capacidad de disfrutar. Es como si hiciese las cosas porque es mi obligación. Aún no he hecho nada en la vida que fuera algo que realmente quisiera yo por pura elección. Pero claro, para eso uno tiene que saber qué quiere en la vida, y no es mi caso. Nunca lo he sabido.

Cómo envidio a la gente que tiene las cosas claras en su vida y lucha por ellas. Hay algo heroico y poético en entregarse a lo que uno quiere, en luchar por lo que uno quiere, independientemente del resultado. Pero yo tampoco tengo esa capacidad de desapego del resultado. Porque entregarme, me entrego mogollón, aunque no sea mi causa, pero tengo baja tolerancia a la frustración. Así que mi sino es sufrir. Hasta que me harte.

Cierro un ciclo, y creo que no lo hago todo lo bien que me gustaría. Me voy con cierta distancia por los últimos acontecimientos del año pasado, marcados especialmente por el desencuentro con una persona que creía mi amiga. No consigo reparar la herida en mi interior y solamente me apetece borrarla de mi vida. El cambio de puesto lo va a facilitar y creo que lo voy a permitir. Me voy también con cierto hastío de comportamientos infantiles, inmaduros y de gente malcriada. De esto seguro que encuentro en todas partes, pero serán otras personas. Esta vez voy a intentar volver al antiguo modelo, creando una distancia. Mejor que te teman a que te tomen el pelo.

Anticipar no me ayuda nada.

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