domingo, 21 de abril de 2019

La determinación

Le dije que la amaba, pero ella no me creyó. Por qué iba a hacerlo después de tantas decepciones, abandonos, desprecios y promesas incumplidas? Las palabras no significaban nada para ella, por mucho que mi pecho bulliese de emoción al pronunciarlas, porque ella, herida como se sentía, había levantado muros alrededor de su corazón para protegerlo, y simplemente mis palabras no lo traspasaban. Pero yo quería llegar a su corazón y entendía que no sería con palabras, sino con acciones; no grandes actos pomposos y puntuales, sino pequeñas obras cotidianas y frecuentes que pudieran horadar ese muro, igual que gota a gota el agua perfora la piedra. Acciones no revestidas de pretensión, sino de interés real.

Yo solamente quería estar a su lado, cuidarla, protegerla y amarla, si ella me dejaba hacerlo, pero me tenía que ganar ese derecho. Tendría que esforzarme por demostrarle que está vez iba en serio, que esto no era otro de mis caprichos temporales y egoístas, que estaba comprometido, que estaba dispuesto a darme en vez de tomar sin contraprestación. Tendría que demostrarle que realmente me gustaba ella tal cual era, que me interesaba su mundo. Solamente así ella me abriría las puertas.

Sin embargo no iba a ser fácil. Tendría que ser paciente, pues en un segundo no conseguiría revertir el efecto de años. Tendría que ser perseverante porque la campaña sería larga. Pero lo más difícil sería hacer que ella percibirse todo esto de la manera en que yo quería transmitirlo, de la forma en que yo querría que ella lo sintiese.

Soy consciente, sin embargo, de que seguramente jamás lograría que ella pudiese confiar en mí al cien por cien, pero quería llegar lo más cerca que me permitiese. Porque ella lo valía, lo valía todo. 

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