Es el último intento. Tanto si sale bien, como si sale mal, no volveré a pasar por ello. Así lo he decidido. Y, en realidad, creo que es lo más sensato. Hay que saber cuándo rendirse, algo que no se me da particularmente bien, pero ya está, hemos llegado a ese punto. No se puede decir que no lo haya intentado, pero no puedo asegurar el resultado. Una vez más, por eso de quedarme tranquila en mi conciencia, y nunca más.
Ahora siento miedo. Miedo a tener éxito y miedo a fracasar. Tengo miedo a perder. Tengo miedo a todo. Este miedo es un viejo conocido, pero no lo esperaba. Creía que lo tenía superado, pero veo que no. Vuelve a mí y vuelve fuerte. Sin embargo, no es como antaño.
Siento un miedo fuerte, pero por más miedo que sienta, no puedo hacer que las cosas sucedan, y no puedo parar lo que es inevitable. Solo puedo dejar que las situaciones fluyan como ellas consideren. Sólo puedo hacer mi parte y, después, quitarme de enmedio.
Siento miedo, pero después de todo lo que pasé el año pasado, ya no siento las cosas igual que antes. Perdí mucho, sufrí mucho, lloré mucho, y como consecuencia, una parte de mí murió. No me quedé insensible (por más que llegué a estar muerta en vida), pero ya no me afectan las cosas como antes. He aprendido importantes lecciones de desapego, estoy preparada para perder. Y en mi cabeza me estoy preparando para muchos escenarios, aunque no seré capaz de anticiparlos todos. Al final, la vida te sorprende por el flanco que menos te esperas. Y quizás sea lo mejor.
Ahora siento miedo. Miedo a tener éxito y miedo a fracasar. Tengo miedo a perder. Tengo miedo a todo. Este miedo es un viejo conocido, pero no lo esperaba. Creía que lo tenía superado, pero veo que no. Vuelve a mí y vuelve fuerte. Sin embargo, no es como antaño.
Siento un miedo fuerte, pero por más miedo que sienta, no puedo hacer que las cosas sucedan, y no puedo parar lo que es inevitable. Solo puedo dejar que las situaciones fluyan como ellas consideren. Sólo puedo hacer mi parte y, después, quitarme de enmedio.
Siento miedo, pero después de todo lo que pasé el año pasado, ya no siento las cosas igual que antes. Perdí mucho, sufrí mucho, lloré mucho, y como consecuencia, una parte de mí murió. No me quedé insensible (por más que llegué a estar muerta en vida), pero ya no me afectan las cosas como antes. He aprendido importantes lecciones de desapego, estoy preparada para perder. Y en mi cabeza me estoy preparando para muchos escenarios, aunque no seré capaz de anticiparlos todos. Al final, la vida te sorprende por el flanco que menos te esperas. Y quizás sea lo mejor.
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