viernes, 29 de noviembre de 2019

Colapso

Y al final sucedió: el temido colapso emocional se precipitó como algo inevitable. No puedo decir que no lo viera venir, pero me creía más fuerte. En un momento me vi tan sobrepasada que me eché a llorar. Por nada en realidad, y por todo, porque llevo un mes muy revuelta emocionalmente, porque siento mucha ira (pero mucha), mucha frustración, porque nada me sale como quiero, porque me he sentido traicionada, porque he sentido que me tomaban el pelo, porque he sentido que no me han dado mi sitio, porque he sentido que no recibía el reconocimiento, la valoración y el aprecio que creo que merezco, porque me he sentido apartada y ninguneada, porque me he sentido débil y vulnerable, porque me he sentido pequeña, porque me he sentido incomprendida, porque me he sentido sola...

Rompí a llorar y no podía parar de llorar. Me dije a mí misma que no iba a evitarlo en uno de esos alardes neptunianos que tengo como recurso, que me iba a permitir sentir toda esa emoción enorme que brotaba en mí y no reprimirla para no somatizarla. Ya he somatizado las anginas, que no deja de ser un síntoma de saturación, no necesito más expresiones corporales. Me tumbé en el sofá con mi manta y me dejé llevar por el llanto durante un par de horas hasta que la emoción fue bajando un poco su intensidad.

Tenía la idea de ir al teatro de una asociación cultural del barrio, que traían una obra basada en la leyenda artúrica, pero no tenía fuerzas. Tampoco para ir al gimnasio ni para salir a pasear, porque fiebre no, pero tenía mal cuerpo. Sólo quería replegarme en mí misma y cuidarme desde dentro, donde mi adulta se encuentra con mi niña y se hace cargo de ella para hacerla sentir que es querida, protegida, cuidada y valorada. Vi que la vorágine es tal que tengo que simplificar y limpiar en mi vida. Así que decidí salirme de varios chats de whatsapp para empezar. Voy a revisar mi agenda y mis rutinas y hacer ajustes. Necesito espacio para poder respirar. Necesito silencio para poder escucharme. Necesito parar los procesos mentales. Necesito recogerme en mi cueva (que viva el ala 5). Necesito ser mi prioridad y dejar de volcarme hacia fuera.

Si tuviese vacaciones sería más sencillo, pero como queda un poco para que lleguen voy a tener un reto interesante. La verdad que solamente pienso en la huida: trabajar en remoto y aisladamente toda la semana, no ir a la cena de empresa, apagar los móviles, cogerme una excedencia...
Necesito diversión. Necesito cerrar el año. Necesito que la vida me sonría.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Afuera

El estor está levantado y puedo ver el cielo a través de la ventana. Me digo que el cristal está un poco sucio, aunque no me atrevo a limpiarlo ante la previsión de lluvia. Aun así se ven unas nubes grises que cubren toda la vista, densas y cargadas de lluvia, plomizas, intentando besar la tierra. Bajo ellas algunos pájaros describen círculos aparentemente aleatorios, como si se divirtiesen creando figuras por el puro placer de volar. Y aunque el aire es más ligero que el agua, en cierta forma se parecen, así que bien podría estar sumergida en unas aguas marengo.

Me duele la garganta y eso siempre termina en fiebre. El paracetamol lo está conteniendo, pero la tarde es larga. Finalmente he somatizado todo el cansancio y dolor de estos días pasados de la manera que menos esperaba. La garganta es chakra 5, mi verdad, mi expresión, aunque me está afectando a todo el sistema. Creo que lo que más necesito es cortar y dormir. Precisamente eso es lo que debería estar haciendo, pero me resisto a conciliar el sueño. Hacer, hacer, hacer, siempre haciendo, siempre en alerta. En un par de horas quizás me pueda permitir una cabezadita, pero no todos los momentos son propicios, no cuando estas intentando protegerte.

Las lágrimas asoman a mis ojos e intento combatirlas. Tampoco es el momento para el llanto, aunque me apetece llorar. Dejo escapar alguna en forma de liberación, pero ninguna va a tocar suelo, ninguna va a dejar evidencia de su paso por mi rostro, ninguna va a traicionar mi debilidad y mi estado. Pero me encojo para hacerme un pequeño ovillo y me acaricio despacio, con ternura, para hacerme sentir que hay alguien que realmente me quiere. Pase lo que pase, siempre estoy conmigo y me quiero, ahora también me lo hago saber, porque es lo que necesito: saber que alguien me quiere, saber que alguien me valora y le gusto como soy, saber que alguien aprecia lo que soy y todo lo que tengo para dar, y que quiere estar. Afuera no, pero dentro sí. Como la canción de Caifanes.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Concierto de Amon Amarth

Esta es una de esas decisiones impulsivas que tomo de vez en cuando. Sucedió hace un mes camino del templo en el coche de Cuervo. Hablábamos las dos del concierto y de su cumpleaños y, de repente, le dije: "¿nos vamos al concierto?". En unos minutos había comprado las entradas para las dos. Muchas veces, las mejores cosas de la vida surgen de lo espontáneo.

Plaza de toros de Vista Alegre. Hacía años que no iba de concierto allí. Diego me recordó que desde una gira de Judas, que sonó de pena, porque la acústica no era nada buena. Ahora han cambiado el techo y han puesto unos faldones que parece que mejoran el sonido. Respecto a lo que yo recuerdo es así, aunque creo que hay locales donde se escucha mejor, más limpio, más nítido. Terminé el concierto con los oídos retumbando porque era demasiada potencia, y encima se me olvidaron mis tapones, para variar.

El sitio escogido era estupendo. Cuervo tiene problemas físicos y no se veía aguantando de pie la duración completa del concierto. A mí también me habría costado y, además, prefiero un asiento en la grada, donde puedo ver mejor el concierto. Compré las entradas en la barrera, con una visión directa del escenario sin obstáculo alguno, perfecto para seguir las actuaciones. Obviamente se pierde mucho de la vida de la pista, pero tampoco es tan excitante sentirte apretujado, zarandeado y no ver nada.

Diego estuvo en pista, pero se acercó a saludarnos un rato. Luego estuve pensando en que era la segunda vez que iba a un concierto sin mis habituales, ya que ni Kiki ni Miguel habían comprado la entrada. Leti, Viti, el Founder...todos han desaparecido del calendario de conciertos. Supe después que Steeler había ido también, pero no había dicho nada tampoco. Y bueno, ahora estaba Cuervo, pero ella es muy blackie y yo no, así que aunque ahora tiene muchas ganas de ir a conciertos, va a costar encontrar un grupo que nos valga a ambas. De hecho, ya me propuso a Mayhem y a 1349, pero es que no.

El primer grupo fueron Hypocrisy. No los tengo muy escuchados, pese a que a Diego le gustaban mucho. Como todos sus grupos, una necesitaba un tiempo de asimilación. Al final termino encontrando canciones que me gustan. "Fire in the sky" es mi favorita y la tocaron (bieeeeeen). Sonaron bastante bien. Fue un concierto cortito, se me pasó volando. Creo que en España aún no tienen muchos seguidores, o al menos el recinto no se llenó para ellos. Ahora con los móviles, se nota en la cantidad de ellos que se elevan para hacer una grabación. A mí me gustaron.

El segundo grupo fue Arch Enemy, también suecos (yo pensaba que eran alemanes), también death metal. No los veía desde el Wacken de 2004. Entonces giraban con Angelita, que en un momento decidió dejar el grupo y hacerse manager, dando paso a Alissa. No los tengo muy escuchados, pero creo que si les diera la oportunidad me podrían gustar bastante. Las primeras canciones no me impresionaron mucho. De hecho pensé que la tal Alissa tampoco era gran cosa, porque no daba la sensación de cantar mucho en comparación del tiempo dedicado a las guitarras, pero esa percepción fue cambiando. La verdad es que es una mujer bastante impresionante: es guapa, está buena, canta bien, se involucra con el público y tiene mucha energía. ¿Qué tomará esta chica? Luego tuve que escuchar de Cuervo una teoría un tanto idiota, que supuestamente había contado Luz Casal, que consistía en romperse las cuerdas para poder cantar guturalmente. Vamos, no veo a Floor Jansen, que canta ópera y hace growling, rompiéndose la voz para hacer esos sonidos.

Pero el plato fuerte eran Amon Amarth. No fue tampoco un concierto largo, pero mereció la pena. La puesta en escena cada vez es mejor, con mucha pirotecnica que agradecí enormemente porque hacía un frío que pelaba en el palacio. Ahora, si a mí me vino bien, a los de la primera fila los debieron de dejar churruscaditos. Me sobró una especie de ewok que sacaron (pretendía ser un vikingo, pero parecía un ewok), y me encantó la recreación de la serpiente Jörmundgander (todo muy Asatru), aunque solamente fuera para la última canción de la noche. El repertorio fue bastante equilibrado, aunque echo en falta canciones antiguas (¿cuánto hace que no tocan "Asator"?). Al menos tocaron "Twilight of the Thunder God", "Runes carved to my memory", "Guardians of Asgard", "Death in fire" y, cómo no, "Pursuit of vikings". Johan estuvo simpático, como siempre. No me canso de decir lo majete que es este hombre. Me sorprendió que arrancara hablando en un español bastante bueno y que lo usara en las canciones para pedir a la gente que cantara.





Yo disfruté mucho el concierto, como hacía mucho que no lo hacía. Pensaba que estaba perdiendo ese gusto por los conciertos, pero en parte la he recuperado en éste. Próximamente Alterbridge y Subway to Sally.

Embodiment espontáneo

En algunas de las ceremonias del templo suele haber un embodiment, donde una sacerdotisa hace una corporación de la Diosa para transmitir un mensaje a la persona que se acerca a ella. La sacerdotisa entra en trance, su ego se hace a un lado y presta su cuerpo a la Diosa para que lo ocupe. Es bastante impresionante de ver y, por eso, todos los que estamos en formación lo tenemos un tanto idealizado, como una especie de objetivo lejano y quizás inalcanzable. Esto, al menos, lo pienso yo, que me considero muy mental y me cuesta ceder el control de mi realidad. O así era hasta ahora.

Ayer tuve un "embodiment espontáneo", como Jana lo definió. Compartía con mi grupo que en mis ejercicios espirituales había sentido como si yo no hubiese hecho las invocaciones de la rueda. Era como si me hubiese disociado y estuviese a caballo entre el proceso y ser testigo del mismo. Mi identidad estaba medio diluida en el vacío y lo que más percibía era la energía que me recorría por el cuerpo. Mi cuerpo estaba presente y era mi voz la que hablaba, y las palabras se referían a mí y a mis circunstancias, pero esas palabras no las estaba escogiendo yo. Lo sé porque en un momento me pregunté: "¿esto de dónde está saliendo?".  Estaba canalizando algo.

No me pareció peligroso, ni amenazante, porque yo estaba en otro lugar, pero cuando regresé, estaba tremendamente mareada y confusa. Jana me aconsejó comer bien y llevar alguna piedra que me anclase a tierra, pero ya me había adelantado su sugerencia y estaba desayunando unas porras con colacao y había escogido por pura intuición una pulsera de granates. Tocar tierra para no volarse. Y eso que había hecho el enraizamiento. ¡Qué importante es enraizarse y unirse a lo material!.

Y este episodio me ha recordado otro mucho más antiguo cuando yo aún no había entrado del todo en el paganismo. Fue un examen de dibujo técnico de primero de carrera. Yo recuerdo entrar en el examen y disociarme. Muchas veces he dicho que no fui yo quien hizo el examen, porque mi percepción fue que algo se hizo cargo de todo, dejando a mi ego a un lado como testigo de lo que estaba haciendo. Y aprobé, vaya.

También he recordado otro episodio en clase de álgebra, aunque algo distinto a los anteriores. Recuerdo que entré en clase, me senté, pestañeé y la clase había concluido. Para mí esa clase duró un segundo y no recuerdo nada de lo que sucedió en toda la hora. No tengo conciencia de haber cerrado los ojos y quedarme dormida, aunque quizás sucediera así. Más bien fue como una alteración del tiempo. Fue raro. Hacía mucho que no pensaba en ello.

Me siento contenta por haber tenido la experiencia porque ahora sé que puedo. Si lo he hecho una vez, puedo hacerlo dos (aunque ignoro cómo reproducirlo). Esta mañana, por ejemplo, casi lo consigo otra vez, pero creo que aquí la mente estaba ya en la expectativa, y eso frena. Aquello que me parecía inalcanzable ya no lo parece tanto, lo puedo desmitificar, lo puedo hacer asequible. Esto me da más confianza para recorrer el camino que estoy caminando, por más incierto que me parezca en algunos momentos.  

lunes, 18 de noviembre de 2019

Ira




Hace unos días que he llegado al límite de mi control. Es como si tuviera una herida a flor de piel y cada pequeño roce me hiciera saltar. Salto muy mal, con una ira descontrolada, señal de que llevo aguantando mucho demasiado tiempo. Hace unos días le eché una bronca sin parangón a un agente de mi operador móvil porque no movió un dedo por ayudarme en un problema que tenía, y hoy casi salto con el técnico de IT de la empresa por algo similar. Y creo en cualquier momento voy a arrancarle la cabeza a algún minion por cualquiera de las idioteces con las que me vienen últimamente.

Estoy agotada mental y emocionalmente.
Pero cómo se siente la ira circulando por el cuerpo, como un río de lava. Es tan caliente y tan intensa que a veces me deja temblando porque creo que no voy a ser capaz de contenerla. Pura adrenalina. "Y catecolaminas, Mari", que me diría Blanca. Cuatro horas mínimo para eliminarlas del cuerpo, si no se almacenan en el hígado, por ejemplo.

Lo peor es que creo que no salto por el tema en cuestión sino que tiene que ver más con una tendencia acumulada durante años, en los que he tragado y he aguantado todo. Cuando salto, creo que lo hago por las miles de veces que abusaron de mi buena fé, por las miles de veces en que no supe poner límites, por las miles de veces en que no supe hacerme respetar. Y claro, he liberado a Sekhmet y ahora es muy difícil pararla. Así que, de repente, he dejado de ser la tía simpática, agradable, comprensiva y servicial, y me he convertido en una versión más oscura. Y como la gente carece de toda autocrítica, la mala seré yo. Pues seré la mala. Me viene una frase de mi madre al respecto: "mejor que te tengan miedo a que te tengan lástima". Gracias, mamá por tus creencias limitadoras.

Queda poco para el puente. Había pensado en cogerme un día suelto para descansar antes, porque estoy cansada, pero no sé si va a ser factible. Tengo muchas ganas de parar y cambiar de aires.