lunes, 24 de febrero de 2020

La vida de los elfos


Hacía mucho que un libro no me conmovía tanto como éste. Quizás cada historia tiene un tiempo perfecto en la que encuentra al lector que está preparado para recibirla como merece. Este libro me ha encontrado a mí y yo lo he disfrutado enormemente. El final no es redondo por quedar demasiado abierto, como si se preparase para una continuación (ignoro si la tiene), pero el resto está construido de manera exquisita para mí. No solamente es la historia, llena de magia y de mundos de fantasía, sino que su construcción es poesía pura hecha prosa. Adoro el vocabulario elegido, así como las imágenes empleadas. Puede que sea descriptivo de más, pero me resulta suave como crema en los labios. Es hermoso.

Narra la historia de dos niñas, Clara en Italia, María en Francia, de sus orígenes misteriosos y cómo se relacionan con una batalla entre dos bandos de elfos, que podrían representar el bien y el mal, aunque esto me parece una simplificación. Unos elfos desean eliminar al ser humano y otros desean mantener una alianza con ellos, porque estiman la vida humana y la belleza que aporta.

Las niñas cuentan con poderes especiales. Clara es una virtuosa de la música, que usa para contar historias. María es una sanadora de mundos. A pesar de la distancia, existe un vínculo entre ellas que se fortalece gracias a los poderes de Clara, la que tiende puentes, aunque es María la que tiene que afrontar la batalla. No están solas. Clara tiene a parte del consejo élfico a su lado, mientras María cuenta con los habitantes de su aldea, unos campesinos tan apegados a la tierra, a la naturaleza y a sus ritmos, que son capaces de ver más allá de lo que es evidente. Me encanta cómo disfrutan de las cosas simples de la vida, que pasan por la buena comida, la comunidad y el amor. Tienen la condición de las antiguas comunidades, donde todos tienen vínculos de fraternidad y de familia, y están dispuestos a morir por lo que consideran suyo, aunque no haya nacido en su tierra.

Me encanta cómo se describe el vínculo con la naturaleza, porque evoca un tiempo antiguo en el que el hombre se reconocía como parte de ella y conocía sus tiempos y su lenguaje. Quizás es eso lo que permite la comunicación con los elfos del otro lado de las brumas.


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