49 días de cuarentena. El confinamiento empieza a pesar. No es el confinamiento en sí, es el no poder estar al aire libre y tomar el sol, por mucho que salga a comprar (1 vez a la semana) y tenga un espacio donde poder sentarme al sol unos minutos por la mañana. El ser humano, como los animales, no está hecho para estar encerrado. Pienso mucho en los presos en las cárceles o en los animales del zoo. Si esto es duro para mí, qué no será para ellos.
El trabajo está enrarecido por el tema del ERTE que se está negociando. Se nos dice que el departamento es un lugar seguro, pero no lo es. Quizás no nos impacte como a otros, pero conociendo cómo funciona la empresa, no me extrañaría nada que algo cayera. La sostenibilidad del grupo para el próximo año es delicada y se nos insta a presentar muchas ofertas con el fin de conseguir ingresos. Es agotador el número de teleconferencias diarias, una tras otra. Yo, que odio el teléfono con ganas, estoy saturada de las mismas, no solamente por ofertas, sino por temas de mercado. Incluso es inevitable tener alguna reunión más social por la distancia impuesta por el coronavirus. Pero es algo que me drena mucho.
He tenido varios días con un estrés brutal. Me salió un herpes en el ojo, que es un sitio delicado, aunque de todo el perímetro ocular creo que está en un sitio menos peligroso. Es un síntoma inequívoco de estrés. Me levanto por las mañanas con muchísima ansiedad, que no la siento tanto a nivel mental, sino a nivel corporal, en toda la parte del abdomen. Es muchísima la energía concentrada, tanta que me siento como un reactor nuclear. Sí, se ha cumplido en estos días el aniversario del accidente de Chernobyl, que es un episodio que me fascina enormemente. Pusieron unos documentales y me tuve que obligar a irme a la cama para no verlos todos de una sentada. Más que nada que me cuesta madrugar y me levanto cansada a la par que ansiosa, y es demasiada energía. Energía que no disipo como antaño.
Desde que me he comprado melatonina pura parece que hemos mejorado un poco, aunque sueño más. Hoy he tenido un sueño horrible donde me ponían anestesia y no terminaba de caer inconsciente por mi miedo a perder el control. La resistencia generaba adrenalina que se oponía al químico y lo neutralizaba. Es una metáfora bastante realista de mi vida.
Creo que no tengo mal estado de ánimo, pero hay días en que me da el bajón. No es agradable, pero no quiero mitigar esos sentimientos, porque obviamente necesitan expresarse. Llevo mejor el tema de la ira, pero ahora tengo que afrontar la tristeza. No sé qué función está cumpliendo ahora mismo: ¿adaptativa, restaurativa, internalización? Es posible que haya estado bloqueándola en estos días, poniendo una distancia emocional con los acontecimientos, aunque me gusta creer que he desarrollado capacidades de gestión emocional. Como últimamente veo tantos patrones de mi sombra, igual me creo que he conseguido algo. Sin embargo, es posible que tenga que afrontarla en su plenitud en poco tiempo: el aniversario de la muerte de Héctor y quizás la pérdida de Ozzy, que no está bien y me temo lo peor. El 19 de junio es la fecha.
Se aproxima Beltane, pero no me siento muy conectada. Si trabajo algo va a ser sobre el amor propio, está claro. Me he registrado en la ceremonia de Glastonbury. Nunca he visto una de ese grupo y tengo curiosidad por cómo trabajan. Así salgo de la continua autoreferencia del templo de Madrid. Me he apuntado también a la ceremonia que harán el viernes, pero tras ver todo lo que tengo que preparar para la misma, me estoy echando otras cuentas. No me veo amasando pasta de sal para crear una muñeca (me he visto como Gargamel moldeando a la pitufina). Simplemente, no tengo tiempo, ni ganas de hacer manualidades. Nuhmen me ha pasado una alternativa que tengo que evaluar.
Siento que la segunda Espiral no va a completarse este año. Jana no tiene intención de hacer las sesiones online y no veo que vayamos a recuperar el tiempo perdido antes de octubre, que es cuando teníamos prevista la dedicación. Me veo empezando de nuevo, considerando las dudas que tengo ahora mismo, y espero que no nos junten con los que acaben la primera en septiembre, porque ese grupo me pone de los nervios.
Manolo deja la Segunda Espiral. No me sorprende. A veces pienso que no encajaba, pero tampoco le han ayudado mucho a encajar. Se ha cansado de que sus propuestas sean rechazadas continuamente. Es cierto que estas propuestas necesitan bastante enfoque, pero nadie le está ayudando a enfocarlas. Creo que además, ser hombre heterosexual en un grupo de trabajo de energía femenina es complicado. Hay cosas que me chirrían hasta mí. Nuhmen me dice que es una batalla perdida y seguramente tiene razón, pero yo no renuncio a mi parte masculina, y además mi eneatipo empieza a activarse. De momento, estoy incluyendo al Dios Astado en mis invocaciones y, oye, tan a gusto que estoy. A veces no puedo evitar verlo como a un pastor en medio de todas esas locas que son las diosas. Pobrecillo, qué solo debe sentirse. Igual no le hago un favor invocándolo con todas ellas.
El gobierno ha anunciado que el día 2 quizás podamos salir a la calle a hacer deporte. Tengo muchas ganas de pasear despacio al sol y ver la naturaleza crecer. Seguramente ya haya muchas espigas, amapolas y malvas. Todo un espectáculo visual de la exhuberancia de la tierra. En todo caso, hoy saldré a comprar.
El trabajo está enrarecido por el tema del ERTE que se está negociando. Se nos dice que el departamento es un lugar seguro, pero no lo es. Quizás no nos impacte como a otros, pero conociendo cómo funciona la empresa, no me extrañaría nada que algo cayera. La sostenibilidad del grupo para el próximo año es delicada y se nos insta a presentar muchas ofertas con el fin de conseguir ingresos. Es agotador el número de teleconferencias diarias, una tras otra. Yo, que odio el teléfono con ganas, estoy saturada de las mismas, no solamente por ofertas, sino por temas de mercado. Incluso es inevitable tener alguna reunión más social por la distancia impuesta por el coronavirus. Pero es algo que me drena mucho.
He tenido varios días con un estrés brutal. Me salió un herpes en el ojo, que es un sitio delicado, aunque de todo el perímetro ocular creo que está en un sitio menos peligroso. Es un síntoma inequívoco de estrés. Me levanto por las mañanas con muchísima ansiedad, que no la siento tanto a nivel mental, sino a nivel corporal, en toda la parte del abdomen. Es muchísima la energía concentrada, tanta que me siento como un reactor nuclear. Sí, se ha cumplido en estos días el aniversario del accidente de Chernobyl, que es un episodio que me fascina enormemente. Pusieron unos documentales y me tuve que obligar a irme a la cama para no verlos todos de una sentada. Más que nada que me cuesta madrugar y me levanto cansada a la par que ansiosa, y es demasiada energía. Energía que no disipo como antaño.
Desde que me he comprado melatonina pura parece que hemos mejorado un poco, aunque sueño más. Hoy he tenido un sueño horrible donde me ponían anestesia y no terminaba de caer inconsciente por mi miedo a perder el control. La resistencia generaba adrenalina que se oponía al químico y lo neutralizaba. Es una metáfora bastante realista de mi vida.
Creo que no tengo mal estado de ánimo, pero hay días en que me da el bajón. No es agradable, pero no quiero mitigar esos sentimientos, porque obviamente necesitan expresarse. Llevo mejor el tema de la ira, pero ahora tengo que afrontar la tristeza. No sé qué función está cumpliendo ahora mismo: ¿adaptativa, restaurativa, internalización? Es posible que haya estado bloqueándola en estos días, poniendo una distancia emocional con los acontecimientos, aunque me gusta creer que he desarrollado capacidades de gestión emocional. Como últimamente veo tantos patrones de mi sombra, igual me creo que he conseguido algo. Sin embargo, es posible que tenga que afrontarla en su plenitud en poco tiempo: el aniversario de la muerte de Héctor y quizás la pérdida de Ozzy, que no está bien y me temo lo peor. El 19 de junio es la fecha.
Se aproxima Beltane, pero no me siento muy conectada. Si trabajo algo va a ser sobre el amor propio, está claro. Me he registrado en la ceremonia de Glastonbury. Nunca he visto una de ese grupo y tengo curiosidad por cómo trabajan. Así salgo de la continua autoreferencia del templo de Madrid. Me he apuntado también a la ceremonia que harán el viernes, pero tras ver todo lo que tengo que preparar para la misma, me estoy echando otras cuentas. No me veo amasando pasta de sal para crear una muñeca (me he visto como Gargamel moldeando a la pitufina). Simplemente, no tengo tiempo, ni ganas de hacer manualidades. Nuhmen me ha pasado una alternativa que tengo que evaluar.
Siento que la segunda Espiral no va a completarse este año. Jana no tiene intención de hacer las sesiones online y no veo que vayamos a recuperar el tiempo perdido antes de octubre, que es cuando teníamos prevista la dedicación. Me veo empezando de nuevo, considerando las dudas que tengo ahora mismo, y espero que no nos junten con los que acaben la primera en septiembre, porque ese grupo me pone de los nervios.
Manolo deja la Segunda Espiral. No me sorprende. A veces pienso que no encajaba, pero tampoco le han ayudado mucho a encajar. Se ha cansado de que sus propuestas sean rechazadas continuamente. Es cierto que estas propuestas necesitan bastante enfoque, pero nadie le está ayudando a enfocarlas. Creo que además, ser hombre heterosexual en un grupo de trabajo de energía femenina es complicado. Hay cosas que me chirrían hasta mí. Nuhmen me dice que es una batalla perdida y seguramente tiene razón, pero yo no renuncio a mi parte masculina, y además mi eneatipo empieza a activarse. De momento, estoy incluyendo al Dios Astado en mis invocaciones y, oye, tan a gusto que estoy. A veces no puedo evitar verlo como a un pastor en medio de todas esas locas que son las diosas. Pobrecillo, qué solo debe sentirse. Igual no le hago un favor invocándolo con todas ellas.
El gobierno ha anunciado que el día 2 quizás podamos salir a la calle a hacer deporte. Tengo muchas ganas de pasear despacio al sol y ver la naturaleza crecer. Seguramente ya haya muchas espigas, amapolas y malvas. Todo un espectáculo visual de la exhuberancia de la tierra. En todo caso, hoy saldré a comprar.